Un atentado del IS contra una academia policial en Pakistán deja 60 muertos y decenas de heridos
La violencia islamista vuelve a asestar un duro golpe a Pakistán con uno de los atentados más sangrientos en lo que va de año. El ataque en la pasada noche a una academia de policía cerca de Quetta, al oeste del país, ha causado al menos 60 muertos y más de un centenar de heridos.
Antes de la medianoche al menos tres hombres armados con fusiles Ak-47 y chalecos bomba irrumpieron en el centro de formación de cadetes, en el que se encontraban centenares de alumnos. La mayoría dormía cuando empezó el asalto.
"Llegaron directamente a nuestra barraca. Simplemente irrumpieron y comenzaron a disparar. Nosotros gritamos y corrimos por el cuartel", relató uno de los alumnos a la prensa local.
Pronto comenzó un enfrentamiento entre los insurgentes y el ejército y miembros de la policía fronteriza, que se alargó varias horas (hasta cinco, según algunas fuentes) durante la madrugada.
"Dos atacantes se hicieron estallar a sí mismos mientras que un tercero recibió un disparo en la cabeza por los agentes de seguridad", dijo a la prensa Mir Sarfaraz Bugti, responsable de Interior de la provincia de Baluchistán, cuya capital es Quetta.
Durante la mañana, Sarfaraz Bugti anunció que la operación, que contó con el respaldo de helicópteros, había finalizado y que la zona era segura. La mayoría de víctimas mortales son cadetes de la policía. Los heridos que llegan a los hospitales presentan sobre todo heridas de bala.
El jefe del Ejército, Raheel Sharif, ha viajado a Quetta para evaluar la situación acompañado del director general de los servicios de inteligencia, Rizwan Akhtar. El primer ministro, Nawaz Sharif, tiene previsto viajar a la ciudad para visitar a los heridos en los hospitales, según informó Radio Pakistán. Se ha declarado tres días de luto en la provincia.
Doble reivindicación
El Estado Islámico (IS) se atribuyó el golpe asestado al centro de formación de policías, según la agencia Amaq, vinculada al grupo, si bien la fuente que cita se limita a dar detalles que se habían conocido previamente a través de los medios.
El grupo Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), los talibanes paquistaníes, también han reivindicado la acción, asegurando que se trataba de "vengar" a los insurgentes muertos a manos del ejército. "El ataque es una respuesta a los asesinatos de nuestros luchadores", una venganza que prometen "continuar hasta que la ley islámica sea impuesta en el país", según el comunicado citado por agencias.
En un primer momento, y a pesar de que nadie había reivindicado hasta entonces la autoría del ataque, Islamabad acusó, en boca del mayor general Sher Afgan, al grupo islamista Lakshkar-e-Jhangvi, aliado de los talibanes paquistaníes. El mando militar llegó a sugerir que los insurgentes estaban recibiendo instrucciones desde Afganistán.
Una provincia inestable
Se trata de uno de los peores ataques este año en Pakistán, un país que, a pesar de que vive una drástica reducción de sus incidentes violentos respecto a sus años duros, sigue siendo escenario periódicamente de los sucesos más mortíferos. Y eso en Baluchistán lo tienen muy presente.
En esa provincia estratégica y rica en recursos energéticos, se mueven las fuerzas separatistas baluchis, los grupos islamistas locales y los talibanes afganos. Los atentados, lo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y los ataques a minorías, por tanto, están a la orden del día.
En agosto la facción talibán Jamaat-ul-Ahrar y el Estado Islámico reivindicaron un ataque a un hospital de Quetta en el que murieron 73 abogados que lloraban la muerte de un compañero, asesinado esa misma mañana.
Muchos de los ataques son reivindicados por Jamaat-ul-Ahrar, que se escindió de Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) en 2013. Entre ellos, el atentado en marzo en un parque en la ciudad de Lahore, donde murieron al menos 75 personas, muchas de ellas niños.
El Gobierno de Nawaz Sharif y el Ejército de Raheel Sharif llevan a cabo desde verano de 2014 una cruzada para frenar la violencia en el país, una operación militar iniciada en las zonas tribales de Waziristán del Norte y Khyber.
En 2015 se produjeron en este país islámico 625 ataques terroristas que causaron 1.069 muertos, según el Instituto Paquistaní de Estudios para la Paz (PIPS), unas cifras que, a pesar de ser brutales, pueden llamar a la esperanza si se comparan con las registradas el año anterior: en 2014, 1.206 ataques y más de 1.723 muertos, y un año antes, 1.717 y 2.451, respectivamente. Y aun así todas ellas son aún menores que las de 2009, un año crítico que vivió 3.800 ataques y 12.600 víctimas mortales.
http://www.elmundo.es/internacional/2016/10/25/580e8dea268e3ee66c8b46ea.html