Tobruk hunde las esperanzas de acuerdo para un gobierno transitorio en Libia
El Parlamento en Tobruk, gobierno libio reconocido por la comunidad internacional, rechazó este martes las enmiendas propuestas por el Ejecutivo de Trípoli al plan presentado por la ONU y ordenó a su delegación abandonar las negociaciones en la localidad marroquí de Sjirat.
El rechazo se anuncia cinco días antes de que concluya el plazo dado por el enviado especial de la ONU para Libia, Bernardino León, y supone un duro mazazo para las esperanzas de llegar a un acuerdo político en Libia antes de fin de mes.
Tras obviar durante semanas las propuestas de Trípoli, el diplomático español había decidido el fin de semana pasado cambiar la estrategia e instar a Tobruk a aceptarlas, decisión que encendió los ánimos del gobierno reconocido.
"Tobruk no se opone al acuerdo ya firmado en julio, solo rechaza las enmiendas propuestas", confirmó en rueda de prensa el portavoz del citado Parlamento, Faraj Buhasahim.
"En particular, el Parlamento rechaza la enmienda que pide que el los jefes del Ejército libio (leal a Tobruk), los generales Jalifa Hafter y Abdul Razak Nazhuri, sean reemplazados", explicó Buhasahim, quien compareció junto al presidente de la Cámara, Ageela Salah Gwaider.
El Parlamento reconocido rubricó el pasado mes de julio un plan de paz presentado por la ONU que propone crear un gobierno de unidad nacional transitorio que estabilice la situación política y convoque nuevas elecciones.
El acuerdo fue rechazado por Trípoli, pero firmado por algunas de las milicias del oeste del país.
La decisión del Parlamento de Tobruk devuelve la situación a un punto muerto y disipa las esperanzas de León de firmar un acuerdo antes del 20 de septiembre. Asimismo, coloca las negociaciones al borde del abismo, ya que el mandato del Parlamento reconocido de Tobruk concluye el próximo 20 de octubre.
En esta coyuntura, expertos y analistas advierten de que crecen las posibilidades de que sin solución política a la vista, la opción militar que predican actores como el propio Hafter, cobre protagonismo.
Los mismos expertos han advertido de que el plan de la ONU estaba bien encaminado en el terreno político, pero era extremadamente débil porque no abordaba de forma realista el problema del control de las decenas de milicias que pululan por el país.
Desde el principio, el principal obstáculo ha sido el mando militar conjunto, ya que Trípoli se niega a aceptar al general Hafter, un oscuro militar que estuvo al servicio de Muamar Gadafi al inicio de la dictadura y que en la década de los ochenta del siglo pasado devino en uno de sus principales opositores en el exilio.
Hafter, de 72 años, lanzó hace año y medio una infructuosa campaña militar para arrebatar Bengasi -segunda ciudad del país- a las milicias islamistas leales al gobierno de Trípoli, con ayuda de Egipto y Arabia Saudí.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 fuerzas rebeldes apoyadas militarmente por la comunidad internacional lograran derrocar el régimen tiránico de Muamar el Gadafi.
Desde entonces, el país está dividido, con un Gobierno rebelde en Trípoli y otro internacionalmente reconocido en Tobruk, que luchan por el control de los recursos naturales apoyados por miembros del antiguo régimen gadafista, islamistas, líderes tribales y señores de la guerra.
El enfrentamiento es aprovechado por diferentes grupos yihadistas, que en los últimos meses han ganado terreno, poder e influencia y extendido con ello la inestabilidad y la inseguridad por todo el norte de África.
http://www.elmundo.es/internacional/2015/09/16/55f89968268e3e2d178b45eb.html