1- Desatada la crisis económica mundial, los grandes terratenientes hicieron pesar su influencia en la política exterior con el objeto de defender el vínculo con Gran Bretaña, el principal comprador de carne enfriada; en consecuencia, el comercio exterior se definió, en forma prioritaria, en los términos del bilateralismo británico.
2- La oposición de los intereses agrícolas y ganaderos norteamericanos al ingreso de los productos argentinos favoreció el ajuste de la conexión anglo-argentina y retrasó el desplazamiento de la nación platense a la esfera de influencia norteamericana, pese a que Estados Unidos se había convertido en la década de 1930 en el mayor proveedor de capitales y bienes de tecnología.
3- Alemania era un mercado secundario. La crisis política y económica padecida por el país europeo debilitó las relaciones comerciales con la Argentina. La misión germana de 1934 revitalizó el intercambio. No obstante el mayor interés de Alemania en el comercio de granos, el país europeo se transformó en el principal comprador de carnes congeladas argentinas. En algunos rubros, con las ventajas del convenio de compensación, las ventas alemanas ocuparon el primer lugar o se acercaron a las de los norteamericanos.
4- La neutralidad a ultranza mantenida por Castillo y sus sucesores militares hasta enero de 1944 debe ser estudiada a la luz de las motivaciones económicas (en especial las heredadas de los años treinta) y de la hostilidad de los Estados Unidos en sus relaciones internacionales con la Argentina; sin que ello implique ignorar a un sector pro-Eje pequeño, pero influyente, en el clima intelectual y político.
5- El comercio germano-argentino cayó casi completamente con el inicio de la guerra, y, aunque es probable un pequeño contrabando de algunos materiales estratégicos hacia Alemania, la Argentina, a diferencia de otros neutrales, no contribuyó a la base económica del esfuerzo de guerra alemán.
6- Antes de plantearse el problema de la neutralidad argentina, Estados Unidos daba prioridad al rearme brasileño en desmedro de las Fuerzas Armadas argentinas. Las administraciones platenses procuraron proveerse de equipamiento bélico estadounidense; el embargo norteamericano impulsó a las autoridades a la compra de armamento alemán a partir de 1942 y reforzó las tendencias nacionalistas.
7- Alemania había sido el país extranjero que más influyera en el ejército argentino. En la década de 1930 Alemania participaba en el desarrollo de la industria militar, la asistencia germana se interrumpió con la guerra. Pese al ascendiente alemán, a siete meses de instalada en el poder, la jerarquía militar rompió relaciones con el Eje; esto indica una actitud internacional suya más flexible que la de Castillo.
8- Existieron contactos abiertos y secretos con Alemania para la compra de armas; también fue explorada la triangulación por la vía española. El material bélico importado fue escaso, sobre todo en comparación con el armamento norteamericano que recibía Brasil por préstamo y arriendo. Significativamente, las dificultades para equiparse hicieron de una fuente no tradicional como España una alternativa. En concreto hubo muy poco interés hispano-alemán en el rearme argentino.
9- Los gobiernos argentinos durante la guerra abastecieron eficazmente de alimentos y materias primas a Gran Bretaña. Además, la resistencia argentina a la política panamericanista del gobierno estadounidense (es decir a la hegemonía norteamericana en el continente) detenía la declinación de la influencia británica. Estados Unidos no dependía de los suministros platenses, y, por el contrario de la diplomacia inglesa, el Departamento de Estado no tuvo un análisis objetivo de la situación, sobre todo la “línea dura” encabezada por Hull. En estas contradicciones residen las diferentes perspectivas de las potencias aliadas ante el problema argentino.
10- Las inversiones alemanas se ubicaban en tercer lugar, muy lejos de las británicas. Los capitales alemanes evolucionaban en sectores que por sus características tendían a la concentración, algunos de ellos dinámicos. Desde la década de 1920, los capitales estadounidenses avanzaban en ramas dinámicas. Las principales inversiones inglesas dominaban sectores de tendencia vegetativa, ligados a la agroexportación. No obstante la inserción norteamericana y la implantación alemana en el mercado argentino (incluyendo los vínculos con argentinos influyentes), al desatarse la guerra en la clase dirigente local predominaba el status quo probritánico.
11- En el conflicto las empresas alemanas quedaron aisladas de la casa matriz, sufrieron el boicot aliado y fueron intervenidas por las autoridades argentinas. Al finalizar la guerra, las firmas germanas fueron expropiadas por el Estado. La conflagración y sus consecuencias restan elementos para el análisis de la inmediata posguerra, en principio es válido suponer que los estadounidenses estaban en condiciones de adaptarse mejor (y de alinear al hemisferio) en la nueva división internacional del trabajo.