Sanidad En Malvinas / Cimm

Willypicapiedra

Miembro del Staff
Moderador
Elementos que intervinieron:
a) Ca San/ B Log 9
b)HM Comodoro Rivadavia
c) Ca San 3 (-)
d) CIMM
e) Sec(s) y Gpo(s) San de las Unidades y Subunidades independientes
f) Medicos voluntarios
2- DESPLIEGUE EFECTUADO
a) CIMM en Puerto Argentino
b) Ca San 3(-) en Howard opera un P Pr S
c) En cada una de las Subunidades y Unidades Independientes desplegadas en las distintas posiciones defensivas de las Islas Malvinas.
3- ACTIVIDADES REALIZADAS DURANTE LAS OPS. EN MALVINAS
1) Este Centro Interfuerzas Medico Malvinas a ordenes del My Med D Enrique M Ceballos, a partir del 11 Abr 82 cumple las sig actividades:
a) Asistencia medica integral al personal destacado en las islas.
b) Evacuacion desde las Unidades hasta el CIMM
c) Evacuaciones aereas desde las posiciones mas alejadas ( Darwin, Fox, Howard)
d) Evacuaciones terrestres hasta el aeropuerto para su posterior traslado al continente.
e) Evacuaciones aereas y maritimas hasta los buques hospitales argentinos.
f) Abastecimiento de efectos de sanidad a las Unidades.
g)Ejecucion de actividades necrologicas.

El CIMM dispone del sig personal de sanidad perteneciente a las tres FFAA.
a) 7 cirujanos
b) 2 neurocirujanos
c) 1 cirujano vascular
d) 1 cirujano plastico
e) 7 traumatologos
f) 9 anestesistas ( 3 de ellos civiles voluntarios)
g) 12 medicos clinicos
h) 1 urologo
i) 3 bioquimicos
j) 2 odontologos
k) 1 farmaceutico
l) 26 enfermeros gnerales
ll) 5 preparadores de laboratorio
m) 1 preparador de farmacia
n) 1 enfermero radiologo
ñ) 5 AOR ( aspirante a oficial de reserva) medicos
o) 1 AOR bioquimico
p) 1 AOR farmaceutico

Se dispone de las sig instalaciones:

a) Quirofano central con 6 mesas y 2 quirofanos aux con una mesa cada uno.
b) Lavado y esterilizacion
c) Rayos y revelado
d) 6 salas de internacion en camilla
e) Terapia intensiva
f) Odontologia
g)Laboratorio
h) Farmacia
i) Guardia medica
j) 2 Carpas multiuso para internacion
k) Una carpa necrologica
l) Helicoptero
ll)Depositos
m) Otras instalaciones para el pers y mat

En el CIMM se atiende durante los 62 dias de su funcionamiento el sig personal de heridos y enfermos:

a) Traumaticos:666
b)No traumaticos:1324
Total:1990
Total de prestaciones:4005
De los 1990 hombres atendidos, 671 son evacuados al continente

Puestos principales de Socorro y puestos de socorro.
Brindan asistencia medica de urgencia en los distintos lugares desplegados y preparan la evacuacion de los pacientes al CIMM.

Nota: Cabe destacar que ninguno de los pacientes que alcanzo a llegar con vida al CIMM, fallecio en el mismo.
Este es un pequeño homenaje a los profecionales que atendieron a nuestros Soldados.

Seria interesante si alguien dispone de la info del personal del Buque Hospital BAHIA PARAISO

Saludos
Willy
 
hola amigo, yoestube en el cimm, estube en malvinas el 20 de abril, pertenecí al Bat Log 9, comodoro rivadavia, pena que cuando me tomaron prisionero me sacaron todas las fotos que tenia , estoy a tu disposición para lo que te pueda ayudar, gracias por conciderar nuestra labor.
Ha! como aporte puedo decir que el hospital CIMM, fué unos de los pocos hospitales que en la historia de las guerra quedó en primera línea de combate
Un abrazo
oscar
 

Willypicapiedra

Miembro del Staff
Moderador
Estimado Oscar: Es un honor que hayas leido mi post, y tambien aprovecho para decirte y creo que hablo por casi todos en este foro, " que estamos orgullosos de cada uno de Uds.!!!.
Con respecto a la info, si no tenes fotos no importa, podes contar todo, o la parte que quieras de tus vivencias en tu propio post o en este, personalmente te doy la bienvenida.
Conta conmigo.
Willy
 
Gracias Amigo.
En verdad pocas veces comenté la guerra que se vivió dentro del CIMM, yo fuí uno de los primeros elementos del Bat Log 9 que voló en el primer Hercules que aterrizó en nuestras Islas el 02ABR82 a las 0800Hs, instalé el primer puesto socorro avanzado de la brigada en un cuartito que eswtaba en el aeropuerto, luego se reunieron las tres fuerzas y se montó el CIMM en lo que era una colonia de vacaciones inglesa.
Las cosas fueron duras dentro del Hospital, mas no me arrepiento, siento orgullo de haber participado y en cierto modo haber colaborado con mi aporte a que aquellos que venían del frente de combate pudiecen llevarla lo mas leve posible.
Un abrazo Willy, a tus ordenes siempre que lo necesites
oscar
 
ex-combatientemalvinas
Como dijo Willypicapidra es un honor que compartas tus vivencias con nosotros. Gracias heroe! Ustedes los VGM nos llenan de orgullo.
Un abrazo gigante.

---------- Post added at 06:20 ---------- Previous post was at 06:15 ----------

Nota: Cabe destacar que ninguno de los pacientes que alcanzo a llegar con vida al CIMM, fallecio en el mismo.

Willy[/QUOTE]

Caaaapooooossss!!!!!!!!
 

Willypicapiedra

Miembro del Staff
Moderador
Pie de trinchera, lamentablemente Oscar no anda mas por el foro, una verdadera lástima, ya que cuando apareció, fue el único VGM (al menos en darse a conocer) y practicamente pasó desapercibido.

Sería muy bueno si alguien lo puede ubicar.
 
hola debido a mi profesion me gustaria conocer como fue la parte de atencion inicial en malvinas por parte de nuestras fuerdas armadas, como estaba organizado? quien atendia primero a los pacientes? si hay alguien o algun lugar en donde me pudiera informar les agradeceria. Les comento ademas que en Rosario un VGM esta cursando el ultimo año de la carrera de Tecnico en emergencia medica, esta becado y le va muy bien, para nosotros es un orgullo
un saludo
 

Willypicapiedra

Miembro del Staff
Moderador
Si te referis a la atencion inicial como la "inmediata", se la daban sus propios compañeros de posicion, con o sin enfermero, evacuandolo a los LRH (lugar de reunion de heridos) establecidos en retaguardia para de ahi evacuarlos a algun PUSO (puesto de socorro) donde se los evaluaba o directamente al CIMM.
 

Nito

Colaborador
Willy, manejas la jerga de Sanidad Militar. Sos del palo ?

Si te referis a la atencion inicial como la "inmediata", se la daban sus propios compañeros de posicion, con o sin enfermero, evacuandolo a los LRH (lugar de reunion de heridos) establecidos en retaguardia para de ahi evacuarlos a algun PUSO (puesto de socorro) donde se los evaluaba o directamente al CIMM.
 

Gerardo AML90

Veterano Guerra de Malvinas
Malvinas: La medicina en combate

Desde el inicio de los ejércitos, siempre ha estado un galeno presente en los campos de batalla, no para atender a los heridos (aunque también lo hacían), sino para el cuidado y atención del rey o jefe de esa fuerza.


Fue Roma la que creó un ejército organizado y permanente, con sanidad militar estable. Los romanos contribuyeron muy poco al desarrollo de la medicina, pero aportaron mucho a la cirugía, gracias al ejército y a las campañas en las que estuvo inmerso.


En un escenario bélico, del desempeño de los equipos de sanidad depende el éxito de cualquier misión. El sistema siempre se ha preparado para ayudar a reducir considerablemente el número de bajas propias y, muchas veces, las ajenas.


Islas Malvinas, 1982: "El sargento primero Castillo sintió la explosión de un cohete. El humo invadió todo. Después, una granada lo hirió en el tórax, arrojándolo sobre Pedroso, que lo seguía". Luego, la sanidad militar entró en escena.


La guerra priva al hombre de la conservación de la vida y es allí cuando la situación desborda y surge el miedo. La batalla altera a sus protagonistas.


La asistencia inmediata, el traslado de heridos, el manejo del trauma agudo, de los quemados o la adopción de protocolos fueron algunos de los tantos asuntos que se resolvían a diario. Los cuadros hemorrágicos, la compresión de heridas y el manejo de la emergencia extrahospitalaria eran maniobras de cada momento.


La actuación del personal de sanidad, como el de otras unidades, fue heroico y profesionalmente destacado. Malvinas fue la primera guerra efectiva del siglo último, sin antecedentes de la aplicación de la medicina en combate. Tampoco había profesionales que pudieran transmitir alguna experiencia en la asistencia de los heridos en acción.


El hospital de Comodoro Rivadavia fue trasladado a Puerto Argentino, donde ocupó un edificio que había sido construido para hotel y que nunca funcionó, y se constituyó en la instalación más importante de la zona de combate. Había ciento veintidós efectivos, de los cuales cuarenticinco eran médicos, cuatro bioquímicos, dos farmacéuticos, veintiséis enfermeros y soldados.


Su equipamiento consistía en radiología simple, laboratorio, seis mesas para cirugía, seis camas de cuidados intensivos, cinco camillas de reanimación y clasificación de heridos, con una capacidad de internación para ciento cincuenta pacientes.


En la isla Gran Malvina, con treinta camas, trabajaba el puesto principal de socorro de la compañía tres, ubicado en un gimnasio. Estaba integrado por cuatro médicos, un bioquímico y un odontólogo.


Al sur de la isla Gran Malvina, en bahía Fox, se destinó una sección de socorro, que contaba con tres médicos, un odontólogo, dos enfermeros y tres soldados. En ese lugar, no se disponía de capacidad quirúrgica y sólo se podía hospitalizar a treinta heridos.


Por su parte, en la isla Soledad, cada una de las unidades instaló un puesto de socorro y, más tarde, se pudo disponer de los buques hospitales "Bahía Paraíso" y "Almirante Irizar". En ambas naves, se realizó cirugía general, maxilofacial y traumatológica. Funcionaron laboratorios de bioquímica y unidades farmacéuticas, junto con servicios de clínica médica, atención de quemados, cardiología, oftalmología, odontología, anestesia y enfermería. Otra cuestión significativa tuvo que ver con los heridos del combate en Darwin-Pradera del Ganso (Goose Green), que, al no poder ser evacuados, fueron atendidos por los británicos en el hospital de campaña de bahía Ajax.


Siempre se asistió con premura a heridos y lesionados de los bombardeos y a quienes resultaban víctimas de la artillería naval, aunque la primera cirugía que se hizo no fue a un herido ni a un accidentado: se trató de una apendicitis.


El "Bahía Paraíso" navegaba con ochenta y cinco profesionales y técnicos, diecisiete médicos, cuatro odontólogos, dos bioquímicos, dos voluntarios (un traumatólogo y un laboratorista), setenta y tres enfermeros y un capellán.


En el "Irizar", embarcaron cuarenta profesionales y técnicos, catorce médicos, dos dentistas, dos bioquímicos, un sacerdote y veintiún enfermeros. Su dotación incluyó a enfermeras de Ejército, personal civil, en su mayoría. Este es un dato que adquiere significación, por la falta de difusión sobre el tema. Ellas que, con orgullo, ostentan, hoy, el reconocimiento de veteranas de guerra, son: Silvia Barrera, María Marta Lemme, Susana Mazza, Norma Etel Elsa Navarro, María Cecilia Riccheri y María Angélica Sendes.


En la historia contemporánea, uno de los primeros ejemplos de barco hospital fue el "Red Rover", que, en 1860, ayudó a los soldados de ambos bandos, heridos durante la guerra civil estadunidense.


En los dos grandes conflictos mundiales, algunos transatlánticos fueron transformados para esa tarea. Los barcos hospitales modernos lucen grandes cruces rojas, para contar con la protección de la Convención de Ginebra bajo la legislación bélica.


Las afecciones más comunes fueron pie de trinchera, congelamiento de dedos, infecciones en la piel, anginas, neumopatías, otitis medias supurantes, micosis de piel, infecciones urinarias, apendicitis aguda y desnutrición. Los internados por heridas de combate conformaban poco más del diez por ciento del total de efectivos destacados en las islas, de los cuales más del ochenta por ciento pertenecía al Ejército.


La mayoría de los heridos lo fueron por proyectiles de baja velocidad o esquirlas de munición de artillería y de bombardeo aéreo. Los atendidos en el hospital de Puerto Argentino, en un setenta y cinco por ciento, fueron conscriptos, mientras que el veinte fueron suboficiales y el cinco, oficiales.


El transporte de las camillas se hacía de a pie, desde el lugar en que caía herido el combatiente hasta el puesto de socorro de la unidad; a veces, a varios kilómetros, transitando un terreno muy dificultoso para la marcha.


Todo influyó desfavorablemente sobre los heridos más graves. En el puesto de socorro, se los reacondicionaba para continuar su viaje en ambulancia hacia el hospital. Inicialmente, este traslado se efectuaba por helicóptero, medio que demostró ser el más adecuado y que cada vez fue más restringido en su empleo, debido a la pérdida del techo aéreo argentino.


Durante el conflicto contra Inglaterra, todas las unidades militares que actuaron en los teatros de operaciones Malvinas o del Atlántico Sur contaron con sus propios elementos de sanidad. Las fuerzas destacaron médicos, profesionales, enfermeros y otro personal que se asignó a los elementos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Todos actuaron al límite. Así, dieron respuesta a la demanda y se convirtieron en nexos fundamentales con los establecimientos que actuaron como ejes centrales de la atención médica.


Al esfuerzo sanitario debe sumarse la capacidad de los hospitales permanentes de las bases navales y aeronavales y hospitales del Ejército de Ushuaia, Puerto Belgrano, Punta Indio, Río Santiago y Buenos Aires.


La evacuación por vía aérea de heridos al continente en aviones era todo un tema. Se utilizaban los Hércules C-130 de la Aeronáutica y, desde que se tenía la noticia de la llegada de un vuelo, burlando el bloqueo inglés, se disponía de cuarenta minutos para evacuar a los heridos del hospital, recorrer los ocho kilómetros hasta el aeropuerto y transbordarlos al avión. A veces, hubo que retornar con los heridos, porque las aeronaves no descendían o debían decolar antes, por alertas rojas.


Algunos oficiales médicos condujeron operaciones especiales y, además, cumplieron su arte de curar de manera eficiente. En Malvinas, prestaron servicios los capitanes médicos y comandos tácticos Hugo Ranieri (compañía 602) y Pablo Santiago Llanos (compañía 601).


Como consecuencia de la experiencia recogida en la guerra, las jefaturas de sanidad comenzaron a reorganizar y reestructurar sus planes, tácticas y el perfeccionamiento de sus hombres, tras la búsqueda de un cambio de mentalidad, de hábitos y de técnicas.


Un dato: iniciado el conflicto, las autoridades de la sanidad uruguaya planificaron el "Operativo Maíz", mediante el cual fueron habilitados el hospital militar y el hospital Maciel, de Montevideo, para recibir heridos de guerra. También se contaba con el hospital Británico, que habitualmente atendía a marineros, heridos y accidentados de buques mercantes, por la cobertura de los seguros marítimos.


Durante las acciones, arribaron al puerto de Montevideo los buques hospitales ingleses "Herald", "Hecla" e "Hydra", que transportaron a más de quinientos soldados británicos heridos.


La sociedad debe conocer los desvelos de nuestros hombres que eligieron el camino de la sanidad para servir al prójimo y a la Patria. Como testigos de sus servicios, quedan los testimonios de quienes, durante la guerra, salvaron sus vidas y vieron mitigados sus dolores y aliviado su sufrimiento.


A ellos, pues, todo nuestro reconocimiento.


Fuentes: Libro La medicina en la guerra de Malvinas , de los tenientes coroneles médicos Enrique Mariano Ceballos y José Raúl Buroni. Medicina táctica. La evolución de la medicina durante las guerras, del Dr. Juan Pablo Pozzi. Ensayo Algunos aspectos de la atención sanitaria en la guerra de Malvinas , del coronel médico (R)VGM Enrique Mariano Ceballos. Archivos propios y recortes periodísticos.


Osvaldo Jorge Palacio (VGM) es periodista ([email protected]).

