Tiroteo con carabineros chilenos?

Buen día, se me dio por recordar algo, habia leido por algun lugar que en la patagonia si mal no recuerdo, un grupo de gendarmes argentinos tuvo un tiroteo con carabineros chilenos, hasta incluso hubo muertos. Precisaria mas info al respecto y si es posible una foto.-

Saludos y feliz dia del amigo :cheers2:
 

Tronador II

Colaborador
Así es fue un incidente en el 65 entr Gendarmes y carabineros, resultando muerto un teniente de los carabineros. Si no recuerdo mal, fue en laguna del desierto.
 
Así es fue un incidente en el 65 entr Gendarmes y carabineros, resultando muerto un teniente de los carabineros. Si no recuerdo mal, fue en laguna del desierto.

Muchisimas gracias, alguien si tiene mas info estaria muy agradecido, ya sea info formal o algun relato (eso seria genial :drool5: y mas si hay alguna foto)

Saludos
 

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
El lugar es desolado, oscuro. Una casilla de maderas (el puesto Arbilla) abre apenas sus cuatro ventanas entre un bosque de abetos, ramas y troncos secos de álamos y un cerco de montañas; a lo lejos, un lago arrima piedras y cortezas hasta la orilla. El sábado 6 de noviembre, hacia la media tarde, la bandera chilena que los carabineros habían plantado al tope de una varilla, doce días atrás, fue avistada por cinco gendarmes argentinos, la avanzada de una patrulla despachada desde Río Gallegos, capital de Santa Cruz, a las 9 de la mañana. Los hombres habían vadeado un laberinto de ciénagas y habían sorteado otros bosques antes de irrumpir en esa región, la de Laguna del Desierto.
Se tumbaron entre las maderas secas, sobre el césped helado, y rodearon la casilla. Adentro, repartidos en tres cuartos, acampaban los carabineros que comandaba el mayor Miguel Torres Fernández. Junto a sus bolsas de dormir, apoyados contra la pared, se amontonaban algunas ametralladoras del tipo Piripipí y una decena de fusiles FAL. "¿Quién es? ¿Quién anda ahí?", gritó el mayor Torres, desde la casilla. Se le ordenó salir, con las manos en alto. "Los tenemos rodeados", replicó un alférez argentino, "Salgan o disparamos."
Desde atrás de un abeto, el sargento de carabineros Miguel Manrique asomó la cabeza y alardeó: "Vengan... Los estamos esperando..." Cuenta el corresponsal del semanario Gente que Manrique se agacho como un relámpago y empezó a disparar; insiste también en que sus balas desataron la batalla. Desde el otro lado del bosque, un balazo lo tumbó, herido. '"¡Desgraciados!...'". atinó a protestar un teniente chileno, Hernán Merico Correa. Se acercó hasta las líneas argentinas, con su fusil en guardia, pero lo soltó en seguida: otro balazo le había partido el corazón.
La escaramuza duró apenas diez minutos, desde las 8 menos diez hasta las 8 de la tarde. A las 8 y cuarto, la bandera chilena era arriada de su precario mástil. Estaba llegando a su climax el más áspero litigio que hayan sostenido, a causa de sus límites, los dos países más australes de América: los mapas trazados por el arbitraje inglés estaban dando la razón a la Argentina y calificando a Chile de intruso. Pero la incursión de los carabineros no era puramente patriótica: según abundan, las constancias, parecía haber una cuestión de intereses, a la ilusión de que el territorio disputado era rico en oro y en uranio o, más probablemente, a la protección de un traspaso de ganado desde Santa Cruz hasta la provincia chilena de Magallanes.

