La renovación de la flota de cazas colombianos: sí, pero no - Noticias x América
Análisis x.com
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Kfir C10 de la Fuerza Aérea Colombiana. Foto: x.com
02/06/2021 | El Carmen de Bolívar
Erich Saumeth
Colombia, desde hace aproximadamente una década, diseñó y proyectó un plan para la renovación de su sistema de defensa aérea, que incluía no solo la repotenciación de su flota de cazas sino también su renovación con una nueva aeronave de superioridad aérea.
De esta manera, bajo el nombre de
Sistema Integral de Defensa Aérea Nacional (
Sisdan), la
Fuerza Aérea Colombiana (
FAC) planteaba la construcción de un sistema de defensa aéreo con el cual se garantizará la soberanía aérea de la nación para disuadir posibles amenazas y contar con la capacidad material de enfrentarlas, desde tierra y en el aire.
Fue así como se planteó la necesidad de repotenciar los medios de detección y alerta temprana, adquiriendo también medios misilísticos de mediano-largo alcance, modernizando a su vez la flota de cazas
IAI Kfir C10/12 y seleccionando finalmente un nuevo modelo de avión con el cual sustituir precisamente a sus
Kfir.
Sin embargo, tras nueve años de su anuncio, la realidad revela que no pudieron obtenerse ni los recursos presupuestarios ni el apoyo político decisivo para la construcción de capacidades aéreas mínimas disuasivas.
A pesar de haberse llevado a cabo un riguroso –desde el punto de vista metodológico- proceso que dio lugar a pruebas en vuelo de diferentes modelos, a estudios sobre fiabilidades presupuestarias y técnicas, a análisis sobre ventajas (o no) geopolíticas comparativas y a la preselección de tres aeronaves, una de las cuales se convertiría en la escogida, la FAC no pudo obtener del
Gobierno colombiano el respaldo para la etapa final del programa.
Recientemente, en medio de una serie de jornadas de protestas en un principio contra la reforma tributaria presentada por el Gobierno ante el
Congreso, el ministro de Hacienda colombiano,
José manuel Restrepo, aseguró ante medios nacionales que el proyecto de renovación de la flota de cazas de combate no era considerado un gasto prioritario y que por tanto no se destinarían los recursos –tasados aproximadamente en 3.660 millones de dólares-, para tales efectos.
La postergación indefinida del proceso, que evidentemente no podrá materializarse durante la actual administración presidencial colombiana, obliga a la FAC a seguir empleando –también de forma indefinida- su flota de aviones
Kfir, con los consecuentes incrementos en los costos de operación que ya han obligado a pasar a la reserva a tres de estas aeronaves.
Esta decisión deja además sin efecto práctico el
Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), de carácter reservado, en donde se aprobaban los proyectos y valores necesarios para la firma del proceso de compra de un nuevo modelo de caza (así como para la adquisición de misiles tierra-aire) y de los acuerdos comerciales y de defensa que se desprenderían del mismo.
Colombia vuelve entonces a abandonar otro concienzudo proyecto de defensa, imposibilitando la creación de verdaderas capacidades mínimas de defensa, no renovando su escaso material de guerra convencional (ya mucho de el obsoleto) y olvidando que los activos estratégicos de la nación, que no son otros que los recursos naturales cada vez mas escazos, solo pueden ser conservados con una adecuada política de defensa, que tenga como uno de sus pilares, la renovación de las actuales capacidades defensivas nacionales. Ojalá que nunca sea tarde.