Fuente: Diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca

http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/28/02/2010/a2s135.html
 

njl56

Colaborador
Colaborador
Impecable Gerar!!
:hurray:

un abrazo
norberto

PD: podremos encontrar a las "chicas"?
Intentaremos llevarlas al programa este año
 
Willy.
Muy bueno recordar a quienes salvaron tantas vidas. Aqui donde vivo en Chajari (ER), vive el Suboficial Mayor Mansilla Raul Antonio, estuvo en el HMM, estaba a cargo de uno de los turnos de camilleros, esto consistia que ni bien llegaba la ambulancia con los heridos, ellos eran los primeros en tomar contacto con ellos,para luego los medicos clasificarlos. En Malvinas Mansilla tenia el grado de Cabo 1ro, luego le paso una foto donde esta pintando la cruz roja del Hospital, que fue tomada por un fotografo de revista Gente.
Saludos Rolando
 
Sanidad naval en Malvinas

REVISIÓN DE LA BIBLIOGRAFÍA
“NO ARGENTINA”


Por Dr. Luis Collia

La campaña de Malvinas ha generado escasa biblio-hemerografía, al menos
comparativamente con la dedicada a anteriores operaciones militares como
las dos grandes guerras y aun con la guerra de Vietnam. Sin embargo, la bibliografía disponible ofrece al lector la posibilidad de evaluar el desenvolvimiento médico durante esta guerra, a la vez que aporta una experiencia nueva e importante dado que, como veremos en los párrafos siguientes, este conflicto presentó características particulares.

A diferencia de otros episodios bélicos posteriores a la Segunda Guerra Mundial (Vietnam, Angola, etc.) ésta fue una guerra llevada a cabo entre dos ejércitos convencionales, pero de muy corta duración si se tiene en cuenta que desde el comienzo de la batalla aeronaval hasta el fin de la batalla aeroterrestre transcurrieron tan sólo 45 días. A esto debe agregarse
las características del escenario del conflicto: las Islas Malvinas están prácticamente deshabitadas, frías, desérticas, húmedas y ventosas. El terreno es blando, arcilloso y anegadizo, con turba, cubierto en algunas zonas con musgos y gramíneas, sin árboles, llano con algunas elevaciones rocosas que no superan los 700 metros. A este tipo de terreno debe sumarse un clima frío, lluvioso y con vientos de hasta 130 km por hora. Existen muy pocos caminos aptos para el tránsito de vehículos y los soldados debían marchar distancias muy largas sobre este tipo de terreno y bajo estas condiciones climáticas, cargando además sus armamentos y demás equipos.
Por lo descrito arriba, este tipo de terreno brinda poca protección tanto para las inclemencias del tiempo como para las acciones bélicas.

Además, el escenario de la guerra distaba 8.000 millas de Gran Bretaña y 3.800 millas de la Isla Ascensión, la base más cercana de abastecimiento de dicho ejército. Todos estos hechos se sumaron para que la estrategia sanitaria fuese inédita y muy particular. En este capítulo se intenta una revisión de la bibliografía “no argentina” acerca de la Medicina Militar en la Guerra del Atlántico Sur. La misma sólo incluye trabajos médicos disponibles libremente en las publicaciones científicas y bancos de datos. De ningún modo se incluye información secreta británica y/o argentina. Para una mejor lectura de las experiencias publicadas, dividiré las mismas en tres grandes
grupos:

a) Experiencia de tipo logístico-sanitario
b) Anestesia y resucitación
c) Experiencia médico-militar

Los trabajos englobados en “Experiencias de tipo logístico-sanitario” describen el personal de sanidad, la clasificación de los heridos, los puestos sanitarios y la cadena de evacuación. Durante la guerra del Atlántico Sur los británicos emplearon 103 oficiales médicos, 15 oficiales dentistas, 15 oficiales enfermeros, 8 oficiales de servicio médico, 220 suboficiales de la rama médica, 38 técnicos médicos y 26 enfermeras navales. Al igual que en la Segunda Guerra Mundial, los heridos fueron clasificados en:

1) Los que necesitan resucitación urgente
2) Los que necesitan cirugía de urgencia
3) Los que pueden esperar

Para la atención de los heridos, Gran Bretaña contó con dos buques-hospital, el SS Uganda y el Camberra, los cuales fueron acondicionados para tal fin dado que ninguno de ellos era originalmente buque-hospital. El SS Uganda en el momento del conflicto estaba realizando un crucero de placer por Alejandría y fue llevado a Gibraltar donde en 60 horas fue convertido en buque-hospital completo con Unidad de Terapia Intensiva, quirófanos, salas
de atención de víctimas, sala de rayos x y laboratorio. El Camberra debió ser acondicionado de manera similar, si bien su inicial uso era como transportador de tropas, siendo utilizado durante el conflicto para los dos fines. Además se prepararon sobre el terreno de las islas tres bases médicas, Ajax Bay, Fitzroy y Caleta Trullo (Teal Inlet), para los primeros auxilios y el tratamiento inicial de los heridos.

En el buque-hospital SS Uganda fueron atendidos durante todo el conflicto alrededor de 700 víctimas, y en el Camberra 170 víctimas. En el puesto Ajax Bay, donde se montó un quirófano de campaña, fueron asistidos 725 heridos, de los cuales 210 fueron operados con anestesia general.

Tessa Richards en su artículo nos explica el tiempo que demandó preparar la logística. Dice el autor que el tiempo perdido en el planeamiento de la estrategia médica es tiempo bien perdido. El buen planeamiento y la eficiente organización fueron particularmente importantes en vista de la distancia existente entre las Islas Malvinas y la base inglesa más cercana en la Isla Ascensión (3.800 millas). Describe en el artículo las diferencias del manejo de los heridos en la batalla en el mar comparada con la ocurrida en tierra firme, este dato fundamentalmente por los diferentes tipos de lesiones y las posibilidades de movilización. De este modo, la cadena de evacuación de los heridos varió de acuerdo con el sitio donde se hallase la víctima. En el mar fue realizada de la siguiente manera: hombre herido – helicóptero – buque-hospital, Uganda o Camberra. En tierra la cadena fue: hombre herido – puesto de primeros auxilios del regimiento – helicóptero – hospital de campo o
buque-hospital.

Debió prestarse atención a la falta de ambulancias por las características del terreno, y ése fue un punto que se tuvo en cuenta al preparar la logística, y se crearon grupos médicos especiales de combate que asistían a los heridos en el campo de acción previo a su traslado. Dado que Uruguay era el país amigo más cercano, para aquellos soldados que así lo requerían, se realizaba su traslado a Montevideo por vía marítima y de allí a Londres por vía aérea. Para ello se contó con buques-ambulancia y un avión VC 10.

El costo del material médico y el equipamiento fue de 1,5 millones de libras, una suma que se vuelve insignificante cuando se toma en consideración el costo de los pertrechos militares. Con respecto al grupo de publicaciones sobre “Anestesia y resucitación”, existen aportes interesantes en los trabajos de J. G. Williams y colaboradores, J. F. Williams y M. D. Jowitt y colaboradores, que figuran en la bibliografía y de los cuales extraeré los puntos y conclusiones más salientes.

La esencia de la política de resucitación fue que ésta debería ser simple y continua, utilizando un mínimo de procedimientos, drogas y fluidos. Esto permitiría acelerar la tarea e incrementar la cantidad de víctimas que podrían ser resucitadas. Luego de detallar la metodología y en vista de los resultados obtenidos, los autores describen aspectos específicos de la resucitación que requieren algunos comentarios particulares:

Respiración: las vías aéreas fueron mantenidas y manejadas de la manera usual, con cambios de posiciones y en aquellos heridos que presentaron lesiones penetrantes en el tórax se les practicó drenaje intercostal.

Analgesia: la morfina administrada en pequeñas dosis por vía intravenosa de manera frecuente fue altamente efectiva para controlar el dolor y calmar la ansiedad. No se registraron casos de depresión respiratoria.

Antibióticos: todos los pacientes con heridas abiertas recibieron ncilpenicilina por vía intravenosa inmediatamente y luego cada 6 horas durante 24 horas. Los que tenían heridas penetrantes en la cabeza recibieron además sulfamida y metronidazol. Los que presentaron heridas penetrantes del abdomen recibieron gentamicina y metronidazol. No fueron observados casos de hipersensibilidad a las drogas, tétanos o gangrena.

Vacuna antitetánica: fue administrada a todos aquellos que habían sufrido heridas penetrantes y quemaduras.

Fluidoterapia: los trabajos coinciden en resaltar la utilidad de la solución coloidal como fluido de elección para reposición de líquidos. Los autores concuerdan en las bondades del uso de lactato de sodio (1 litro) seguido de
polygelina (Haemaccel) 500 cc, como rutina de fluidoterapia. Las soluciones se suministraron a una velocidad acorde con el estado del paciente, y esta secuencia se repetía si la situación clínica de la víctima lo requería. La polygelina (Haemaccel) es un coloide usado para reemplazar el volumen sanguíneo en aquellos casos de hipovolemia real o relativa y en casos de hemodilución. Se trata de un polímero de urea y polipéptido derivado de una
gelatina degradada. La composición electrolítica es importante para evitar la sobrecarga sódica en los pacientes con insuficiencia renal y el cloruro de calcio favorece la coagulación de la sangre cuando se administra por vía intravenosa previamente o luego de administrar sangre fresca. La infusión de 500 ml de polygelina causó un incremento aproximado de 350 ml en el volumen
intravascular y el uso del mismo permitió el mantenimiento de dicho volumen, el manejo de la víctima durante la resucitación y la eventual cirugía de urgencia, y el posterior traslado de la víctima al buque-hospital. Aparte de la utilidad clínica, la polygelina tiene la ventaja operativa de presentarse en envases irrompibles, de peso liviano, con excelente estabilidad a temperatura ambiente y por no interferir con las pruebas cruzadas.


Con respecto a las transfusiones sanguíneas puede decirse que en aquellos heridos en los cuales las pérdidas habían sido importantes se los transfundió inmediatamente. En los buques-hospital fue posible realizar pruebas cruzadas, pero en tierra eso fue imposible por lo que se administró sangre grupo 0.
La política de resucitación utilizada fue simple y convencional, y los autores no creen que pueda aprenderse nada muy novedoso salvo el alto grado de eficacia alcanzado, ya que sobre más de 500 hombres resucitados tan sólo tres fallecieron. Según los autores, este bajo porcentaje puede estar dado por el hecho que muchos de los heridos fallecieron antes de ser trasladados a los centros de atención, pero a pesar de ello el número de resucitados
es altamente significativo. Entre las conclusiones de los diferentes autores puede leerse:

El principio fundamental de aplicación del tratamiento al mayor número de víctimas recuperables empleando la metodología más simple que pueda ser utilizada parece ser lo indicado. Los métodos sofisticados de resucitación y cirugía no parecen apropiados cuando el número de víctimas es grande y los recursos escasos.

Por otra parte, la simplicidad y estandarización de los procedimientos de resucitación utilizados contribuyeron de manera importante a la rapidez del tratamiento y recuperación de las víctimas. Con respecto a la anestesia, los autores describen en detalle las técnicas empleadas durante el conflicto. Hacen hincapié en las condiciones de trabajo, la situación de extrema
urgencia y las desventajas del clima. El estudio está basado en un total de 133 anestesias que permitieron realizar 302 procedimientos. Pondera las bondades de la utilización del equipo de anestesia TSA, que consiste en un equipo de tamaño reducido, de bajo peso, con tres servicios y muy versátil, todo lo cual facilita no sólo su transporte sino también su manejo cualquiera sea el tipo de anestésico utilizado. Con respecto a la fluidoterapia se destacan las ventajas del uso de soluciones coloidales (polygelina) destacándose que no se registraron en ningún caso reacciones alérgicas y/o
problemas de coagulación con la utilización de la misma.

Finalmente, en el ítem denominado “Experiencia médico-militar en la campaña Malvinas”, resumiré los trabajos de Richards Tessa, D. M. Roberts y colaboradores, y tomaré párrafos de algunos de los trabajos ya referidos.
La batalla en el mar produjo 35 víctimas fatales y un gran número de lesionados, dentro de estos últimos un tercio fue por quemaduras. A lo largo de toda la campaña, las quemaduras representaron el 14% de las heridas. Los datos comparables de la Segunda Guerra Mundial indican que durante la misma las quemaduras representaron el 1,5%. No fueron observadas lesiones nuevas o desconocidas que requiriesen tratamientos particulares, sino que afloraron viejos tipos de lesiones y se pusieron en prácticas enseñanzas
que databan de la época de los grandes conflictos mundiales.

Ante todo, si era posible, la víctima era lavada con agua fría y se suministraban analgésicos. En caso de ser necesario se le administraban líquidos por vía endovenosa. Se trató de mantener un ambiente con temperatura constante y húmedo. Se proveyeron ropas adecuadas,
y en caso de ser necesario se aplicó crema de sulfadiazina al 1%. En una segunda etapa se procuró la rápida movilización y evitar que pudieran generarse nuevas lesiones o proteger a la víctima de las secuelas de las mismas. En 47 casos se practicó traslado y posterior tratamiento en el hospital en Woolwich.

La inhalación de humo a bordo de los barcos que se incendiaron fue un problema común, pero no fue reportado ningún caso de edema pulmonar o pulmón de shock. Esta patología era conocida de antemano y todos los soldados que habían estado expuestos al humo recibieron una inyección intravenosa de 2 mg de metilprednisolona. Los síntomas típicos de aspiración de humo fueron irritación conjuntival, disnea, dolor retroesternal y expectoración sanguinolenta. La examinación física mostró quemazón del vello de las fosas nasales, edema de úvula y ruidos agregados en el tórax.

La experiencia en tierra fue muy diferente, y en este caso también antiguas patologías aparecieron en las manos de los médicos británicos: heridas de granadas y proyectiles de armas de fuego, pie de trinchera y lesiones por frío no congelante. Como dijimos al principio de este capítulo, las condiciones de las Islas Malvinas no podían haber sido peores, con terreno rocoso e irregular, pantanos y sin carreteras. Con una temperatura que osciló entre -3ºC a +4ºC y cargando pesados equipos, las tropas debieron caminar durante 4 horas para
cubrir tan sólo una milla. Fue muy difícil mantenerse caliente y casi imposible estar seco.

Se presentaron 70 casos de severas lesiones por frío que afectaron los pies, una patología caracterizada por el daño a nivel de los nervios y vasos periféricos. La persona presenta parestesia y pérdida de sensibilidad que tarda semanas en recuperar. El pie, a menudo, se vuelve morado y muy doloroso. Ésta es una patología común e invalidante debiéndose en todos los casos establecer el curso clínico de la misma y los métodos para tratar de prevenir su ocurrencia. Parece ser que se ha observado con más asiduidad en aquellas personas que tenían previamente anormalidades vasculares periféricas. La mayor parte de la cirugía llevada a cabo en tierra se realizó en Ajax Bay, donde 4 equipos quirúrgicos trabajaron de común acuerdo en una vieja planta refrigeradora. La luz no era la adecuada, y no hubo agua estéril, ni autoclave, ni diatermia, y finalmente el hilo de sutura era escaso. Los guantes a menudo no se cambiaban entre una operación y otra. En
cuatro semanas 725 pacientes fueron tratados (40% de ellos fueron argentinos). Mirando retrospectivamente, la luz se podría haber mejorado y podría haberse provisto de una máquina de diatermia, pero en realidad el éxito de los equipos quirúrgicos fue debido a la enseñanza de las pasadas guerras. Las heridas fueron exploradas, debridadas y se dejaron abiertas durante 5 a 10 días previo a realizar la primera sutura. La vacuna antitetánica y los antibióticos fueron administrados de rutina. La sistemática fue aplicada de manera dinámica y exitosamente, y sólo fueron registradas dos muertes.

El autor finaliza su escrito instando a realizar reuniones médicas para analizar las lecciones dejadas por esta guerra desde el punto de vista médico-militar y, a la vez, solicita un mayor entrenamiento de post grado, la participación más realista de los servicios médicos de las Fuerzas Armadas durante los ejercicios en tiempo de paz y un mayor aporte del gobierno para dichos servicios.

Finalmente, en el trabajo del doctor D. M. Roberts y colaboradores se exponen los accidentes por stress ocurridos durante la campaña. En este artículo se describen las características del “battleshock” (shock de guerra), dejando en claro la dificultad de establecer la real incidencia del mismo. Si uno toma en cuenta las víctimas que realmente fueron evacuadas por tal problema, la incidencia fue del 2%. Estos datos, sin embargo, pueden estar subvaluados fundamentalmente porque muchas víctimas fueron evacuadas debido a una patología física y por lo tanto no fueron adecuadamente
registradas desde el punto de vista psiquiátrico.

Una mejor idea de la incidencia de las lesiones psiquiátricas de la guerra, según los autores, puede ser obtenida por el estudio limitado de tres batallones especiales, entre los cuales se produjeron la mitad de las víctimas de la Armada británica. Estos batallones se hallaban entre los más finos batallones de lucha, con gran entrenamiento y cohesión, alta moral
y conocimientos y estaban al mando de comandantes con iniciativa y dispuestos a la lucha más que a la defensa.