El oficio de estar quieto
La historia es compleja y no parece inútil narrar el principia de su desenlace: el viernes pasado, al anochecer, el Director Nacional de Gendarmería, general Julio Alsogaray, esperaba en una improvisada pista de aterrizaje, junto a la Estancia San José, el avión que debía devolverlo a Río Gallegos. El lugar está a unos 180 kilómetros de la Estancia La Florida (uno de cuyos puestos es el Arbilla), y se supone que este páramo vecino al cerro Fitz Roy sigue infestado de carabineros. Fue el propio general Alsogaray quien lo dijo a Primera Plana: "Supongo que las tropas chilenas están en Juana Sepúlveda, al norte del puesto, y si avanzamos puede haber un nuevo encontronazo. La situación se agravaría entonces, por supuesto, hasta un límite insostenible. Por ahora esperamos. No hay orden de avanzar. Toda la información de que disponemos proviene de las radios chilenas".
En la casilla donde esta historia empezó, hace diez días, el sargento Juan Carlos Cabrera, protagonista del tiroteo, explica ahora: "Los chilenos dispararon primero, como le digo. Nos insultaron y nos desafiaron. El carabinero que huyó se escudó detrás de dos niños. Eso nos sublevó la sangre. ¡Debía haber oído al sargento Miguel Manrique cuando lo llevamos en una angarilla, entre los montes! ¡No hacía más que insultarnos mientras andábamos!"
En el cuartel de la Gendarmería de Río Gallegos, el hombre herido, que cumplió hace poco 40 años, ya no protesta: respirando a duras penas ("La bala me perforó un pulmón", dice), cuenta que "al ser llevado por entre las montañas pensé que no llegaría. Me tenía loco este dolor. Ahora, es cierto —reconoce—, me están atendiendo bien."
Es el propio Ricardo Arbilla, dueño de la estancia La Florida, quien encendió el polvorín. Encontró a los carabineros en posesión de la pequeña casilla construida junto al Fitz Roy y los intimó a irse, "¿Por qué? —dice que le contestaron—. Este es territorio chileno." Arbilla exhibió un mapa que procedía del propio Chile, donde el área de Laguna del Desierto aparecía incorporada a la Argentina. Los carabineros capturaron el documento y lo hicieron desaparecer. "Váyase a Santiago —dispusieron —y arregle el asunto con el Ministerio de Colonización." Ante un Arbilla estupefacto, completaron así la orden: "Los argentinos no saben pelear por lo suyo, y los gendarmes son unos cobardes. Que vengan a defenderlo si pueden".

La vida tranquila
Veinticuatro horas después de esa disputa, el Canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz reflexionaba ante una funcionario de su Ministerio: "Tendremos un fin de semana tranquilo. El episodio de Laguna del Desierto ha sido superado y ahora discutiremos pacíficamente los límites". La frase anticipaba el tono del comunicado que darían a conocer simultáneamente, hacia el mediodía del sábado 6, los gobiernos de Argentina y Chile.
Entre los abetos y los álamos patagónicos, aquel conciliatorio documento de 60 palabras sonaba a fórmula vacía: desde Río Gallegos avanzaban los gendarmes; por entre las ventanas de una casilla, bajo el Fitz Roy, los carabineros veían ondear una bandera chilena. La Batalla de los Diez Minutos, a las 8 de la noche de ese sábado, obligó al Canciller a interrumpir su "fin de semana tranquilo": las radios de Santiago despedían insultos contra el supuesto imperialismo argentino, y en las mesas de las redacciones llovían cables informando sobre el grave cariz tomado por el pleito. "No me lo explico —dijo perplejamente el Canciller—. Habíamos acordado a los carabineros dos días de plazo para que evacuaran el lugar."
El plazo había vencido al mediodía del sábado, pero las tropas chilenas no intentaron aprovecharlo. La noche del domingo 7, el doctor Zavala Ortiz tuvo que aceptar: "Esto es muy serio, más de lo que imaginaba". Probablemente ya se había enterado de que en los cálculos del mayor Torres Fernández estaba la ocupación del territorio argentino hasta Cerro Bonete, unos 70 kilómetros, fuera del límite.
A esa altura, dos teorías sobre el origen del enfrentamiento se iban abriendo paso entre la maraña de declaraciones políticas:
* Decenas de pobladores chilenos de Laguna del Desierto tienen títulos de propiedad extendidos por las autoridades de ese país. Cuando pretenden vender ganado, los gendarmes argentinos les impiden pasar los rebaños al otro lado de la frontera, porque los animales son considerados como propiedad patagónica.
* En marzo de 1957, un Senador chileno impugnó los mapas militares que incluían. Laguna del Desierto e indicó que la línea fronteriza debía llegar hasta la mitad de la laguna. De ese modo, Chile se apropiaba de una porción de terreno que la compañía minera Aysen pensaba explorar. Los aviones de esa empresa merodeaban día y noche por la zona con alarmante insistencia. La prudencia obligó a postergar los sondeos: pero Aysen suponía que el área era rica en oro, platino, plata y uranio, y no quería dejar de verificarlo. Algún tiempo después, una decena de sus obreros llegó hasta el lugar y plantaron un monolito, aprovechando la ausencia de gendarmes.
Es probable que el gobierno chileno no quiera ahora tomar en cuenta esos hechos. Resultaría difícil exponerlos ante un público Heno de susceptibilidades, resueltamente hostil a la Argentina: el clima de Santiago parece más propicio ahora para imponer el nombre de Hernán Merino Correa a calles que se llamaban Sarmiento o Bartolomé Mitre.
En Buenos Aires, a mediados de semana, los jefes militares empezaron a analizar estos hechos:
* Las respuestas diplomáticas chilenas negaban la presencia de carabineros en territorio argentino, pero eludían aclarar que estaban en la zona disputada. Para ellos, implícitamente, los carabineros pisaban tierra propia.
* El Presidente Eduardo Freí había manifestado sus dudas sobre la ausencia de tropas chilenas en Laguna del Desierto, y envió una avión con su delegado personal para verificar esa presunción.
* El plazo de 48 horas para retirar a los carabineros (según petición de Chile) no fue oficializado por el comunicado de los dos países. Eso permitió que el pacto, extraoficial, fuese violado.
Cuando el Ministro de Defensa Nacional, reunido con el general AIsogaray y otros jefes militares en la Secretaría de Guerra, recibió al Embajador chileno Hernán Videla Lira, el domingo 7, tuvo que oírle una frase sorprendida: "Francamente, no entiendo... El propio Frei me dijo que enviaría un avión con gente de su confianza para inspeccionar la zona..." La respuesta del Embajador no conformó a nadie; hubo hasta quien deslizó una sutileza: "Parece que el Presidente Frei tenía las mismas dudas que nosotros".