El análisis de estos tres batallones mostró la existencia de un 7% de afectados sobre el total de heridos y un 3% sobre el total de víctimas.
Estos datos pueden compararse favorablemente con la experiencia americana durante la Segunda Guerra Mundial (23%) o la de los Israelíes durante la guerra del Líbano (23%). Los datos se aproximan a los americanos obtenidos durante la guerra de Corea (6%) y a los primeros datos de la guerra de Vietnam, previo a la epidemia de droga de 1972 (5%).

Diferentes factores influyen favorable y desfavorablemente en estas cifras. Entre los factores desfavorables tenemos la falta de personal psiquiátrico y de un método para la evaluación de las víctimas. Adicionalmente a ellos puede agregarse el clima de las islas. Por otra parte, al tratarse de cuerpo de elite, es de suponer que presentan una preparación superior, a lo cual debe sumarse como dato favorable lo corto de la campaña, dado que las víctimas psiquiátricas se incrementan con la duración del conflicto, y de hecho
en la campaña de Malvinas un tercio de las víctimas ocurrieron en la fase final de la misma, durante el asalto final a Puerto Argentino (*). Es posible que si la lucha se hubiera prolongado más el número de víctimas se hubiera acrecentado. Finalmente, un hecho remarcable es que los trastornos psiquiátricos fueron más frecuentes entre las personas que estaban en posiciones de retaguardia o entre el personal paramédico que en aquellos
que estaban en el frente.

Los autores concluyen diciendo que realmente lo observado avala el ahora bien entendido principio de la necesidad del manejo de las víctimas psiquiátricas durante la guerra. Para finalizar este capítulo quiero expresar que el mismo pretende ser tan sólo un resumen, a manera de vuelo de pájaro, acerca de la experiencia médico-militar de Gran Bretaña durante la guerra del Atlántico Sur. Para una mayor información se aconseja consultar la bibliografía que a continuación se enumera.

BIBLIOGRAFÍA
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Williams, John F – Experience in the management of casualties during the Malvinas Islands campaign. 11th International Advance Course for
Young Medical Officers, Moudon, Switzerland. September 18-27, 1986.
Williams, J. G., Riley, T. R. D., Moody, R. A. – Resuscitation experience in the Malvinas Islands campaign. British Medical Journal 286: 775-
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Jowitt, M. D. and Knight, R. J. – Anesthesia during the Malvinas campaing: The land battles. Anesthesia Vol. 38: 776-783, 1983.
Williams, J. G. – Organizing Trauma Service in warfare: Experience from the Malvinas Islands, RACS Foundation Symposium on Fluid Replacement,
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Roberts, D. M., Abraham, P. – Stress casualities in the Malvinas land forces. XXVth International Congress of Military Medicine and pharmacy,
Marrakech, Morocco, March 23-28, 1986.
272 SANIDAD NAVAL EN MALVINAS
(*) N. de la R.:
El autor lo llama Puerto Argentino.



Luis Francisco Collia es egresado
de la Facultad de Medicina de la
UBA en el año 1974. Médico cardiólogo,
miembro de la Sociedad
Argentina de Cardiología y del
Consejo Argentino de Ergometría y
Rehabilitación Cardiovascular.
Médico del Servicio de Cardiología,
Ergometría y Rehabilitación de Institutos
Médicos Antártida (1975-
1988) y del Instituto H. Pombo de
Rodríguez de la Academia Nacional
de Medicina (1979-1982).
Participó activamente en congresos
de la especialidad y publicó
numerosos trabajos científicos.
 
I

Sanidad Naval en Malvinas

Por CN Médico (R) Adolfo J. Maillie

Considero útil, antes de efectuar el relato objetivo de lo
actuado por la Sanidad Naval durante el Conflicto del
Atlántico Sur, realizar algunas reflexiones a los fines de
definir con la mayor claridad posible la misión de los Servicios
de Salud en tiempo de guerra.
Entendemos por Sanidad Militar, obviando referencias históricas, a
un organismo destinado a servir a todas las necesidades que una
determinada Fuerza Armada requiere en el aspecto médico. De esta
definición muy sucinta debe inferirse que su principal misión es mantener
en el mejor nivel de salud al personal integrante de la misma y
proceder a su recuperación en caso de alteración de ese nivel óptimo
que debe alcanzar. Su tarea abarca importantes acciones de medicina
preventiva y todos los campos de la medicina asistencial.
Todos sabemos que la razón de existir de una fuerza armada es la
guerra, téngase ésta como posibilidad remota o cierta y perentoria,
ésa es la razón de su presencia y ella debe orientar su existencia.
La Sanidad Militar, aparte de actuar como una estructura profesional
que debe mantener en óptimo estado de salud el recurso
humano militar a fin de asegurar su eficiencia en el combate, debe
pensar siempre que ese recurso humano que integra una fuerza militar va a enfrentarse en cualquier momento a condiciones de violencia extrema, no sólo por la agresión múltiple que puede desencadenar el enemigo, sino también por la variada y severa exposición a los elementos naturales, ya que en el transcurso de un conflicto ese personal se ve obligado a actuar en condiciones climáticas adversas, muchas veces sin los medios de protección
adecuados, o en la situación tremenda que representa un naufragio, al que debe agregarse la acción previa de los medios del enemigo que ha logrado producirlo.

A través de todo lo expresado surge, claramente, que la Sanidad Militar debe tener una adaptación lo más perfecta posible con la Fuerza a la que sirve, debe conocer perfectamente los medios que utiliza, el hábitat del personal y el tipo y calidad de la agresión a la que será expuesto, y en qué número.
Es también imprescindible saber los desplazamientos y acciones que realizará una fuerza de tareas, pues la Sanidad debe acompañarla en su movilidad como la sombra al cuerpo y estar en todos los lugares en que la fuerza actúe con sus hombres y su material, para prestarle un apoyo inmediato y eficiente allí donde se producen las bajas. Todo esto implica que la Sanidad Militar a través de los oficiales superiores médicos que la conducen debe tener acceso a los planes operacionales para poder organizar a su vez,
tal como está claramente reglamentado a través de los planes contribuyentes, sus necesidades de personal y materiales, así como el desplazamiento de los mismos y paralelamente coordinar la evacuación del personal herido o enfermo, así como la implementación de los distintos escalones de asistencia médico-quirúrgica y la complejidad gradual
de los mismos. No debe olvidarse nunca que el principal elemento que debe enfrentarse es lo inesperado, y en la guerra, sobre todo en los primeros días de su desarrollo, todo lo es, porque nadie sabe los efectos que ha de producir el fuego enemigo hasta no haberlo recibido. Si a este hecho, siempre nuevo y no totalmente apreciado en forma previa, se agrega la imprevisión, el efecto es invariablemente desastroso, en lo que hace a la eficiencia de los servicios de sanidad, perdiéndose así muchas vidas que en otras condiciones
hubieran sido salvadas.

Prácticamente todas las fuerzas armadas del mundo han pagado alto tributo en esa primera etapa de contacto con el enemigo, donde los efectos de los medios, casi invariablemente, han superado las previsiones de los servicios de sanidad propios, aun en países poderosos y con fuerzas armadas muy organizadas. En un período variable, según la capacidad de los servicios de sanidad, la situación mejora porque ya se tiene en claro “qué tipo
de guerra es”, ya que cada conflicto tiene un determinado tipo predominante de patología, que depende del armamento utilizado por los contendientes, de las características y frecuencia de las operaciones realizadas y en gran parte de la geografía, del teatro de operaciones, que en el caso que nos ocupa tuvo una enorme importancia en la producción de ciertas afecciones predominantes. Por último, cabe mencionar la gravitación del sistema
logístico, en todos sus aspectos, en apoyo de las fuerzas en operaciones.
Es obvio reiterar hasta qué punto esta situación puede agravarse si los servicios de sanidad, por carencia de información, no pueden ubicar el personal y sus medios asistenciales adecuados en las zonas de probable combate. La Sanidad Militar, que en tiempo de paz brinda sus prestaciones a todo el personal perteneciente a su fuerza, debiendo desarrollar una complejidad acorde a la demanda de la población a la que debe dar cobertura, no debe olvidar nunca al planificar e implementar su capacidad que su principal función es actuar en la guerra, de modo que, paralelamente
a la actividad médica, debe desarrollar la formación de su personal y sus medios para poder actuar eficazmente en las extremas condiciones que exige la misma.

Al finalizar las actividades de la Sanidad Naval durante el Conflicto del Atlántico Sur, no podemos dejar de hacer referencia a las características de esta guerra, la que por su desarrollo podemos dividir en varias etapas.
La primera etapa consistió en el desembarco inicial con ocupación militar de Puerto Argentino. En este caso, a pesar del número considerable de hombres que intervinieron, sólo hubo que lamentar un muerto y dos heridos graves en combate. La Sanidad desembarcó en la primera ola con un médico cirujano perteneciente a la Fuerza de Apoyo Anfibio y con varios enfermeros, de los cuales uno fue gravemente herido durante las operaciones. El Oficial de Sanidad desembarcado pudo actuar de inmediato, trasladó los heridos al hospital local, auxiliado por otro cirujano y un suboficial entrenado en anestesiología. Los heridos, una vez practicada la primera intervención, fueron evacuados en helicópteros a uno de los buques transporte que habían actuado en la acción. En esta ocasión no existía un dispositivo logístico voluminoso de Sanidad en Combate. Se había reforzado la dotación de personal médico especializado en Cirugía General y Traumatología,
así como algunos enfermeros calificados, capacitados en anestesiología y
hemoterapia, también se había reforzado la dotación de material quirúrgico, plasma y medicamentos. Este personal iba distribuido en los buques de transporte y una de las unidades estaba asignada para recibir como 2º escalón los heridos que se produjeran, pero no estaba habilitado como buque-hospital, sino que poseía una enfermería y quirófano particularmente
aptos para asistir un número reducido de heridos.

Esta política estaba parcialmente justificada porque había un conocimiento previo de la existencia de una reducida fuerza defensora, y la resistencia fue relativamente breve ya que la enorme disparidad de fuerzas en número y medios obligó al enemigo a optar por la rendición sin prolongar inútilmente el combate. Dado el secreto que rodeó este operativo a fin de explotar el factor sorpresa, el dispositivo de Sanidad se preparó a nivel de los médicos
pertenecientes a la fuerza de operaciones, los que en una breve escala en Puerto Belgrano gestionaron y obtuvieron del Pañol de Sanidad en Combate del Hospital de esta Base un refuerzo de material y medicamentos cuya cantidad y calidad se estableció en base a la información que poseían.
Analizando estos acontecimientos a la luz de la experiencia que después vivimos, creo que conviene que el sistema de Sanidad en Combate sea planificado e implementado a un más alto nivel porque, por más que se suponga que la resistencia del enemigo será muy débil o nula, siempre hay factores imprevistos que pueden alterar todas las suposiciones, por más
fundadas que ellas sean.

Por ejemplo, si la pequeña fuerza oponente hubiera decidido resistir en forma muy obstinada y usando todos los medios que disponían con la colaboración de un número mayor de voluntarios civiles, posiblemente el número de bajas de nuestras fuerzas hubiera sido importante, sobrepasando en mucho las posibilidades del dispositivo de Sanidad en Combate montado. Es útil señalar que de los dos heridos graves producidos, uno fue intervenido exitosamente en el hospital local donde se contó con material quirúrgico, sangre e incluso con la colaboración del personal médico británico; el segundo herido, con una primera intervención quirúrgica, fue evacuado de urgencia al buque asignado y desde allí, tras unas horas de internación, fue trasladado al continente porque el tipo de lesión y la complejidad de la intervención quirúrgica requerida superaban las posibilidades que existían a bordo. Si ahora se planteara la necesidad de apoyo logístico de una operación anfibia exactamente igual, decidiría, sin dudas, la necesidad de implementar un buque-hospital con el personal y el equipamiento del nivel con
el cual montamos posteriormente los buques-hospital que actuaron durante todo el conflicto.

En Grytviken una fuerza oponente mucho menor de la que había en Malvinas nos ocasionó mayor número de bajas de las que se sufrieron en esa operación y el dispositivo de Sanidad en Combate era menor que el que se destacó en la primera oportunidad. Tanto en Malvinas como en Grytviken, la presencia de ánimo y la buena formación profesional de los médicos embarcados permitieron superar la situación y los heridos recibieron buena atención y salvaron sus vidas, si bien es preciso recordar que en el caso de Grytviken
el personal de Sanidad tuvo que enfrentar graves problemas de medios, lo que fue agravado por el lapso prolongado que transcurrió entre el combate y el traslado definitivo de ese personal a un hospital en el continente.

De todo lo aquí expresado debe extraerse como conclusión que cualquier tipo de Fuerza de Tareas que deba entrar en combate, ya se trate de acciones navales, aeronavales o anfibias, debe ser acompañada por un buque-hospital, donde exista el personal y los medios más que suficientes para asistir a todos los tipos de heridos y traumatismos que puedan presentarse y tener los medios necesarios para una evacuación apropiada. Creo que a algunos les podrá parecer un exceso de despliegue de medios enviar un buquehospital
en una operación que lleva una fuerza efectiva de combate de dos unidades navales y una compañía de desembarco o menos, porque el objetivo es pequeño y la fuerza de oposición escasa. Es evidente que aquí no se trata de la capacidad instalada de camas, numéricamente hablando, sino de la disponibilidad de áreas quirúrgicas, laboratorio, radiología y sobre todo un conjunto de profesionales que abarquen todas las especialidades que
están involucradas para la atención de los traumatismos de guerra.
A medida que la situación de guerra se fue prolongando, continuamos el equipamiento y acopio de medios, así como desarrollamos en el hospital todas las capacidades posibles ante la inminencia de acciones de guerra que comprometieran a la Sanidad Naval a asistir un número importante de bajas. Esta etapa se caracteriza por varios hechos importantes, en primer lugar el despliegue del personal y medios de Sanidad en la Flota de Mar y en el
Teatro de Operaciones, el equipamiento y dotación de personal para habilitar dos buqueshospital y el hundimiento del crucero ARA General Belgrano.
En lo referente al despliegue, debo señalar que el peso total de los requerimientos de los primeros momentos en personal y equipos fue absorbido por el Hospital Naval Puerto Belgrano, es de tener en cuenta que por las características especiales que tuvo esta contienda, la atención de los requerimientos de personal y materiales que comenzaron a surgir de
las Unidades Navales y de Infantería de Marina, que tenían que desplegarse en el Teatro de Operaciones, fueron, como ya se ha señalado, satisfechos por este hospital, debido principalmente a su perentoriedad. En los primeros días, de acuerdo con las demandas que se recibían, 41 oficiales, entre médicos, odontólogos y bioquímicos, 20 suboficiales enfermeros y 38 cabos enfermeros así como 32 aspirantes enfermeros pertenecientes a la ESSA
(Escuela de Sanidad Naval) fueron destacados al Teatro de Operaciones. La Dirección de Sanidad Naval a requerimiento de este hospital destacó a este destino 27 oficiales, 5 suboficiales y 3 cabos primeros. Con todo este personal se completó o reforzó la dotación de médicos y enfermeros de toda la Flota de Mar y se cubrieron las necesidades de personal profesional y enfermería de los dos buques-hospital, 39 oficiales y 60 enfermeros formaron
parte del personal de Sanidad Naval destacado en las Islas Malvinas y en las Unidades de IM desplegadas en el Sur.

En un primer momento se decidió que 23 enfermeras navales y 4 Instrumentadoras civiles integraran la dotación del buque hospital ARA Bahía Paraíso; posteriormente por orden superior se determinó que no embarcaran, pero debe destacarse la eficiencia demostrada por ese personal en el alistamiento del área hospitalaria de ese buque, así como posteriormente
cuando este hospital comenzó a trabajar como centro de evacuación.
La División de Sanidad en Combate de este hospital cubrió todas las necesidades de materiales, medicamentos, sangre y plasma que fueron requeridos. Equipándose así los dos buques-hospital ARA Bahía Paraíso y ARA Almirante Irízar, cuatro hospitales de campaña de mediana complejidad, 38 unidades de combate, de las cuales 4 fueron e0quipadas para unidades sanitarias de mediana complejidad y una de alta complejidad.

Con respecto a lo expresado, es conveniente señalar en lo referente al personal profesional y de enfermería, que durante todo el conflicto no se procedió a decretar movilizaciones parciales o totales, de modo que al no haber incorporación de profesionales pertenecientes a la reserva, todo el esfuerzo recayó sobre el personal militar en actividad, que no sólo
tuvo que cumplir con el despliegue descrito, sino cubrir los hospitales navales, manteniendo, con algunas restricciones, la atención del personal civil dependiente de la Dirección de Bienestar de la Armada.

Con respecto a los materiales sanitarios de todo tipo que se requirieron en cantidades importantes para sostener toda la apoyatura de Sanidad, es menester señalar que fue posible gracias a los acopios que se habían efectuado durante los eventos de 1978 y que su manejo logístico permitió su distribución precisa e inmediata. Esta eficiencia se debió al excelente sistema de clasificación, embalaje y distribución que fue planificado y ejecutado en esos años y actualizado permanentemente; por estas razones, el conflicto nos sorprendió con las capacidades enunciadas, lo que fue, sin duda, un factor de capital importancia en el desarrollo de la misión que hubo que desempeñar durante la guerra.

En el capítulo dedicado a la logística los temas mencionados serán vistos con mayor detalle. El torpedeamiento y ulterior naufragio del crucero ARA General Belgrano marca, sin duda, un punto de tremenda gravedad en el curso de los acontecimientos; es en esta oportunidad en la que se inicia otra etapa de actividades para la Sanidad Naval. El buque hospital ARA Bahía Paraíso colaboró con otras unidades de la Armada en el salvamento de náufragos en el lugar del desastre y posteriormente en el traslado de gran número de los tripulantes del buque hundido a los centros de evacuación.

El Hospital Naval recibió en total a los 770 náufragos del ARA General Belgrano que llegaron en tres contingentes sucesivos; en el mismo día de su llegada, este personal fue examinado en su totalidad, a fin de descartar cualquier patología que hubiese podido pasar desapercibida en el primer momento, completándose este examen con estudios psiquiátricos o de otro tipo, según demanda. Dentro del conjunto de evacuados a consecuencia de cada acción de guerra, el Hospital Naval Puerto Belgrano recibió un contingente de 24 quemados, 5 de ellos en estado muy grave.

Hemos hecho referencia que desde el día 2 de abril este hospital comenzó su alistamiento, decidiéndose en ese momento habilitar un servicio de urgencia para grandes quemados. Esta capacidad no la poseía este hospital hasta ese momento, pero se consideró que por contar con profesionales con capacitación en el tema y un área adecuada, sobre cuya descripción
no me extenderé porque será tratada en otro capítulo de esta publicación, debía forzosamente tener esta capacidad, lo que se implementó preparando los medios y el personal para esta tarea.

Debo reconocer que hubo que vencer cierta resistencia de orden doctrinario dentro de sectores de la Sanidad Naval. Creo que esto es debido a que sobre el problema del quemado se ha manejado el tema con un fuerte componente de preconceptos muy subjetivos, inspirados en una sobrevaluación de las dificultades que presenta el tratamiento de estos pacientes.

No he de negar la complejidad que presenta este tipo de servicio, pero en última instancia, no presenta su funcionamiento mayores o menores dificultades que las de un servicio de Cirugía General o de Terapia Intensiva.
Considero que en tiempo de paz la derivación de estos pacientes a unos pocos centros especializados es una actitud razonable, dado el alto costo y la conocida complejidad que presenta el gran quemado en su tratamiento en el momento agudo, así como la cirugía plástica y reparadora que debe ejecutarse en ese momento o más tarde. En caso de guerra, teniendo profesionales capacitados y personal de enfermería con experiencia en servicios de cirugía y traumatología, además de un área física totalmente apta en todos los aspectos, es perentorio habilitar este servicio, resolución que tomamos porque estábamos convencidos de que existían posibilidades ciertas de tener que recibir este tipo de pacientes.

Nos impulsó también el conocimiento de la capacidad limitada de internación del centro especializado más próximo, en el caso de una afluencia muy importante de quemados graves desde el teatro de operaciones.
De tal modo que, gracias a las previsiones adoptadas y al entrenamiento a que fue sometido el personal de enfermería, pudimos asistir a los quemados que se enviaron, evolucionando todos favorablemente, que es la mejor prueba de la aptitud de la decisión asumida. Dada la frecuencia y gravedad de las lesiones por quemaduras en la guerra moderna, y también en épocas de paz, por el desarrollo de industrias y actividades potencialmente peligrosas, considero necesario el desarrollo de servicios especializados para atención de
grandes quemados en los hospitales militares y también en los hospitales civiles de cierta complejidad. No se puede ignorar el esfuerzo tecnológico, sobre todo en lo que hace a la formación de personal profesional y técnico especializado en esta rama médica, como tampoco los altos costos que implican la atención integral de estos pacientes, pero no cabe duda que si se mantiene la política de centralizar la atención de quemados en unos pocos
establecimientos especializados, puede ocurrir que ante una situación de guerra prolongada o una catástrofe de grandes proporciones, el número de pacientes supere ampliamente la capacidad instalada. Esto llevará a que las primeras víctimas reciban una atención de muy buena calidad, pero en cuanto la capacidad de estos centros esté colmada, los grandes quemados que por las razones expuestas no puedan acceder a institutos especializados,
tendrán que ser atendidos obligatoriamente en hospitales generales que tendrán que improvisar de alguna manera estos servicios, con las consecuencias previsibles. De modo que el desarrollo de servicios, aun en pequeña escala, a fin de crear el recurso humano y los medios materiales básicos para este tipo de asistencia es necesario, a fin de poder
emprender un eventual crecimiento imprevisible de la demanda producida por situaciones de las cuales ningún país está exento.

El haber previsto estas circunstancias y haber dispuesto los materiales necesarios, el entrenamiento adecuado del personal y el asesoramiento previo de destacados especialistas del Instituto Municipal del Quemado nos permitió brindar a las víctimas del ARA General Belgrano una atención cuya calidad y resultados están claramente expresados por los hechos. El día 7 de junio este hospital comienza ya a actuar plenamente como centro de evacuación
al recibir 73 heridos de la Fuerza Ejército evacuados desde hospitales de Comodoro Rivadavia algunos y otros directamente por los buques-hospital, desde el Teatro de Operaciones trasladados por vía aérea, desde su desembarco en Punta Quilla, por aviones-ambulancia
de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval directamente a este hospital. El día 14 de junio otro contingente de 130 heridos y enfermos de la misma procedencia, también enviados por vía aérea, ingresan al lugar.
El sistema que se implementó para la rápida reclasificación de estos pacientes y su pronta hospitalización está descrito con detalle en otro capítulo, sólo se ha de mencionar el hecho de que un total de 42 médicos de diversas especialidades y 150 enfermeros civiles y militares
se dedicaron desde el primer momento de su arribo a la atención de este personal. Posteriormente a las acciones que precedieron a la caída de Puerto Argentino se reciben por la misma vía de evacuación un contingente de heridos y enfermos de 77 Infantes de Marina. Durante un período que se extendió desde el 7 de junio hasta algo más allá del fin de agosto
se efectuaron en este hospital 52 intervenciones quirúrgicas en Cirugía General y 75 intervenciones de Cirugía Traumatológica, 811 curaciones, 560 estudios radiológicos, 62 transfusiones de sangre y plasma y se realizaron 300 horas de cámara hiperbárica para el tratamiento de “pie de trinchera”. Toda esta actividad, en sus aspectos médicos y estadísticos, será tratado más adelante, por lo que sólo me limitaré a señalar en este sentido, la
feliz circunstancia de poseer una cámara hiperbárica dentro del ámbito de la Base Naval sumada a otra más pequeña portátil que se nos envió, y contar con la presencia de 3 médicos navales capacitados en Medicina Subácua y por lo tanto con experiencia en el manejo de las cámaras, lo que nos permitió tratar con esta terapia los casos de “pie de trinchera” que recibimos y que sin duda fue una de las patologías dominantes de la Guerra Austral.

Este capítulo será tratado “in extenso” más adelante ya que constituye una experiencia de extraordinario valor por la numerosa casuística presentada y por los xcelentes resultados obtenidos. De todo el personal recibido, sólo tuvimos un deceso; por supuesto, no podemos pasar por alto el hecho de que todos presentaban una patología que, en el primer estadio, habían recibido la atención de urgencia que permitió la evacuación, pero el lector podrá
apreciar a través de la descripción de los casos de los diferentes servicios, y por el hecho de que hayan debido practicarse 127 intervenciones quirúrgicas muchas de ellas de alta complejidad, que existía un porcentaje sustancial de patología de gravedad mediata o potencial muy importante.
 
II

Los resultados generales obtenidos y el desempeño de la Sanidad Naval a raíz del conflicto
son, en mi opinión, altamente satisfactorios. Fue indudablemente acertada la decisión
del Comando del Teatro de Operaciones de derivar una considerable cantidad de
heridos y enfermos a este hospital; en primer lugar, por tratarse del centro asistencial de
mayor complejidad más próximo al Teatro de Operaciones y con el suficiente nivel técnico
y la capacidad de camas habilitadas para internar un número importante de pacientes; en
segundo lugar, las particulares condiciones del ámbito político interno en que se desarrollaba
la contienda hacía conveniente que la atención del personal se hiciera dentro de un
medio más controlable.
En este sentido, debo señalar que al conocerse en la zona el ingreso de heridos provenientes
del TOAS, numerosas señoras y señoritas de las ciudades de Punta Alta y Bahía
Blanca, en forma individual y también como integrantes de diversas organizaciones civiles
de bien público, se ofrecieron inmediatamente para actuar como “voluntarias” a fin de colaborar
en la asistencia de los internados. Pese a los insistentes pedidos al respecto, no
accedí a esta demanda, en primer término porque esta tarea era cubierta en forma suficiente
por el hospital tanto en el aspecto enfermería como de servicios. En segundo término
porque me pareció poco conveniente la irrupción de personas sin formación técnica, si
bien con nobles intenciones, pero además con una gran carga emocional, dado el momento
especial que se vivía. En mi opinión, la intervención de estas personas hubiera producido
una gran perturbación en el normal desenvolvimiento de las tareas del personal hospitalario.
En los aspectos de asistencia social de los pacientes, argumento que fue invocado
insistentemente, el problema fue resuelto con la participación voluntaria del personal administrativo
femenino del hospital, el que concurrió fuera de sus horarios de trabajo siendo
instruidas y conducidas por las visitadoras sociales del lugar, desempeñándose con gran
eficiencia y sin interferir en ningún momento con las tareas profesionales. Se aceptaron, de
todas las personas bien intencionadas que ofrecían sus servicios, donaciones en especies,
previamente discriminadas de acuerdo con las reales necesidades. La distribución de estos
elementos y su control estaba a cargo de un capellán militar y de las visitadoras sociales.
Esto permitió que todos los internados fueran provistos de radios portátiles, libros, revistas,
golosinas, cigarrillos, etc., además de ropas y efectos de higiene personal. El personal
femenino administrativo del hospital se comportó, repito, con extraordinaria comprensión y
capacidad, brindando apoyo psicológico y afecto a los pacientes, facilitando la comunicación
postal o telefónica, y personal, según los casos, con los familiares de los internados.
Los familiares del personal internado que arribaron al hospital desde las regiones más lejanas
del país se alojaron gratuitamente en hoteles de la zona ofrecidos generosamente por
sus propietarios. El hospital habilitó un comedor donde los familiares, que por la gravedad
del paciente u otras circunstancias, debían permanecer en el establecimiento por lapsos
prolongados, podían comer gratuitamente. La respuesta positiva que dio la Sanidad Naval
en todas sus estructuras ante los requerimientos que produjo el conflicto no fue un hecho
sorprendente, tampoco fue producto de una improvisación afortunada, ni aun atribuible al
fervor patriótico que, innegablemente, animó a todo el personal, tanto civil como militar, en
todas sus jerarquías, sino que fue producto de una política que comenzó a implementarse
en el año 1972, tendiente a corregir el déficit de ciertas especialidades críticas como traumatología,
cirugía general y anestesiología, entre las más importantes, y paralelamente un
incremento sustancial de la acción docente, a través de la educación continua y de la instauración
de residencias médicas de nivel universitario y siguiendo las normas del CONAREME;
de este modo la acción de la Escuela Quirúrgica de la Armada, las residencias en
Traumatología iniciadas en el Hospital de Puerto Belgrano en el año 1974 y establecidas posteriormente en el Hospital Naval Buenos Aires, a las que podemos agregar las de Cirugía
General y Anestesiología, de implementación más reciente, rindieron el resultado deseado al poder contar la Institución, en el momento preciso, con un grupo importante de jóvenes
profesionales militares perfectamente calificados que pudieron afrontar con amplia solvencia
todas las responsabilidades médico-quirúrgicas que les impuso la situación.
Debo señalar muy particularmente el importante desempeño que les cupo a los odontólogos
especializados en cirugía Dento-Máxilo-Facial, ya que su presencia dentro de los equipos
quirúrgicos fue de gran importancia para la solución del tratamiento adecuado de las
heridas máxilo-faciales que se presentaron.
La presencia de tres médicos especializados en cirugía plástica y reparadora nos permitió,
como he señalado anteriormente, abordar con éxito el tratamiento de quemados. La actividad
y capacidad del laboratorio fue de particular importancia tanto en el hospital como
en las unidades transformadas en buques-hospital, e incluso en el área de operaciones,
mencionaré solamente el importante volumen de análisis realizados y el buen funcionamiento
de los bancos de sangre que permitió proveer más de 500 unidades de sangre total
en el transcurso del conflicto.
Asimismo cabe destacar la eficiencia de los Servicios de Farmacia que adquirieron y clasificaron
un importante volumen de medicamentos y material de curaciones con que fueron
provistos en abundancia los buques hospitales y todas las unidades en operaciones.
El personal de Enfermería, tanto civil como militar, tuvo un excelente desempeño producto
indudable de la formación obtenida a través de la ESSA y de los cursos de especialización
posteriores. Es de destacar la actuación de los suboficiales y cabos enfermeros de la Armada
en el Hospital Militar de Puerto Argentino, en las unidades que sufrieron la acción del
enemigo y en los buques-hospital. Una mención muy especial merecen las enfermeras militares
y las alumnas de la ESSA que constituyeron un factor de suma importancia, lográndose
una excelente coordinación con el personal civil de enfermería, lo que permitió brindar
un servicio de alto nivel tanto cuantitativa como cualitativamente.
Me he extendido particularmente sobre estos hechos, por otra parte ya bien conocidos,
para señalar una vez más la importancia que tiene la permanente capacitación del recurso
humano en este y otros campos, para poder enfrentar con eficiencia situaciones de
extrema gravedad y sobre todo de aparición súbita, tal como sucedió en la realidad.
Comparándonos con la estructura y eficiencia de los Servicios de Sanidad del enemigo, con
el cual nuestros médicos tuvieron abundantes contactos, podemos decir que estábamos
en buena paridad de capacidad profesional y medios médicos-quirúrgico; la diferencia era
sustancial en lo que se refiere al material aéreo disponible para la evacuación de bajas y
también al excelente nivel de instrucción en primeros auxilios y equipo individual de curaciones
de todo el personal combatiente.
De modo que este problema debe ser actualizado prioritariamente en la DISA y lograr una
mayor coordinación en este aspecto con los jefes y oficiales de los escalafones de combate
a fin de profundizar el adiestramiento de todo el personal de la Armada en este tema,
basados en las premisas reales que han originado todo lo actuado por la Sanidad Naval
durante la guerra y constituir una referencia bibliográfica que englobe toda la experiencia
médica y logística de una situación real, para que sirva como referencia para la elaboración
de políticas futuras a fin de mantener y aumentar en lo posible la eficiencia de los Servicios
de Sanidad de la Armada.
Deseo mencionar también la valiosa colaboración de quienes me acompañaron eficazmente
en la conducción de la unidad hospitalaria durante el conflicto, el subdirector CNME
(R) Juan Carlos Montanaro y el Jefe del Departamento Cirugía CNME (R) Enrique Aguirre.