Las dos versiones
La reunión convocada por el Ministro Leopoldo Suárez, a la que se sumó el Presidente Illia a la una y media de la mañana del lunes 8, terminó a las 3 con la aprobación de un nuevo comunicado en el que se señalaba que "los gendarmes intimaron a replegarse al pelotón de carabineros y abandonar el territorio argentino, pero obtuvieron como respuesta la agresión de palabra y de hecho, al abrir el fuego contra los gendarmes. Los efectivos de Gendarmería se vieron obligados a defenderse y repeler la agresión".
Por su parte, las informaciones que partían del Palacio de la Moneda eran diametralmente opuestas: "Cuatro carabineros chilenos han sido muertos en un ataque realizado por gendarmes argentinos. Son ellos el mayor Manuel Torres, un teniente, un suboficial y un carabinero raso. Nos atacaron antes de vencer el plazo para evacuar la zona". Las revelaciones de los testigos comprobarían, horas después, que los muertos no eran cuatro sino uno, que el mayor Torres se llamaba Miguel y no Manuel y que el plazo había vencido antes de la lucha. Pero era tarde, las calles de Santiago habían cambiado de nombre y clima. La Embajada argentina fue apedreada y la bandera incinerada por grupos de jóvenes exaltados. La prensa chilena se sumó al ensañamiento y desplegó violentos titulares: "Metralleta en mano, los carabineros defienden el sur de Chile, pisoteado por gorilas" (Clarín); "Chile ante una nueva agresión del gorilismo" (Ultima Hora); "Los gorilas no nos echarán el moño" (La Tercera); y "Unánime condenación del ataque argentino" ("Diario Ilustrado"). La euforia reventó en un diario comunista ("El Siglo"); "La mano del Pentágono tras la agresión gorila".
En Punta Arenas, cerca de Laguna del Desierto, los incidentes fueron más violentos y las manifestaciones recorrieron las calles permanentemente. Un desfile de antorchas terminó con un intento de incendio del consulado argentino. Santiago, azuzado por los editoriales, volvió a presenciar la tercera decapitación del busto de Sarmiento y un tradicional destino: el río Mapocho. Los clubes de fútbol licenciaron, apurados, a sus jugadores trasandinos. Las ventanas del edificio de Aerolíneas Argentinas fueron rotas a pedradas y los concejos municipales, reunidos con urgencia, aprobaron el reemplazo de algunos nombres de paseos y plazas (República Argentina, Buenos Aires, Sarmiento) por el del carabinero muerto.

Esfuerzos argentinos y chilenos
En la madrugada del lunes 8, fresca todavía la tinta del comunicado oficial, seis aviones partieron de Rosario con 150 gendarmes, rumbo a la Patagonia. Simultáneamente, en Bahía Blanca, se reunían el Comandante del Cuerpo V del Ejército, general Osiris Villegas y el comandante del área y base naval de Puerto Belgrano, Contraalmirante Constantino Arguelles, para decidir el envío de nuevos contingentes.
Por su parte, un considerable refuerzo de carabineros fue transportado por vía aérea al sur chileno para reforzar las guarniciones próximas a Laguna del Desierto. Ese día la tensión alcanzó su punto culminante, cuando el gobierno chileno hizo saber que "no habrá conversaciones hasta tanto sean devueltos el cadáver del carabinero, el herido y los dos detenidos". El Embajador Videla Lira, llamado urgentemente por su gobierno, voló a Santiago a recibir instrucciones de su Canciller; luego declaró que "Chile no ha descartado la posibilidad de presentar el incidente en la próxima reunión de la OEA en Río de Janeiro".
La misión chilena que llegó a Río Gallegos presidida por el Subsecretario del Interior, Juan Hamilton Depassier, estuvo pocas horas en el país. Las suficientes para recibir el cadáver de Merino Correa y formalizar la entrega de los prisioneros: habían llegado en actitud beligerante y se retiraban desarmados. Chile reconoció "la actitud amistosa" de la Argentina.
Sólo podía especularse con el fervor popular que concentraría a cien mil personas junto al féretro de Merino Correa, el día del entierro, al que no faltó el Presidente Frei.
Interrogados también los prisioneros que recuperaron su libertad, el Gobierno chileno corrigió las versiones del episodio que difundió inicialmente. Pero sólo eliminó los equívocos y aprovechó para dramatizar la escena: "Noventa gendarmes armados con ametralladoras y provistos de cascos atacaron a cuatro carabineros en presencia de dos niños. Mató a un carabinero, hirió a otro y arrestó a dos que estaban desarmados. Luego los hizo caminar 9 horas hasta un puesto, llevando al herido en una camilla improvisada y al muerto sobre un caballo". La declaración insistía en que el primer disparo había partido del lado argentino.
La Gendarmería, a su vez, recibiría esa misma tarde del martes 9 la presencia de su máximo jefe, el general Julio Alsogaray, acompañado del titular de la regional sur, comandante general Ernesto Enrique Justo: los dos volaron a Río Gallegos para impartir estrictas órdenes: "Vigilar celosamente la zona e impedir nuevos desplazamientos de carabineros sobre los límites establecidos".
La tranquilidad diplomática renació en Buenos Aires el miércoles pasado, cuando el Embajador Videla Lira retornó a la Cancillería a reasumir sus funciones y conversó con Zavala Ortiz. Al día siguiente, los Ministros de Defensa y Relaciones Exteriores informaron en la Cámara de Diputados (sólo a las comisiones respectivas) los detalles del suceso. El Diputado Juan Carlos Luco (Justicialista) se lamentó de la "atonía popular argentina ante la efervescencia chilena", y su colega Luis A. León (UCRP) aprovechó para exaltar la conducta argentina como "un signo de madurez y serenidad". Una declaración aglutinó luego las firmas de todos los sectores políticos "en solidaridad con la firme actuación de las Fuerzas Armadas y la Gendarmería, al repeler la agresión armada dentro del territorio argentino".
La "atonía argentina" a la que aludió Luco tuvo apenas una excepción: la intempestiva marcha de 300 jóvenes que surcaron el centro de Buenos Aires el miércoles pasado, vociferando contra Chile, y que se disolvieron pacíficamente en la Plaza San Martín. La Embajada chilena había sido celosamente custodiada por la policía.