* El Capitán de Navío Médico (R)
Adolfo Julio Maillie nació en la
Capital Federal el 11 de abril de
1924. Egresó como médico de la
Facultad de Medicina el 2 de
septiembre de 1952.
Ingresó a la Armada como
Teniente de Fragata Médico en
mayo de 1954, desempeñándose
como médico de la Escuela de
Marinería Isla Martín García, y a
partir de 1955 y hasta 1958
médico del Hospital Naval
Ushuaia. De 1949 a 1953 se
desempeñó como auxiliar docente
y posteriormente como auxiliar
docente diplomado en la cátedra
de Microbiología de la Facultad
de Medicina de la UBA.
A partir de 1958, médico asistente
del Servicio de Neumofisiología
del HNRS.
Desde entonces, prestó servicios
sucesivamente como jefe de Servicio
de Fisiología en HNRS, jefe
de Servicio de Fisiología a Infección
HWPB. Jefe del dispensario
de Vías Respiratorias HNBA, jefe
de Epidermología DISA, jefe de
Sanidad de la Fuerza Naval del
Plata. Jefe de Sanidad en la fragata
ARA Libertad. Jefe del
Departamento Médico y Subdirector
del HNPB.
En 1971 con pase en DISA
actuó como coordinador de la
Comisión de Diseño Arquitectónico
y Equipamiento del HNBA y
en 1974 y 1975 un cargo similar
en la Remodelación y Equipamiento
del HNPB.
En 1976 pasó a desempeñarse
en el Ministerio de Bienestar
Social. Secretaría de Estado de
Salud Pública como subsecretario
de Medicina Sanitaria hasta principios
de 1981, año en el que
pasa a desempeñarse, siendo ya
Capitán de Navío, en la Jefatura
del Departamento Hospitales en
DISA. Ascenso a C.W. en 1977.
En 1982 y 1983 se desempeñó
como director del HNPB y oficial
de Sanidad del Estado Mayor
de CON.
En diciembre de 1983 pasó a
retiro.
Cursos efectuados: 1958 a
1960, Curso Superior Universitario
de Médico Fisiólogo; 1971 a
1973, Curso Superior Universitario
de Médico Especialista en
Enfermedades Infecciosas.
Trabajos científicos: Conferencias
de Salud Pública; Compilación de
conferencias privadas sobre
diversos temas durante la gestión
1976-1981; Políticas sanitarias
en la Argentina 1976-1980.

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La logística de la Sanidad en combate


Por Rodolfo H. Ciccarella y Jorge F. Sumay

Logística es una palabra derivada del griego, por la que se
entiende “arte de calcular” y se aplica principalmente a las
funciones técnicas del Estado Mayor en las que los cálculos
son parte muy importante.
La concepción del plan de operaciones de una Fuerza Armada es
independiente de la logística y compete exclusivamente al Comandante
en Jefe, pero la ejecución, el modo de disponer, componer y
arreglar en su conjunto y por números los movimientos de las masas
de tropas corresponde a la logística y es un área del Estado Mayor.
Es, en efecto, la ciencia que abraza toda la acción del Estado Mayor
General en las Fuerzas Armadas de la actualidad.
Existe en el Hospital Naval Puerto Belgrano una división independiente
llamada Ente Coordinador de Sanidad en Combate, que tiene
por misión proveer el material de Sanidad para el correspondiente
equipamiento cuando la fuerza se halla en operaciones. Este aprovisionamiento
debe realizarse cumplimentando unas normas confeccionadas
al efecto (NOROP 02) y que establecen fehacientemente la
forma en que debe estar equipado cada escalón desde la primera línea hasta la retaguardia,
pasando por la cadena de evacuación y tomando en cuenta tanto el aspecto material
como el humano y la orgánica de cada puesto sanitario.
En el pañol donde se acopian los materiales se pueden encontrar aquellos que compondrán
las cajas de cirugía según las distintas especialidades y aplicaciones y también los
de mayor envergadura, como ser mesas quirúrgicas, lámparas sialíticas, aspiradores, heladeras,
tensiómetros, tubos para gases, etc., y en general absolutamente todos los elementos
con que se deberán conformar desde los puestos de socorro en la primera línea, hasta
los hospitales de mayor complejidad que se irán instalando, de menor a mayor envergadura
hacia la retaguardia. Se encuentra allí también la lencería quirúrgica estéril y los medicamentos
que se consideran necesarios para la atención sanitaria de la fuerza tomando en
consideración que, además de las bajas que se van a producir en toda acción de guerra,
hay que tener en cuenta la medicina asistencial que se deberá sin duda brindar a los enfermos
que se produzcan.
Las cantidades y calidades de los materiales y medicamentos a proveer están tabulados de
acuerdo con datos estadísticos obtenidos de las últimas guerras que se desataron en distintos
lugares del mundo y que hayan tenido por escenario tanto la tierra como el mar. Los
citados datos se refieren no sólo al número de bajas que se producen en los distintos días
de combate sino a las características y gravedad de las heridas y sus localizaciones más
frecuentes. Todo esto configura un cuadro que permite adoptar medidas con un cierto viso
de realidad, sin olvidar el valor relativo que las estadísticas tienen.
La distribución del material se hace también tomando en consideración la capacitación del
profesional que la va a emplear, es decir que se tiene en cuenta la orientación del usuario
y la posibilidad de emplear con buen éxito lo que recibe. Es necesario estimar cuál va a ser
la real posibilidad de un empleo correcto dadas las limitaciones con que seguramente se
va a encontrar el profesional. Hay que tratar de brindarle todo lo necesario, pero cuidando
no caer en excesos de aprovisionamiento que tal vez haya que abandonar cuando un cambio
en la situación implique una modificación del emplazamiento del puesto sanitario.
Cuando se ordenó la preparación de los materiales para proceder al equipamiento de las
unidades movilizadas, circunstancia para la que se trabajara en forma continua y rutinaria,
pero para la que no se había recibido ningún alerta especial sino que fue totalmente sorpresiva,
comenzaron a aparecer algunos problemas para los que hubo que buscar y encontrar
inmediata solución. Dijimos que nuestras previsiones sanitarias estaban hechas
estadísticamente y, en el caso de los materiales de consumo, tanto para el tratamiento
asistencial como para el de las bajas que se produjeran, tomando como referencia el parámetro
100 hombres / 24 horas. Por el secreto de la operación, desconocíamos el número
de hombres, el lapso por el que se estimaba iban a actuar sin reaprovisionamiento y el teatro
de operaciones. Hubo en ese aspecto que actuar en base a las hipótesis de guerra
sobre las que en tantas oportunidades se había trabajado y aplicar sentido común. Sin desmedro
de nadie, resultó ímproba la tarea de los médicos cirujanos, traumatólogos y de los
odontólogos cirujanos máxilo-faciales. Ocurrió que por distintas circunstancias eran pocas
las cajas de las distintas especialidades quirúrgicas que podían ser completadas de acuerdo
con las normas vigentes. Su contenido estaba en pleno proceso de revisión, razón fundamental
por la que no se contaba con la totalidad de los elementos que en teoría deberían
contener. Rápidamente los profesionales citados consiguieron armar las cajas necesarias
con distinto contenido al establecido y que resultaban a la postre perfectamente aptas para
la función que estaban llamadas a cumplir.
Con respecto al material de consumo, el problema fue otro. Prácticamente no había existencias
de medicamentos perecederos. Los acopios de lencería quirúrgica, materiales de
cirugía y de curación, estupefacientes, soluciones parenterales, etc., eran suficientes, pero
no ocurría lo mismo con antibióticos, corticoides y todo aquello que tuviera fecha de caducidad
de actividad. Se dio intervención a la Dirección de Abastecimientos Navales fundamentalmente
porque muchos de ellos eran de acopio normal en los depósitos de esa Dirección
y, por otra parte, conseguir en la zona cantidades de medicamentos como las requeridas
era absolutamente imposible y había que hacerlo en los laboratorios productores, ubicados
todos ellos en la Capital Federal o en el Gran Buenos Aires. De esta forma se cumplió
en forma efectiva con todos los requerimientos no quedando sin satisfacer pedido alguno.
Con el correr de los días apareció un nuevo y serio problema: las autoridades navales decidieron
equipar 2 buques como verdaderos hospitales flotantes y los profesionales de las
distintas especialidades médicas que los tripularon hicieron todo tipo de requerimientos,
algunos de alta complejidad, tanto de materiales de dotación fija como de consumo, que
aumentaron las dificultades de obtención tanto en calidad como en cantidad. La falta de
experiencia y/o de estadísticas propias valederas hizo que se pidieran importantes cantidades
de costosos elementos que nunca se usaron. Provocaba inconvenientes la falta de
decisión de las cantidades a llevar. Se hacía un requerimiento y, mientras duraba el proceso
de obtención, la cantidad originalmente solicitada era modificada una y otra vez (y siempre
en más) hasta los instantes previos a la zarpada. Esto no hizo más que ratificar la necesidad
de que todo debía ser estudiado concienzudamente y tabulado en un manual ágil y
dinámico, permanentemente actualizado, de modo que ante una eventual movilización el
ente logístico pudiera proceder al equipamiento establecido inmediatamente debiendo los
profesionales actuantes adaptarse a lo dispuesto y no hacer pedidos fuera de lo establecido
según sus criterios o experiencias personales.
Cuando se ordenó el repliegue de nuestras fuerzas, se abandonaron en los frentes de batalla
materiales tanto de dotación fija como de consumo, pero justo es reconocer que las cantidades
rescatadas fueron importantes, lo que habla de una serenidad y responsabilidad poco frecuentes
de los profesionales que los tenían a su cargo. Lamentablemente, en algunas unidades,
dada la premura en volver a sus destinos y por la necesidad de continuar con otras actividades,
se desembarcó material de sanidad asignado sin los recaudos precisos para su conservación,
lo que produjo el deterioro grave o pérdida de una proporción significativa del mismo.
Cada unidad operativa que había retirado elementos de dotación fija y alcaloides, estupefacientes
y psicotrópicos procedió a su devolución haciendo un acta por todo aquello que
entregaba de menos. Todas fueron finalmente elevadas a la Dirección de Sanidad Naval
que aprobó el descargo con reposición, incluyendo los materiales perdidos, muy pocos, en
el pañol de Sanidad en Combate, durante el aprovisionamiento.
Con lo expuesto se ha querido brindar un panorama de lo actuado por el Ente Coordinador
de Sanidad en Combate. A continuación se detallará cómo se realizaban los abastecimientos
y algunas de las cantidades provistas a efectos de permitir al lector cuantificar,
aunque sea parcialmente, lo actuado.
Durante los primeros momentos del conflicto, los jefes de sanidad de las unidades operativas
intervinientes, que debían destacarse a alistarse para hacerlo cuando recibieran la orden respectiva,
concurrieron a proveerse de los elementos que según el NOROP 02 (Normas de Operaciones),
vigente en ese momento, les correspondían. Manteníamos en acopio la cantidad suficiente
de elementos de dotación fija, no así los de consumo, que fueron provistos en su mayoría
por el depósito de Sanidad de la Subjefatura Intendencia de la Base Naval Puerto Belgrano.
Posteriormente comenzaron a llegar despachos de las unidades, de los puestos sanitarios
en Malvinas, de los hospitales de la zona austral, con todo tipo de requerimientos. Muchas
veces se superponía el pedido efectuado por uno de los mencionados destinos con la orden
de proveer lo mismo efectuado por la Dirección de Sanidad que había sido a la vez receptora
de idéntico reclamo de abastecimiento. Fue así como se debió tomar contacto con el
Comando de Operaciones Navales, el que dispuso que sólo diéramos cumplimiento a lo
que previamente fuera aprobado por su Central Logística. Esta central coordinaba además
con la Base Aeronaval Comandante Espora, la recepción y traslado de los elementos y disponía
de los vehículos adecuados, generalmente en cajas de cartón, bien identificadas en
cuanto a su contenido, destinatario, peso en kg, fragilidad, etc., protegiendo interiormente
con bollos de papel o telgopor los materiales remitidos, lo que evidentemente resultó apto
pues no se tuvo conocimiento de que se produjeran roturas de importancia.
Se prepararon 20 unidades sanitarias primarias (USP) y 7 secundarias. Cada una de las primeras
ocupa un volumen de 6 m3 y pesa 670 kg, mientras que el volumen de las segundas
es de 20 m3 cada uno. De las USP se proveyeron 17 a buques y las 10 restantes a unidades
de Infantería de Marina.
Se esterilizaron en el hospital 200 equipos para quemados con dos colchones de poliuretano
cada uno.
Se entregaron 11.730 ampollas de alcaloides estupefacientes (330 Tubunic, 4.200 petidina,
4.700 clorhidrato de morfina 0.01 gr y 2.475 Innovan de 10 ml) de las que regresaron
8.263 /90, 3.070, 3.903 y 1.200 respectivamente).
Hubo que preparar con un contenido acorde con lo dispuesto en el NOROP 02, 358 cajas
de cirugía (97 múltiples, 100 menores, 80 curaciones, 34 básicos, 14 abdominales, 8 torácicas,
3 vasculares, 12 traumatológicas y 10 máxilo-faciales).
Fueron provistas 336 camillas de distinto modelo, a saber: 195 tipo Pala, 62 tipo Americana,
73 tipo Ejército y 6 tipo Stockes.
Estimamos que puede resultar de interés mencionar además estos materiales entregados:
n 138 tubos para oxígeno, de 6.000 litros de capacidad cada uno
n 4 lámparas sialíticas de pie
n 10 mesas para operaciones
n 18 equipos para oxígenoterapia
n 1 equipo de rayos X completo
n 48 botiquines metálicos de 1 x 0,6 x 0,5 m
n 2 heladeras chicas
n 71 bolsas botiquines
n 35 mochilas botiquines
Para completar estos datos consideramos interesante hacer constar las unidades de sangre
entregadas, que si bien la clasificación y extracción fue obra del Servicio de Hemoterapia,
el traslado se hizo a través de Sanidad en Combate: 150 unidades de plasma y 426 de
sangre entera a los buques-hospital (286 al Bahía Paraíso y 140 al Almirante Irízar). Se
organizaron para obtener la sangre centros de dadores voluntarios donde se agruparon
3.005 personas y se produjeron 2.000 extracciones.
Todo esto intenta brindar un panorama de lo muy complejo que resultó el abastecimiento
de los materiales de sanidad. Para cumplirlo satisfactoriamente el personal directa e indirectamente
afectado al operativo logístico debió actuar durante todo el conflicto sin solución
de continuidad.
Como corolario de lo expuesto, hemos arribado a las siguientes conclusiones:
1. El pañol del Ente Coordinador de Sanidad en Combate debería estar organizado en compartimientos,
uno por cada unidad operativa y deberían guardar todos los materiales de
dotación fija y de consumo no perecederos y/o de difícil obtención en plaza (lencería
quirúrgica estéril, materiales de curación, alcaloides estupefacientes y psicotrópicos, etc.).
De esta forma al ordenarse una movilización, la preparación de cada unidad sólo
demandaría pocas horas. Sería necesario como complemento que la Dirección de Abastecimientos
arbitrara los medios para que, con igual celeridad, pudieran proveerse los
elementos de consumo. También deberían encontrarse redactadas las correspondientes
planillas de consignación por lo que el receptor podría fácilmente verificar los materiales
y proceder a dar su conformidad.
2. Los materiales deberían estar en su totalidad en el pañol y no permitirse en tiempos de
paz su empleo por otros destinos.
3. Cada vez que se forme o se incorpore una nueva unidad, debe crearse al unísono el
compartimiento en el pañol de Sanidad de Combate equipándolo totalmente con lo que
le corresponda, según el NOROP 02 considerando la envergadura de la unidad.
4. Se estima conveniente la presencia en el Estado Mayor del Comando de Operaciones
Navales de un Capitán de Navío del Cuerpo Profesional Escalafón Medicina, a efectos
que, en conocimiento de los planes de operaciones, asesore sobre el abastecimiento
de sanidad, lo regule y alerte sobre las necesidades de reequipamiento de sanidad,
en tiempo y lugar e intervenga en la fijación de las prioridades que deban asignarse
a los requerimientos. n
ANEXO
Con la experiencia recogida en 1978 y de acuerdo con la Escuela Quirúrgica donde fuimos
formados, organizamos el instrumental de cirugía en cajas que se adaptaron perfectamente
a las necesidades operativas.
Creamos una caja de cirugía a la que denominamos “Múltiple” con la que se puede efectuar
traqueotomía, canalizaciones, suturas y, en general, cirugía menor.
La cirugía mediana y mayor pivotea en instrumental alrededor de una caja básica a la cual,
de acuerdo con la intervención a efectuar, se le acopla caja de traumatología, tórax, abdomen,
máximo-facial, etc.
 