En el resto del país, el incidente fue observado con indiferencia y comentado burlonamente. La sola mención de la frase "Estamos en guerra con Chile" era suficiente para descargar toda clase de chistes sobre soldados y borrachos. Solamente en las ciudades y aldeas patagónicas el problema se miraba de otro modo. Un corresponsal de Primera Plana pudo comprobar en Río Gallegos que las fricciones entre argentinos y chilenos son permanentes, casi diarias. Allí donde apenas la mitad de la población nació en este país, el sábado 30 de octubre, millares de chilenos rugían indignados en el humilde estadio del Club Hispano mientras el equipo Ferronave, de Punta Arenas, caía batido por dos a cero frente a Talleres, de Santa Cruz. Para ese entonces, las versiones sobre un avance chileno en Laguna del Desierto habían inundado la ciudad. El domingo 7, la noticia del tiroteo flotaba en todas partes y nadie podía confirmarla. La falta de diarios (Día del Canillita) agudizó la expectativa, y Alcorta, la calle donde está instalado el diario La Opinión, se tornó intransitable. Todos esperaban la anunciada edición extra que se entregaría gratuitamente a los vendedores. Al distribuirse los primeros ejemplares, las informaciones sobre el choque fronterizo quedaron verificadas y la noticia del carabinero muerto exaltó los ánimos del 40 por ciento de la población chilena. Vehículos cargados con gendarmes comenzaron a patrullar las calles de tierra (sólo las avenidas están asfaltadas). Similares medidas de precaución fueron tomadas en Río Turbio, el yacimiento cuya población de 4 mil habitantes está compuesta en un 70 por ciento de mineros chilenos. No hubo incidentes, pero el clima había alcanzado una densidad desusada.
El lunes 8, cuando los pobladores argentinos despertaron en Río Gallegos, creyeron encontrarse fuera de su país. Los mozos de los hoteles omitían saludar a sus clientes, las camareras desairaban sus órdenes. La hostilidad llegó a tornarse peligrosa cuando las radios chilenas, de fácil captación en esa zona, descargaron su catarata de injurias. Tocados por el orgullo nacional, los argentinos intentaron convocar a una concentración pacífica para el martes en la Plaza San Martín "con el único objeto de cantar el Himno Nacional". Pero todo quedó en la nada cuando la atención se desvió hacia la llegada de la misión chilena que iba a rescatar los prisioneros y el cadáver de Merino Correa.
Quienes soportaron estoicamente la animosidad chilena fueron los 40 argentinos alojados en el hotel Cabo de Hornos, en Punta Arenas. Uno de ellos, Alfredo A. Blanco, dijo a Primera Plana, cuando regresó a Río Gallegos: "Estábamos sitiados por una turba delirante que apedreó el hotel y se pasó la tarde provocando". En la plaza situada frente a ese edificio se alza un monumento denominado Abrazo del Estrecho, donde aparecen el presidente chileno Errázuriz y el general Roca: los manifestantes lo derribaron en medio de un griterío infernal. "Parecían guerrilleros ajusticiando al enemigo —agregó Blanco—, y nos tuvimos que quedar encerrados 14 horas en el hotel." En las calles de Punta Arenas, los automóviles cuyas chapas eran identificadas como procedentes de Río Gallegos fueron abollados y ensuciados. Uno de ellos terminó envuelto en llamas. Dramáticamente, mientras los insultos arreciaban, los funcionarios del consulado argentino se arriesgaron a organizar una caravana de automóviles y evacuaron a sus compatriotas.
El incidente fronterizo tendió a diluirse con declaraciones y devolución de prisioneros; los límites serán discutidos en una comisión bilateral y los protagonistas, condecorados por sus respectivos países; el busto de Sarmiento y el monumento Abrazo del Estrecho nuevamente han sido colocados en sus pedestales. Todo parecía finalmente, volver a la normalidad. Pero en Río Gallegos, la mañana del sábado pasado, un agrimensor se lamentó ante Primera Plana: "Sí, todo parece en paz. Aunque, créame, es una paz falsa. Estas tierras estarán siempre a merced de los extranjeros hasta que los argentinos no vengan a poblarlas". La frase equivalía tal vez a un réquiem del pleito que tuvo en ascuas a los militares de los dos países enfrentados. Pero quería ser, ante todo, un llamamiento, el principio de un examen de conciencia.
18 DE NOVIEMBRE DE 1965
PRIMERA PLANA
 