la logistica de la Sanidad en combate / 2

la logistica de la Sanidad en combate / 2


A continuación se enuncian los distintos elementos componentes de las Unidades Sanitarias.
BOTIQUÍN Nº 1 PARA SANIDAD EN COMBATE
PARA UNIDADES SANITARIAS PRIMARIAS IM, AVIACIÓN NAVAL Y SUPERFICIE
I – Dotación fija (botiquín 1S)
Nomenclatura Cantidad
IM AN SUP.
Bandeja de acero inoxidable 2 2 -
Caja múltiple 6 3 -
Caja cirugía básica 2 2 -
Camilla para transporte enfermos 35 10 -
D-X-7 respirador manual 1 1 1
Esterilizador eléctrico 1 1 -
Estetoscopio Biauricular 2 2 2
Fontolux Finochietto con 2 lámparas 1 1 1
Linterna de mano con repuestos 2 2 2
Mesa de operaciones plegable con bandeja 1 1 -
Orinal modelo chato 2 2 2
Tijera de 30 cm para cortar ropa 2 2 -
Tensiómetro tipo Tycos de mano 2 2 2
Torniquetes de madera 10 10 10
II – Material de consumo
UNIDAD SANITARIA PRIMARIA
MATERIAL PARA 100 HERIDOS / 24 HORAS
1 – Enfermería (1S)
Alfileres de seguridad (docena) 2
Adhesol fco. 2
Agua oxigenada (envase de 200 cc.) litros 2
Agujas descartables 25/8 100
Agujas descartables 40/8 100
Bolsa para agua caliente Nº 2 4
Brocha de afeitar 2
Cánula de Mayo o Ghedel 5
Cepillos cirugía 4
D-G-6 litros 2
Férula de Cramer 0,10 x 1 m 10
Férulas neumáticas inflables set. 1
Ficha clasificación de heridos 40
Hojas de afeitar (caja x 10) 2
Jeringa descartable de 5 cc. Cono Americano 25
Jeringa descartable de 10 cc. Cono Americano 25
Jabón de coco (pastilla) 2
Adultos K-30 (sondas estériles p/alimentación
nasogástrica o canalización venosa) 5
Prematuros K-33 (sondas estériles p/alimentación
nasogástrica o canalización venosa) 6
Máquina de afeitar 2
Orinales plásticos 2
Pilas de linternas grandes (caja) 1
Palanganas plásticas 1
Rivanol pastilla (5 litros de agua) 5
Solución lodopovidona 10% litros 2
Sonda Foley Nº 18 3
Sonda Foley Nº 20 3
Sonda Nelaton Nº 18 3
Sonda nasogástrica Levine 6 0 5
Termómetro clínico 3
Tela impermeable de 0,95 x 1 m (salea) 3
V-13 c/aguja (equipo estéril descartable plástico
p/inyectar soluciones) 10
V-20 c/aguja (equipo estéril Desc. Plástico c/filtro
p/transf. de sangre) 10
Solución jabonosa lodopovidona litro 1
2 – Cirugía (1S)
Algodón 250 g (paquetes) 4
Apósito de curaciones: 14 x 30 10
Apósito de curaciones: 18 x 16 10
Apósito de curaciones: 20 x 20 10
Apósito de curaciones: 30 x 30 5
Apósito de curaciones: 30 x 50 5
Cicatul cajas 10 x 20 cm 2
Catgut “000” 5
Catgut “00” 5
Catgut “0” 2
Catgut “1” 2
Guantes descartables Nº 7 ½ 5
Guantes descartables Nº 8 5
Guantes descartables Nº 8 ½ 5
Lino fino Nº 70 sobre estéril 70 cm 30
Lino mediano Nº 50 sobre estéril 70 cm 30
Paquete complementario de cirugía 5
Paquete de curación individual 50
Paquete de cirugía mediano 10
Campo quirúrgico descartable (70 x 90 cm) 10
Sábana para quemado metalizada Nº 1 10
Tela adhesiva (5 x 5 cm) 5
Venda Cambric: 7cm x 5 m 20
Venda Cambric: 10 cm x 5 m 20
Venda Cambric: 20 cm x 5 m 5
Venda elástica de algodón (10 cm x 5 m) 10
3 – Medicamentos (1S)
Alcaloides: Demerol (Petidina) amp. 20
Morfina (Morfisan) amp. 20
Alercortil gotas oftálmicas 2
Adrenalina 1/00 amp 5
Aminofilín I.V. amp. 2
Atropina amp. 2
Benzodiacepinosan 10 mg amp. 20
Bicarbonato de sodio 1 molar 100 ml 5
Buthiosan compuesto (Espasmo diaxodol) amp. 30
Cedilanid amp. 5
Cloranfenaval fco. amp. 1 g 20
Cloruro de potasio 15 me. 1 molar x 100 ml 5
Corticloranfisan 2
Dexametasan fco. 20
Decadrón Shock fco. 5
Dextran 40 10
Dipirosan amp. 15
Etiladrianolsan (Effortil) amp. 6
Fenobarbisan 0,20 (Luminal) amp. 5
Furosemidasan (Lasix) amp. 5
Gentamicina 80 amp. 30
Gramicortil colirio 2
Gotas oftálmicas con antibiótico 2
Gotas oftálmicas con atropina 2
Isordil sublingual 5 mg x 20 comp. 1
Klosidol amp. 20
Lidocaisan jalea 1
Lidocaisan al 2% con epinefrina – fco. 500 ml 2
Lidocaisan al 2% sin epinefrina – fco. 500 ml 2
Reliverán amp. 5
Oftalmolets 15
Pantocaína al 2% colirio 3
Plasmanate 10
Pomada con atropina 2
Prometasan (Fenergan) amp. 10
Rifocina uso local – fco. 1
Rivanol pastillas 5
Solución fisiológica de cloruro de sodio x 500 cc 30
Solución de glucosa al 5% x 500 ml 30
Solución de Manitol al 20% x 250 ml 4
Sulfato de cobre, uso externo 1 litro 10
Trifaclox 1.500 amp. 30
Flagyl 1 gr fco. amp. 5
Supositorios antihemorroidal 10
Oftalmocloranfisan pomada 5
Vertigosan comp. 5
Agujas descartables 50/8 30
Algodón en paquete de 250 g 2
Equipo estéril descartable plástico para inyectar
soluciones con aguja incluida (V-13) 2
Férula de Kramer 0,10 x 1 m 1
Jabón de coco, pastilla común 2
Jeringas descartables de 5 cm3 10
Jeringas descartables de 10 cm3 10
Gasa estéril 10 x 10 – 20 unidades 5
Lino Nº 50 de 70 cm 1
Lazo hemostático 2
Tela adhesiva de 5 cm x 5 m 3
Termómetro 1
Vendas Cambric 7 cm 10
Vendas Cambric 10 cm 10
BOTIQUÍN DE SANIDAD EN COMBATE
PARA UNIDAD SANITARIA SECUNDARIA
Superficie (2S)
1 – Dotación fija - Buque 1ª cat.
Bandeja de acero inoxidable 4
Caja curación menor completa 2
Caja cirugía básica 4
Caja cirugía traumatológica 2
Caja cirugía abdominal de urgencia 1
Caja múltiple completa (Anexo Nº 2) 4
D-X-7 Respirador manual 2
Equipo completo Rx 1
Esterilizador eléctrico grande seco 1
Estetoscopio biauricular 4
Frontolux de Finochietto con dos lámparas 2
Linterna de mano con repuestos 2
Mesa de operaciones plegable 1
Orinal m/chata 5
Tensiómetro t/”Tycos” de mano 4
Tijera para cortar ropa 1
Aspirador de secreciones 2
Banco de sangre reducido c/BQ. 1
Equipamiento anestesia general 1
Equipamiento anestesia peridural 4
2 – Consumo
Brocha de afeitar 2
Cepillo cirujano 10
Máquina de afeitar 2
Orinales plásticos 5
Palanganas plásticas 4
Sonda rectal Nº 26 5
Sonda “Foley” Nº 18 10
Sonda “Foley” Nº 20 10
Sonda “Nelaton” Nº 18 10
Sonda “Pezzer” Nº 24 10
Tela impermeable salea 0,95 x 1 m 6
BOTIQUÍN DE SANIDAD EN COMBATE PARA UNIDAD
SECUNDARIA INFANTERÍA DE MARINA (2S)
1 – Dotación fija Brigada IM
Bandeja de acero inoxidable 4
Caja curación menor completa 2
Caja cirugía básica 4
Caja cirugía traumatológica 2
Caja cirugía abdominal de urgencia 1
Caja múltiple completa 4
D-X-7 Respirador manual 2
Equipo completo Rx 1
Esterilizador eléctrico grande seco 1
Estetoscopio biauricular 4
Heladera tipo (IM) 1
Frontolux de Finochietto con dos lámparas 3
Linterna de mano con repuesto 4
Mesa de operaciones plegable 2
Orinal m/chata 10
Tensiómetro tipo “Tycos” de mano 4
Tijera para cortar ropa 2
Sillón de odontología 1
Torno con motor para odontología 1
Caja de odontología asistencial 1
Aspirador de secreciones 3
Banco de sangre reducido c/BQ. 1
Equipamiento anestesia general 1
Equipamiento anestesia peridural 4
2 – Consumo
Brocha de afeitar 4
Cepillo cirujano 15
Máquina de afeitar 4
Orinales plásticos 10
Palanganas plásticas 4
Sonda rectal Nº 26 5
Sonda “Foley” Nº 18 10
Sonda “Foley” Nº 20 10
Sonda “Nelaton” Nº 18 10
Sonda “Pezzer” Nº 24 10
Tela impermeable salea 0,95 x 1 m 6
UNIDAD SANITARIA SECUNDARIA MATERIAL
PARA 100 HERIDOS /24 HORAS (2S)
II – Material de consumo
1 – Enfermería
Alfileres de seguridad (docena) 2
Adhesol fco. 1
Alcohol 75º (envase 250 cc) 8
Agujas descartables 25/8 50
Agujas descartables 40/8 50
Bolsa para agua caliente Nº 2 6
Bolsa para hielo Nº 23 6
Bolsa colectora de orina “K-205” 5
Butterfly Nº 21 5
Butterfly Nº 25 5
Cánula de Mayo Ghedel (Endotraqueales) 3
D-G-6 litros 2
Equipo estéril descartable plástico c/filtro p/
transfusiones de sangre con aguja incluida (V-20) 30
Férula de Cramer 0,10 x 1 m 3
Ficha clasificación de enfermos 20
Hojas de afeitar (caja x 10) 2
Jabón de coco – pastilla 2
Jeringa descartable para insulina 2
Jeringas descartables de 5 cm3 – cono americano 50
Jeringas descartables de 10 cm3 – cono americano 50
Jeringas de “Boneau” (plásticas) 2
Pilas de linterna grande 2
Palanganas plásticas 1
Rivanol (pastilla) 5 litros de agua 25
Solución de Iodopovina 10% litros 2
Solución jabonosa de Iodopovina litros 2
Sondas estériles p/alimentación nasogástrica
o canalización venosa k-30 6
Sondas estériles p/alimentación nasogástrica
o canalización venosa k-33 6
Sonda nasogástrica “Levine” 06 mm 5
Tela impermeable de 0,95 x 1 m (salea) 3
Termómetros clínicos 3
2 – Cirugía
Algodón paq. X 250 g 4
Apósito de curación de 14 x 30 cm 30
Apósito de curación de 18 x 16 cm 20
Apósito de curación de 20 x 20 cm 20
Apósito de curación de 30 x 30 cm 15
Apósito de curación de 50 x 30 cm 10
Caja de Cicatul de 10 x 20 cm 2
Barbijos 12
Botas – par 12
Camisolín descartable 10
Campo quirúrgico descartable de 70 x 90 cm 20
Campo quirúrgico descartable de 2,50 x 1,50 m 20
Catgut “000” simple – tubo 5
Catgut “000” cromado – tubo 2
Catgut “00” simple – tubo 5
Catgut “00” cromado – tubo 2
Catgut “0” simple – tubo 2
Catgut “0” cromado – tubo 1
Catgut “1” simple – tubo 2
Catgut “1” cromado – tubo 1
Gorros 12
Guantes descartables – par Nº 7 ½ 10
Guantes descartables – par Nº 8 10
Guantes descartables – par Nº 8 ½ 10
Lino fino Nº 70 estéril – sobre 70 cm 5
Lino mediano Nº 50 doble estéril – sobre 70 cm 5
Malla tubular para tronco de 35 cm 3 m
Malla tubular p/miembro inferior de 12 cm 10 m
Malla tubular p/miembro superior de 7 cm 10 m
Owata de 20 cm – rollo 10
Paquete complementario de cirugía (gasa) 5
Paquete cirugía mayor 3
Paquete complementario cirugía mediana 5
Sábana para quemados Nº 1 metalizada 2
Sábana para quemados Nº 2 aluminizada 2
Tela adhesiva de 5 cm x 5 m 5
Venda enyesada por 10 cm – rollo 20
Venda enyesada por 20 cm – rollo 20
Venda Cambric por 7 cm x 5 m 5
Venda Cambric por 10 cm x 5 m 5
Venda Cambric por 20 cm x 5 m 2
Venda elástica de algodón de 10 cm 3
3 – Medicamentos
Alcaloides: Petidina – amp. 5
Morfisan – amp. 5
Adrenalina amp. 5
Ampicilina fco. amp. 1 g 25
Benzodiacepinosan 10 mg – amp. 20
Solución de Cloruro de potasio 1 molar –
sachet x 100 ml 3
Cloranfenaval fco. amp. 30
Dexametasan fco. amp. 15
Decadrón shock 4
Dioxadol amp. 10
Dipirosan amp. 50
Dextrán 40 3
Furosemidasan amp. (Lasix) 5
Gentamicina 80 – amp. 10
Gotas oftálmicas con atropina 1
Gotas oftálmicas con antibiótico 1
Gotas oftálmicas con corticoides y antibióticos
(Corticloranfisan) 1
Lidocaisan jalea 2
Lidocaisan al 2% con epinefrina – fco. x 25 ml 4
Lidocaisan al 2% sin epinefrina – fco. x 25 ml 4
Meclopromasan amp. 10 mg (Reliverán-Plasil-Netaf) 10
Oftalmolets 5
Pantocaína oftálmica – gotas 1
Penicilina “G” sódica 30.000.000 U 10
Pomada oftálmica con Atropina 1
Prostigmin – amp. 3
Rifocina uso local – fco. 2
Rivanol pastilla 20
Solución de Iodopovina al 10% - litros 5
Solución jabonosa de Iodopovidona litros 5
Solución fisiológica de cloruro de sodio –
fco. x 500 ml 30
Solución 1 molar bicarbonato de sodio –
sachet x 100 ml 5
Solución de glucosa al 5% x 500 ml 20
Solución manitol 15% - fco. 5
Solución sulfato de cobre p/quemados con fósforo –
fco. 1 litro 10
CAJA DE CIRUGÍA MENOR
Caja metálica para instrumental de 16,5x9,5x2,5 cm 1
Bisturí recto hoja de 16 cm 1
Estilete doble abotonado 1
Pinza Kocher 1
Pinza disección corta 1
Pinza diente de ratón 1
Separador Farabeuff (par) 1
Sonda acanalada 1
Tijera recta roma-roma 1
Hilo de lino 50 x 2-70 cm
Hilo de lino 70 x 2-70 cm
Aguja Pauchet 3
Aguja curva triangular medio círculo, dos tamaños
fuerte de c/u 2
CAJA MÚLTIPLE
1 – Dotación fija
Caja metálica para las cánulas de 17 x 7 x 3 cm 1
Caja metálica para instrumental de 25 x 15 x 8 cm 1
Pinza de disección de 13 cm 1
Pinza diente de ratón de 13 cm 1
Pinza dientecillo de 18 cm 2
Pinza de Pean 2
Pinza Halsted recta 2
Pinza Crille curva 3
Pinza de Kocher de 14 cm 4
Portaaguja Mayo de 18 cm 1
Tijera Mayo recta 1
Tijera Mayo curva 1
Tijera Metzembaum curva de 13 cm 1
Separadores de Farabeuff angostos (par) 1
Sonda acanalada de 13 cm 1
Cánula Krishaber Nº 7 1
Cánula Krishaber Nº 9 1
Cánula Krishaber Nº 10 1
2 – Consumo
Mango bisturí Nº 4 1
Agujas rectas costureras 3
Agujas rectas lanceladas 3
Agujas curvas triangulares (3 tamaños) 4
Agujas curvas redondas (3 tamaños) 4
Jeringa de 20 cm3 cono americano 2
Jeringa de 10 cm3 cono americano 2
Agujas 25/8 cono americano 4
Agujas 50/8 cono americano 4
Hoja bisturí Nº 21 2
Hoja bisturí delicada 2
CAJA DE CIRUGÍA BÁSICA
Caja metálica para instrumental de 30 x 20 x 10 cm 1
Caja metálica para jeringa de 20 cc 1
Pinza para primer campo Backhaus 4
Pinza para segundo campo Doyen 2
Mango de bisturí de hoja cambiable Nº 4 2
Mango de bisturí de hoja cambiable Nº 5 1
Tijera de Mayo recta 1
Tijera de Mayo curva 1
Tijera de Metzembaum de 20 cm, curva 1
Pinza de disección de 13 cm 1
Pinza de diente de ratón de 13 cm 1
Pinza dientecillo de 18 cm 1
Pinza de disección de 18 cm 1
Pinza hemostática recta Crille 4
Pinza hemostática curva Crille 8
Pinza Pean 2
Pinza para tejidos de Allis, chica 2
Pinza para vísceras tipo Foerster larga 1
Pinza para vísceras Gregoire o Corazón 1
Separadores de Volkman de 3 dientes 2
Separadores de Farabeuff angostos – par 1
Separadores de Farabeuff anchos – par 1
Portaaguja mediano Mayo 20 cm 1
Portaaguja delicado de Finochietto de 13 cm 1
Agujas rectas redondas de 30 y 50 mm de c/u 2
Agujas rectas triangulares tipo Pauchet 2
Agujas curvas redondas y triangulares fuertes
de 12-20 mm (de cada una) 2
Agujas delicadas redondas curvas
de 15 y 20 mm de c/u 2
Agujas fuertes redondas curvas de 25 mm 2
Aguja hipodérmica 25/8 cono americano 2
Aguja hipodérmica 50/8 cono americano 2
Par de guantes de hilo 1
Hojas de bisturí Nº 20 o 21 o 23 2
Hojas de bisturí Nº 15 1
CAJA DE VALVAS (complementaria)
Tipo Finochietto Nº 1-2-3-4-5-6-7-
10-15-16-17-18 1 de cada una
Maleables mm de ancho:
10-15-20-25-30-35-40-45-50-55-60 1 de cada una
CAJA DE SEPARADORES (complementaria)
1 separador de Balfour 1
1 Separador de Gosset 1
CAJA DE CIRUGÍA ABDOMINAL DE URGENCIA
Caja metálica para instrumental de 40 x 30 x 10 cm 1
Caja metálica para jeringa de 20 cc 1
Mango bisturí hoja cambiable Nº 4 2
Mango bisturí hoja cambiable Nº 5 1
Pinza para primer campo de Backhaus 4
Pinza para segundo campo de Doyen 2
Pinza disección larga de 20 cm 1
Pinza dientecillo de 23 cm 1
Tijera Doyen recta 1
Tijera Mayo recta de 20 cm 1
Tijera Mayo curva de 20 cm 1
Tijera curva larga 1
Tijera Metzembaum curva de 20 cm 1
Pinza de Kocher de 14 cm 10
Pinza curva de Crille de 14 cm 12
Pinza de Allis de 18 cm 2
Pinza Kocher larga recta de 20 cm 4
Pinza Kocher larga curva de 20 cm 2
Pinza de Smith 2
Pinza de Lowe de 20 cm 2
Pinza de Harrington de 30 cm 1
Pinza de Allis de 14 cm 2
Pinza Halsted recta 4
Pinza Halsted curva 4
Pinza Pean 2
Pinza de Foerster larga 2
Pinza de corazón 1
Pinza Duval de 21 cm 2
Calmps antiderrapans 2
Calmps recto fuerte 2
Calmps curvo elástico 2
Calmps curvo fuerte 2
Portaaguja de Mayo de 18 cm 2
Portaaguja delicado de Finochietto de 13 cm 2
Portaaguja de Mayo-Hegar de 25 cm 2
Separadores de Farabeuff angosto (par) 1
Separadores de Farabeuff ancho (par) 1
Aguja hipodérmica 25/8 cono americano 2
Aguja hipodérmica 50/8 cono americano 2
Aguja curva redonda delicada 10 mm 12
Aguja curva redonda delicada de 20 mm 12
Aguja curva redonda fuerte de 20 mm 12
Aguja curva redonda fuerte de 30 mm 12
Agujas triangulares fuertes de 30 mm 12
Agujas triangulares fuertes de 20 mm 12
Agujas rectas redondas delicadas de 50 mm 12
Agujas rectas Pauchet 12
Guantes de hilo (par) 1
Hojas de bisturí Nº 21, 22 o 23 4
Hojas de bisturí Nº 15 2
CAJA DE CIRUGÍA TORÁCICA DE URGENCIA
Caja metálica de 30 x 20 x 10 cm 1
Cizalla larga 1
Cizalla corta 1
Pinza gubia grande 1
Pinza gubia chica 1
Legra larga curva 1
Legra corta curva 1
Periostótomo 1
Separadores 60 – 80 (par) 1
Separador torácico a cremallera de E.R. 1
Aproximador costal 1
CAJA DE TRAUMATOLOGÍA PARA
UNIDADES SANITARIAS SECUNDARIAS
Caja metálica para instrumental de 30 x 20 x 10 cm 1
Mango bisturí hoja cambiable Nº 4 1
Pinza diente de ratón de 20 cm 1
Pinza hemostática de Kocher recta de 20 cm 2
Pinza hemostática de Kocher curva de 20 cm 2
Pinza gubia delicada curva de 16 cm 1
Pinza gubia fuerte recta de 20 cm 1
Tijera de Metzembaum curva de 18 cm 1
Separador de Ruiz Moreno (par) 1
Separador de Hoffman chico de 10 mm 1
Separador de Hoffman mediano de 18 mm 1
Separador Hoffman grande de 43 mm 1
Gancho de Lambotte para hueso 1
Pasatendón de 28 cm 1
Cizalla fuerte de Listón acodada de 22 cm 1
Pinza Daviers de Farabeuff de 25 cm 2
Pinza Daviers de Lambotte recta forma “S” 1
Pinza Daviers de Lambotte boca móvil forma “L” 1
Atornillador 1
Tirabuzón de Putti 1
Legra recta de 15 cm 1
Legra curva de 15 cm 1
Escoplo laminar de 10 mm 1
Escoplo laminar de 16 mm 1
Escoplo laminar de 25 mm 1
Legra larga curva de Finochietto 1
Legra larga muy curva de Finochietto 1
Martillo metálico 300 g 1
Separador de Lange 2
Punta cuadrada 1
Cureta de Volkman Nº 2 1
Cureta de Volkman Nº 1 1
Cureta de Volkman Nº 3 1
Cureta de Volkman Nº 4 1
Perforador de mano tipo Champonier con mecha 1
Pinza para cortar alambre articulación mútiple 1
Estribo para tracción de tibia y fémur 5
Hilo metálico de acero inoxidable mediano 2
Hilo metálico de acero inoxidable grueso 2
Pinza para cortar alambre y clavo acero inox.
(electricista) 1
Sierra de Charrier de 21 cm hoja 1
Taladro eléctrico para 10 mm 1
Mechas de 3,5 – 4 y 5 mm (dos de cada una) 2
Mango sierra de Gigli (par) 1
Tutores externos chicos 2
Tutores externos grandes 2
Sierra de Gigli 4
Alambre de Kirschner 10
CAJA DE CIRUGÍA VASCULAR
1 – Dotación fija
Caja metálica para instrumental de 30 x 20 x 10 cm 1
Portaagujas para cirugía, sin rama central, de 12 cm 1
Portaagujas para cirugía vascular, sin rama
central, de 20 cm 1
Portaagujas largos delicados de 20 o 25 cm 2
Pinza de disección de Potts, arterial,
Atraugruñ recta de 24 cm 2
Tijera de Satinsky 2
Separador de Adson autoestálico de 29 cm 1
Juego de Clamps de Carrier de 38 mm 1
Juego de Clamps de Carrier de 50 mm 1
Pinza Clamps de Satinsky de 4,8 cm 1
Pinza Clamps de Satinsky de 6 mm 1
Pinza Clamps de Satinsky de 7,5 mm 1
Pinza Clamps Bull-dog recta de 50 mm Potts 1
Pinza Clamps Bull-dog recta de 65 mm Potts 1
Pinza Clamps Bull-dog recto de 75 mm Potts 1
Pinza Clamps Bull-dog curvo de 50 mm Potts 1
Pinza Clamps Bull-dog curvo de 65 mm Potts 1
Pinza Clamps Bull-dog curvo de 75 mm Potts 1
Pinza Clamps angulado de Bakey 60º de 4 cm de
toma x 23 cm de largo 2
Pinza Clamps angulado de Bakey 60º de 6 cm de
toma x 24 cm de largo 2
Clamps de aorta de Bakey (2 modelos) 1
Clamps angulado para ilíaca de Bakey 2
Tijera de Potts de Martel Nº 1133 de 19 cm ángulo
lateral 60º 1
2 – Consumo
Agujas curvas atraumáticas con Mercsilene “000” 30
Agujas curvas atraumáticas con Mercsilene “0000” 30
Agujas curvas atraumáticas con Mercsilene “00000” 30
Agujas curvas atraumáticas con Mercsilene “000000” 30
Tycron con aguja grande 2/0, 1/0, 0/0, 3/0,
4/0, 5/0, 6/0 3 c/u
Tycron con aguja chica 2/0, 1/0, 0/0, 3/0,
4/0, 5/0, 6/0 3 c/u
Prolene 6/0, 5/0, 4/0 5 c/u
CAJA DE CIRUGÍA DENTO-MÁXILO-FACIAL
DE URGENCIA
Instrumental quirúrgico necesario en una caja para
hacer frente a cualquier caso de traumatología dentomáxilo-
facial.