C

codigo47

Muy buenos los videos... impensado ver alguna imagen de ese tipo hoy en dia.

saludos.
 
En enero pasado, estuve de vacaciones en El Chaltén y gente del lugar me comentó que el pueblo fue fundado en 1985 a raíz de los incidentes mencionados.
 

Tronador II

Colaborador
Carlos...Impecable aporte, jamás había leído con tanto detalle este hecho...debe haber sido una de las acciones (después de la del 78 y junto con los hechos de 1902) que más cerca nos dejó del conflicto con el vecino país...

Te mando un abrazo
 
El lugar es desolado, oscuro. Una casilla de maderas (el puesto Arbilla) abre apenas sus cuatro ventanas entre un bosque de abetos, ramas y troncos secos de álamos y un cerco de montañas; a lo lejos, un lago arrima piedras y cortezas hasta la orilla. El sábado 6 de noviembre, hacia la media tarde, la bandera chilena que los carabineros habían plantado al tope de una varilla, doce días atrás, fue avistada por cinco gendarmes argentinos, la avanzada de una patrulla despachada desde Río Gallegos, capital de Santa Cruz, a las 9 de la mañana.
PRIMERA PLANA

Lo corte un poquito para no hacer tan largo el quote, es la quinta vez que lo leo, pero no entendi una cosa ¿Cuantos gendarmes argentinos lucharon contra los carabineros, y si es verdad que los chilenos abrieron fuego primero?

Confusos saludos
 

Tronador II

Colaborador
Fueron 5 contra 4...el resto es desinformación del bando contrario, para generar un clima hostil que los favoreciera y hechar una cortina de humo ante el hecho de que ellos fueron los que habían violado la Soberanía Argentina.

Respecto a quién abrió fuego...las versiones de uno y otro lado son contrarias...pero yo les creo a los Gendarmes..., si viviese alguno de los testigos de la epoca, sería bueno contactarlos para preguntarles ese tema
 
Fueron 5 contra 4...el resto es desinformación del bando contrario, para generar un clima hostil que los favoreciera y hechar una cortina de humo ante el hecho de que ellos fueron los que habían violado la Soberanía Argentina.

Respecto a quién abrió fuego...las versiones de uno y otro lado son contrarias...pero yo les creo a los Gendarmes..., si viviese alguno de los testigos de la epoca, sería bueno contactarlos para preguntarles ese tema

De este lado de la cordillera siempre se ha hablado que los gendarme eran de alrededor de 90 , me podrias dar fuentes que fueron solo 5 gendarmes .

Bueno si es por creer , yo le creo a Carabineros :rofl:

http://www.carabineros.cl/sitioweb/web/verSeccion.do?cod=117

http://www.museodeprensa.cl/1965/muerte-del-teniente-hern-n-merino-correa

http://www.lasegunda.com/ediciononline/cronica/detalle/index.asp?idnoticia=476067

saludos
 

Juanma

Colaborador
Colaborador
Si claro, mandar 90 hombres... tiene todo el sentido, creamos eso.
Total el sentido comun.....

Si eran 90 y dispararon a 3 personas que estaban para hablar, que paso con el resto de la gente que disparo. Tan mala punteria tienen?

Como si la zona fuera facil para andar en patrullas de 90 personas.
Como se sabe que son 90 si los carabineros no llegaron a verlos?



Y si vamos a una cuestion de responsabilidades.
Que fallo en la cadena de mando chilena para que esos carabineros sigan ahi y no hayan sido retirados por lo menos 8 horas antes. (versiones chilenas tienen otro horario pero el plazo vencido de todas maneras)
 
La proporción de gendarme por carabineros era muy superior pero no se si llegaban a 90 no se debe olvidar que en la patrulla argentina iban 2 reporteros de la revista Gente y ellos fueron los que relataron que un poco menos estuvieron en el infierno, cuando los chilenos casi no usaron sus armas

Muy interesante es el reportaje del Mercurio y un video de Cronica de 24 Horas de TVN

http://www.emol.com/especiales/lagunadeldesierto/index.htm

[media]http://www.youtube.com/watch?v=NtVxXNYev4U[/media]

Es excelente ver el nivel de cordialidad que actualmente existe entre ambas instituciones a 43 años del incidente .

saludos
 

jedi-knigth

Colaborador Flankeriano
Colaborador
Debe haber sido un caso aislado. Por lo que se en GN y Carabineros en los puestos de Frontera apartados se juntan regularmente a pavear.
¿Esa vez no fue por un lio de polleras?
 

cawan 5

Forista Sancionado o Expulsado
un poco de historia para recordar...