El Capitán de Navío Bioquímico
Rodolfo H. Ciccarella egresó de
la Facultad de Farmacia y
Bioquímica de la Universidad
de Buenos Aires en 1958 como
farmacéutico y en 1967
como bioquímico.
Ingresó a la Armada en 1963.
Se desempeñó en el Hospital
Naval Buenos Aires Cirujano
Mayor Doctor Pedro Mallo, y en
el Hospital Naval de Puerto Belgrano
así como en la Dirección
de Sanidad y la Dirección de
Abastecimientos.
En 1972 realizó el viaje de instrucción
(Promoción 101 de la
Escuela Naval) a bordo del crucero
ARA La Argentina. Fue delegado
normalizador de las facultades
de Farmacia y Bioquímica
y Ciencias Económicas de la
Universidad de Buenos Aires.
Se desempeñó como inspector
de Farmacia y Bioquímica.

El Capitán de Fragata Médico
Jorge Fernando Sumay egresó de
la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires en
1966. Realizó el curso de Cirugía
Infantil del Hospital Gandulfo de
la provincia de Buenos Aires
entre los años 1966 y 1968.
Estuvo destinado en el crucero
ARA General Belgrano y Hospital
Naval de Puerto Belgrano.
En 1972 fue destinado al Hospital
Naval Ushuaia donde ocupó
la Dirección en 1973.
Fue miembro de la Plana Mayor
de la fragata ARA Libertad en
1975 y jefe de Sanidad de la
Flota de Mar en 1977.
Durante los años 1980 a 1983
ocupó cargos en Sanidad de
Combate y desde 1984 a 1986
fue jefe de Emergencias del Hospital
Naval Buenos Aires Cirujano
Mayor Doctor Pedro Mallo.
Es especialista en Cirugía Infantil
y Cirugía General. Participó
en numerosos cursos, congresos
y simposios de su especialidad.
En 1987 se desempeñó como
jefe de Departamento Intermedio
del Hospital Naval Buenos
Aires Cirujano Mayor Doctor
Pedro Mallo.
 
Presentación del Hospital Militar en las Islas Malvinas
Autor: Coronel Médico Enrique M. Ceballos

http://www.ama-med.org.ar/publicaciones_revistas3.asp?id=27



Buenas noches a todos, agradezco profundamente a la Comisión Directiva de la Asociación Médica Argentina el haberme invitado a hablar en este acto del tema más importante de mi vida profesional que es el Hospital de Campaña de las Fuerzas Armadas de nuestro país que me tocó conducir durante la Guerra de Malvinas.

En las Islas Malvinas, recordemos, tenemos la Isla Gran Malvina, y la Isla Soledad. Puerto Argentino está ubicado en el extremo este de la Isla Soledad. En la isla Gran Malvina se concentraron fuerzas terrestres en Puerto Howard y en bahía Fox, donde se instalaron puestos sanitarios con medios escasos. En la isla Soledad estaba el Regimiento 12, en Darwin, y la mayoría de los Regimientos rodearon la ciudad de Puerto Argentino. Recordemos además que los ingleses desembarcaron en San Carlos, avanzaron sobre Darwin, ganaron el combate (Pradera del Ganso (Goose Green)) y luego transitaron estos 60 Km. hasta Puerto Argentino.

A mi me sorprendió el 2 de Abril, como acaba de decir el Dr. Hurtado Hoyo, ocupando el cargo de Director del Hospital Militar de Comodoro Rivadavia. El día 5 de Abril, el General Daer, Comandante de la 9 Brigada de Infantería de la cual dependía este Hospital me ordena trasladar el mismo a las Islas Malvinas. ¿Por qué?, porque Uds. recordarán que inicialmente después de la toma de Malvinas el 2 de abril, se pensaba dejar 500 efectivos militares como símbolo de ocupación; pero la estrategia política cambió y en vez de dejar 500 hombres se incrementó el personal. Lo cierto es que el Gral. Daer se encontró con 4000 hombres que necesitaban asistencia sanitaria. Trasladé el hospital Militar de Comodoro Rivadavia entre el 10 y el 11 de Abril después de hacer un "salto" a Malvinas el 5 de abril para tratar de hacer las previsiones necesarias. El traslado se hizo en modo aéreo, en aviones de pasajeros el personal, y en aviones C130 Hércules el material, las ambulancias etc. En una vista del aeropuerto de Puerto Argentino, ustedes pueden imaginar como es el terreno, inhóspito, no hay árboles, todo esto es una turba, un barro dificilísimo de transitar. En una carta parcial del extremo este de la Isla Soledad, esta el caserío (ciudad) de Puerto Argentino, con el único camino asfaltado que tenían las islas, de 8 Km. de recorrido hasta la ciudad. Esta cruz que se ve acá indica el lugar donde se ubicó nuestro hospital y estos cuadraditos con cruces coloradas representan la ubicación de los puestos de socorro de los distintos regimientos que defendían Puerto Argentino. Cuando fui a Malvinas el 5 de abril, busque el lugar mas adecuado que encontré para instalarnos, estaba ubicado en el extremo oeste del caserío. Entonces dijimos fantástico, porque nos habían dicho que la apreciación era que los ingleses podían intentar tomar Puerto Argentino viniendo por el norte, por el sur o por el este, porque al oeste hasta San Carlos había 60 Km. de terreno pantanoso intransitable.

Como les recordé al principio, los ingleses vinieron por el oeste. Esto corrobora que en todos los ordenes de la vida lo que es improbable o imposible para algunos es posible para otros. Había al lado de la bahía un monumento, sobre el camino asfaltado donde pusimos un cartel blanco con una cruz colorada para indicar al personal, a la gente, donde estaba el hospital.

Una vista desde el este deja ver la bahía, el camino, la curva del camino que era muy peligrosa, sobre todo la barranca cuando comenzó a helar en Mayo, porque las ambulancias patinaban chocando contra el cordón con peligro de caer al agua.

En una fotografía vemos la fachada del hospital desde la bahía; y el camino que conducía al hospital desde el cartel que citamos. Era de asfalto, pero tan angosto que no se podían cruzar dos vehículos. Intentamos hacer un camino para hacer un círculo de manera de agilizar el tránsito de las ambulancias. Fracasamos porque el terreno es absolutamente imposible de transitar con vehículos a rueda.
El edificio que transformamos en hospital de campaña, era una colonia de vacaciones construida recientemente sin estrenar y que nos fue utilísimo porque era de mampostería, tenía agua corriente, agua caliente con dos calderas automáticas que se alimentaban el combustible de los aviones y tenía una cocina muy moderna donde podíamos hacer preparados para los pacientes recién operados; tuvimos muchísima suerte en ese sentido.

Intentamos armar una carpa multiuso, así se llama en el ejército, para aumentar la capacidad de internación. Fue imposible de usar porque el viento se la llevaba y no se podía calefaccionar de ninguna manera. Como anécdota les cuento que poníamos estufas eléctricas de cuarzo y parecía que no había corriente, ni siquiera se ponían de color rosado.

El hospital de paredes de mampostería nos ayudó muchísimo sobre todo para el confort de los pacientes internados de la sala de operaciones y el nuestro. Hubo que hacerle toda una preparación exterior e interior, por ejemplo el oscurecimiento de las ventanas y puertas vidriadas, la señalización como instalación sanitaria etc. Este trabajo lo hizo el personal de sanidad sin distinción de jerarquía. Por ejemplo, el Dr. Pignataro pintando una cruz en una pared exterior. Como el edificio tenía forma de U pintamos tres cruces en los techos ocupando toda la superficie. Cuando nos visitaron integrantes de la Cruz Roja Internacional, me dijeron que tenían que tener un tamaño de mas de diez metros de lado para que puedan ser distinguidas desde un avión de combate. Como es de suponer quedaron como estaban porque más superficie de techo no teníamos.

El acondicionamiento del interior lo describiré mas adelante.

Todo esto lo hicimos en el período prebélico; llegamos el 11 y el contacto con los ingleses fue el 1° de Mayo, bombardeo al aeropuerto y Darwin.
Le pusimos un nombre al Hospital, lo llamamos "CIMM" un poco en broma, esperando, como todo el país, que nuestro Canciller resolviera las cosas diplomáticamente. Por qué CIMM?. Porque dijimos que era el Centro Iatrogénico Médico Malvinas y le pintamos la sigla en la entrada como ven acá, después van a ver como terminó esto.

En el terreno circundante se logró hacer un aplanamiento con una máquina que estaba ahí abandonada, y un señor de Vialidad Nacional Argentina, que hizo funcionar la máquina, nos preparó un helipuerto, en realidad un lugar donde podían aterrizar helicópteros. En la foto vemos al Dr. Municoy, creo que está presente en la sala.

El helicóptero que nos asignaron transportaba 4 camillas. Este medio se pudo usar muy al principio, cuando los ingleses tomaron definitivamente el techo aéreo se acabaron los vuelos de los helicópteros. Los que más sufrieron fueron el personal destacado en la Gran Malvina porque inicialmente las evacuaciones se hacían a nuestro hospital por este medio y a partir del día 21 de Mayo, que fue el día que desembarcaron los ingleses en San Carlos, la Gran Malvina quedó completamente aislada en cuanto a abastecimiento y evacuación, así que quedó librada a los medios que tenía hasta ese momento desde todo punto de vista, militar y de sanidad.

A poco andar el hospital inicial, de Comodoro Rivadavia, se incrementó con personal y material de la Fuerza Aérea y de la Armada muy importante en calidad y cantidad, transformándose en el hospital ínterfuerzas de campaña de nuestro país. ¿Entonces qué hicimos con el nombre?: seguimos con la misma sigla pero ahora se llamó Centro Interfuerzas Médico Malvinas.

Al 14 de Junio teníamos esa cantidad de personal, digo al 14 de Junio, porque durante todo el período de guerra se fue agregando personal. En esta columna se muestra el origen Ejército, de Fuerza Aérea y de la Armada, estas son las especialidades médicas y paramédicas, y acá Uds. ven los tres médicos civiles que tuvimos, dos fueron convocados desde Buenos Aires del Hospital Posadas (anestesistas) y uno de Córdoba del Hospital de Fuerza Aérea que es el Dr. Morales que también lo vi en esta sala.

Bueno, qué teníamos que hacer nosotros, qué hicieron los médicos en el Hospital de Malvinas, teníamos que hacer lo que enumera esta diapositiva, el más importante, que era brindar asistencia sanitaria a todo el personal, había que hacer todas las evacuaciones desde todos lados y todos los traslados en ambulancias al aeropuerto para embarcar los heridos en los aviones que los llevaban al continente y hacia los buques hospitales en helicópteros. Una vez intentamos hacer el pasaje de los heridos al buque hospital Almirante Irizar anclado en medio de la bahía llevados por un pequeño barco desde el muelle de Puerto Argentino, no fue posible por el oleaje. Además de apoyar con personal y material a las unidades que lo necesitaran nosotros realizamos las actividades necrológicas.
En tanto el hospital estaba en preguerra todavía, nos dimos el gusto de fabricar un mástil, pusimos la Bandera Argentina y debajo de ella otra bandera que luego en la reunión algún médico de Fuerza Aérea contará que es el "Conejo halado" para ellos.

Nos sorprendió el 1° de Mayo, que fue nuestro bautismo de fuego una mañana, tengo una foto tomada desde la puerta del hospital, donde se ve el perfil el humo del bombardeo del aeropuerto, el hospital civil habitual de Malvinas que no nos dio ningún apoyo, al contrario, fue hostil con nosotros en forma permanente. Siempre surge el tema de la difícil que es el terreno de Malvinas. Les adelanto ahora que voy ha tratar de mostrarles cómo se hizo la atención de los heridos con un solo ejemplo, todo el recorrido que la acción médica desarrollo en Malvinas y que estuvo signada por la adversidad, desde el clima (frío, viento, lluvia, nieve), hasta la situación táctica que siempre fue desfavorable para los argentinos.

Tenemos un herido que cae en una posición, de un Regimiento de Infantería en una altura. Las alturas en Malvinas son rocosas como se ve en esta foto, allá había un camino apenas transitable con un vehículo a unos 300 metros. Al herido recién se lo puede transportar esos 300 metros de dos maneras: por aire o en camilla por tierra; por aire era imposible, los helicópteros no podían volar porque los ingleses no nos dejaban; había que hacerlo en camilla a mano. Para transportar un herido entre las rocas en camilla se necesitan cuatro hombres por lo menos y se necesita ver por donde se camina. Los combates eran de noche porque los ingleses así lo impusieron aprovechando la superioridad técnica para combate noc-turno, los heridos se producían de noche y la evacuación no se podía hacer hasta el amanecer o hasta terminar el combate por las razones que aca-bo de exponer. Es decir que la atención en primera línea fue absolutamente dificultosa y quebró el concepto de la asistencia rápida de los heridos de guerra. La mayoría llegaban al hospital transcurridas mas de seis horas desde haber sido heridos.

Muestro un plano de la planta del hospital, no lo voy a detallar, sino que me interesa consignar unas flechas coloradas, por allí llegarían, por ese camino de una sola mano se accedía al hospital, la ambulancia o el vehículo, en esa llegada se hacía la primera clasificación no de los heridos, de las bajas que llegaban. Por qué digo esto, porque acá se resolvía si el individuo estaba vivo o estaba muerto, la primer clasificación era esa, los muertos también nos los traían a nosotros porque con el ruido en la guerra, era muy difícil a veces saber si un individuo en estado de shock, vestido completamente, estaba vivo o muerto, eso lo hemos vivido, el encargado de esto era el Dr. Corominas que lo veo ahí sentado, él puede decir el sufrimiento que pasó.

Están consignados los tres picos de mortalidad en el tiempo de los heridos de guerra. El primer pico se produce en los primeros segundos o minutos, desde la injuria o sea desde la baja. No hay forma de salvarlo. Para poner un ejemplo gráfico, aunque la herida la tuviera en la puerta del hospital; son lesiones tan graves que el paciente no tiene acceso a la medicina o la medicina no tiene como beneficiarlo. El segundo pico la muerte se produce en las primeras dos horas, se llama “período de oro”, este es el período donde un centro quirúrgico salva vidas y baja la mortalidad. Justamente este segundo período es el que en Malvinas no se pudo aprovechar por las dificultades que acabo de explicar. Era muy raro que un herido en el frente pudiera llegar al hospital antes de las seis horas. Esto explica también que la mortalidad del hospital que me tocó dirigir fue del 0,3%; se nos murieron dos pacientes, uno antes de operarse y otro durante la operación. Se podría pensar, ante tan baja mortalidad que fuimos unos genios, no, lo que pasó es que la atención quirúrgica no se pudo hacer durante el período de oro; los que llegaban vivos habían soportado ya todas las vicisitudes del viaje de evacuación, entonces eran individuos sí muchos graves pero no tan graves como para haberse muerto en el camino.

Esto fue demostrado en Vietnam con el uso del helicóptero donde la mortalidad bajó enormemente cuando el helicóptero sacaba el herido desde el propio frente de combate y lo llevaba antes de dos horas a una instalación sanitaria donde se lo podía tratar quirúrgicamente.

Vuelvo con el tema necrológico: en la carpa que armamos para hacer el depósito de farmacia; a los muertos los poníamos esa carpa hasta que nuestro quehacer nos permitiera enterrarlos. Tuvimos la experiencia macabra que nos ayudó la baja temperatura ambiente. Podíamos tener los muertos, como estos dos que vemos en la fotografía, dentro de la carpa varios días sin descomposición; los enterrábamos en el terreno situado al lado del cementerio civil. Nosotros sepultamos 32, tuvimos que entregar al enemigo al finalizar la guerra 12, que fueron los de los últimos días. Al hospital llegaron 42 muertos, a nosotros se nos murieron 2 heridos.

Vuelvo entonces a los heridos, los entrábamos por la puerta del patio interior, parte del edificio no la describo, era alojamiento, había tres ambientes grandes, uno que era la sala de recepción y clasificación donde trabajaron 5 equipos, otro era la sala de operaciones y finalmente la sala de expectación o tratamiento. En la sala de recepción se los desnudaba, se les hacía el diagnóstico y se clasificaban en tres grupos: 1) los que necesitaban resucitación inmediata, tarea que se realizaba en esta misma sala. Los anestesistas (les encanta que diga esto), fueron muy importantes para este grupo de heridos, porque el anestesista es el médico que, como es su tarea habitual, sabe hacer con más rapidez la intubación endotraqueal, tomar una vía venosa, etc. Los libros y manuales que nosotros conocíamos decían que tenía que estar allí el cirujano de mayor experiencia. Aprendimos el 1º de Mayo, que fue nuestro bautismo de fuego, que además debía haber anestesistas en esta sala. 2) Los que necesitan cirugía de urgencia y 3) los pueden esperar. Los del grupo 2 pasaban a la sala de cirugía donde funcionaban seis mesas en forma simultánea y los del grupo cuatro a la sala de expectación armada, donde teníamos camillas en el piso, como se ve en esta foto. La clasificación se convertía en constante reclasificación mientras afluían nuevos heridos porque cambiaban las prioridades de acuerdo a lo que luego veremos.

Como ésta fue una guerra fundamentalmente de artillería (fuego naval, fuego aéreo, y fuego de artillería terrestre y la parte final de combate cercano, se hizo con armas portátiles), la mayoría de los heridos que recibimos en el hospital fueron por esquirlas. El típico esquirlado, depende de la distancia donde haya explotado la bomba si recibe una o más esquirlas, en la foto que ven en sala, este hombre recibió unas cuantas y otros recibió una sola.

Muestro también una herida de fusil, de un proyectil de alta velocidad que produce un destrozo tremendo, con la típica cavitación.

Dijimos que los pacientes que necesitaban cirugía inmediata pasaban a la sala de operaciones, De la sala de operaciones se los llevaba a una sala de Cuidados o a los lugares de internación (camillas en el suelo, no teníamos camas).

La primera operación que se hizo en el hospital de Campaña de Malvinas curiosamente no fue un herido de guerra ni un accidente, (hemos operado accidentados también), fue una apendicitis antes del 1° de Mayo.

Sintéticamente cuál es la diferencia fundamental de la atención de los heridos en tiempo de paz y en tiempo de guerra. Son tres y en tres aspectos distintos:

a) En lo táctico se hace en escalones sucesivos, por qué, porque en la guerra le da “espacio” al herido que viene. Esto tiene que hacerse así, y esta demostrado, para no aferrarse y colmar el hospital. Esto tiene que hacerse así para no “aferrarse” y colmar el hospital. En el medio civil un herido se puede internar en un hospital hasta su rehabilitación.

b) En lo técnico hay que hacer el gesto quirúrgico más simple y efectivo. Esto lo pudimos cumplir a medias diría yo, porque la incertidumbre de la evacuación de los heridos al escalón sanitario superior que estaba en el continente; de manera que tuvimos que hacer tratamientos más definitivos sobre todo con las lesiones vasculares de arterias terminales.

c) En lo ético también hay algunas diferencias, porque hay que esforzarse no en los más graves, hay que esforzarse en los que tienen más posibilidades. Este es un principio que está en todos los manuales de guerra del mundo; para eso se necesita un equilibrio emocional del cirujano muy desarrollado, porque a veces el médico está decidiendo quien va a vivir y quien va a morir por lo que debe hacer una excelente e inequívoca clasificación de los heridos.

Una vez que el paciente está equilibrado, operado o no, teníamos que mandarlo al continente, vía aeropuerto (avión), o vía marítima (buques hospitales) que aparecieron en zona el 1° de Junio. Hasta entonces casi todos días llegaba un Hércules C130 que Fuerza Aérea nos avisaba en forma sorpresiva con 40 minutos de anticipación su arribo, para que cargáramos los heridos en las ambulancias los transportáramos los 8 Km. y los subiéramos al avión. Las ambulancias que llegaban a la puerta de la cola del avión, a la “panza de la chancha” como le dicen los aviadores. Más de una vez no pudimos cargar todos los heridos por la premura con que debía decolar el avión, sin parar las hélices que parecía que nos presionaba con su gruñido y tuvimos que volver con los heridos a esperar la próxima evacuación que no sabíamos cuando se produciría.

En los primeros días de Junio aparecieron los dos buques hospitales argentinos que fueron el Bahía Paraíso y el Almirante Irizar, que para nosotros fue un enorme alivio porque pudimos evacuar gran cantidad de heridos en forma simultanea con el buque anclado a la vista en la bahía. Los helicópteros iban y venían “desembarazándonos” de los pacientes en condiciones de ser transportados.

El Bahía Paraíso con su helicóptero (un Puma) fue preparado y equipado, en sus bodegas los heridos viajaban acostados y los desembarcaban en Puerto Santa Cruz. Luego la evacuación continuaba por vía aérea hacia Comodoro Rivadavia, Hospital Militar Bahía Blanca, Hospital Naval Puerto Belgrano y Hospital Militar de Campo de Mayo.

Tuvimos 1990 internados en los 65 días que estuvimos funcionando, hicimos 4005 prestaciones médicas y 629 odontológicas.

Por ultimo les voy a contar algunas curiosidades. Tuvimos la aparición en esta Guerra de Malvinas, de una patología olvidada pero muy conocida en guerras anteriores, la primera y segunda Guerra mundial, la campaña de Napoleón a Rusia, Corea etc., que son las lesiones por el frío. Las lesiones por el frío son varias, no voy a entrar en detalle, nosotros tuvimos una fuerte incidencia de lo que se llama el pie de trinchera y digo fuerte incidencia porque en el hospital, de los internados 173, (el 8.7%) fueron por esta afección y el total que tuvo el ejército fueron 245 casos. Tuvimos casos leves como este, medianamente graves como estos, este caso no lo recibimos así, ya está evolucionado. Quiero destacar que la masa de estos pacientes fueron asistidos y seguidos en su evolución en el Hospital Naval de Puerto Belgrano donde hicieron una experiencia importante con la cámara hiperbárica. Hubo casos gravísimos con necrosis total de los dos pies.

También las lesiones por el frió se pueden presentar en las manos, las orejas y la nariz que son los lugares más expuestos y de menos irrigación.

La segunda curiosidad: a pesar de convivir con la muerte, el personal de todas las jerarquías del hospital mantuvo el ánimo de tal manera, por eso yo llamo esto curiosidad anímica, que hasta en los ratos de “ocio” se entretenían con algunos juegos como por ejemplo, fíjense que ironía, se los ve en esta foto jugando al TEG (el juego de la guerra), que en aquella época estaba muy de moda. También jugábamos al ping-pong, se hicieron campeonatos, etc. Festejamos algunos cumpleaños, creo que en la foto que expongo es un Oficial de Fuerza Aérea, con lo que encontrábamos armábamos los bonetes etc.; pero lo que quiero destacar es el ánimo que se mantuvo en el personal, dentro de la tarea absolutamente ingrata o fea, difícil que estábamos haciendo. Me dijeron mas de una vez: sí pero eso lo hacen ustedes todos los días, es su profesión, así que no les tiene que “impresionar”.

Lo siguiente demuestra que no es así: que estamos acostumbrados a tratar pacientes de manera que podemos seguir jugando o haciendo cosas sin importarnos las circunstancias. En una fotografía que saqué el 13 de Junio desde la puerta del hospital, se ve el incendio que produjo la explosión de una bomba en una casa vecina a 40 o 50 metros; a esta distancia nos caían las bombas y yo les aseguro que no le deseo ni a mi peor enemigo la situación que teníamos de tener que continuar intentando salvar vidas con la sensación de nuestra propia muerte inminente.

Muchas gracias



Me permite Sr. Presidente dos o tres palabras más?. Quiero pedirle autorización a la audiencia para transferir el aplauso que me han brindado a este señor y a su mujer, del que voy a mostrarles una fotografía y les voy a decir por qué: a mi juicio este hombre es un ejemplo admirable de entereza, por lo siguiente: en primer lugar es el sobreviviente de Malvinas que tiene mayor gravedad de secuelas, este chico que entonces era soldado y ahora tiene 40 años aproximadamente, operaba una ametralladora pesada del Regimiento XII en el Combate de Darwin y recibió una esquirla de artillería de los ingleses en la espalda a la altura de la cintura y quedó paralítico en forma instantánea. Terminó el combate y quedó consciente, perdido en el campo durante 4 días sin comer ni beber, fue encontrado por los ingleses, siendo asistido por la vía de evacuación inglesa, hasta ser pasado al Bahía Paraíso en alta mar desde un buque hospital ingles. Este chico tuvo severísimas lesiones por el frío en los pies, que debieron ser amputados, y en ambas, las manos, por esos cuatro días que estuvo arrastrándose en la turba. Las manos fueron reconstruidas lo mas posible por cirugía reparadora tanto como la medicina pudo, pero por supuesto sigue paralítico y tiene una insuficiencia en ambos esfínteres.

Este chico vive en Cura Brochero provincia de Córdoba, se puso de novio después de la guerra, se casó y se llama Raúl Allende.
 
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