Las relaciones con Chile

En las relaciones argentino-chilenas se actualizaron dos importantes diferendos limítrofes: el de la zona de Río Encuentro o Palena, una herencia del gobierno de Frondizi; y el diferendo en el canal de Beagle, un legado de carácter más antiguo. Un tercer factor de perturbación fueron las versiones acerca de un supuesto pacto militar a nivel de las cúpulas castrenses de la Argentina y Brasil, que alimentaba viejos fantasmas de hipótesis de conflicto en las mentes de los militares y otros sectores nacionalistas chilenos.
Tanto el presidente Illia como su canciller Zavala Ortiz no estaban conformes con los “Pactos del Sesenta” firmados el 12 de junio de 1960 como corolario del acuerdo suscripto en marzo de ese mismo año por los entonces presidentes Arturo Frondizi y Jorge Alessandri. Estos acuerdos establecían el arbitraje de la Corona Británica en la región de Río Encuentro; la división del canal de Beagle por la línea media; el otorgamiento de la isla Lennox e islotes adyacentes a Chile; el sometimiento de la soberanía de las islas Nueva y Picton y otros islotes a la Corte Internacional de Justicia de La Haya; un Acta Adicional al Protocolo del 16 de abril de 1941 sobre revisión, reposición y densificación de hitos; y un Convenio de Navegación en los Canales Fueguinos. El presidente chileno, Eduardo Frei, al notar el poco entusiasmo del gobierno de Illia con los pactos firmados durante la gestión de Frondizi, decidió retirarlos del Senado trasandino donde esperaban su ratificación. Por su parte, Illia y Zavala Ortiz prefirieron la vía bilateral para la solución del diferendo y no el camino arbitral. (1)
Pero el camino de la solución política a través de ambos gobiernos no estuvo exento de obstáculos. El gobierno de Illia debió ocuparse de las consecuencias de un incidente ocurrido durante el gobierno anterior, en septiembre de 1963, cuando el personal de la gendarmería argentina decidió colocar un alambrado en Valle Hondo, al este del cerro de la Virgen, en la zona llamada por los argentinos de Río Encuentro y por los chilenos del Palena. Este alambrado fue colocado con el supuesto objetivo de evitar el contrabando de ganado hacia territorio chileno, según las denuncias efectuadas por hombres de campo argentinos. Como era de esperarse, el hecho motivó del lado chileno protestas diplomáticas, acusaciones de expansionismo hacia el ejército argentino, y obstáculos económicos para el ingreso de productos argentinos en Chile, que fueron desplazados por brasileños. (2)
A pocos días de instalado Illia en el cargo presidencial, el 30 de octubre de 1963, el nuevo gobierno respondió a la denuncia efectuada el 26 de septiembre por las autoridades de Santiago respecto de la colocación del alambrado en las inmediaciones del paralelo del cerro de la Virgen. Según la denuncia trasandina, este paraje estaba en territorio perteneciente a Chile. A su vez, la nota de respuesta argentina del 30 de octubre señalaba que el alambrado estaba “en zona argentina incuestionable, por estar comprendida dentro de la demarcación hecha en 1955 por la Comisión Mixta”. Asimismo, la nota argentina denunciaba el corte del alambrado efectuado en forma unilateral por fuerzas chilenas el 8 de octubre, las incursiones de personas arreando ganado con custodia de carabineros chilenos “dentro de territorio incuestionablemente argentino” y la instalación de carabineros trasandinos en la zona litigiosa comprendida entre el cerro de la Virgen y el lugar de la confluencia de los ríos Encuentro y Engaño. La nota concluía con la promesa del gobierno de Illia de retirar el alambrado pero “sin renunciamiento a los derechos soberanos de la Argentina” y subrayaba la voluntad de la gestión radical de “resolver todos los problemas del pasado”. (3) Cumpliendo con la promesa efectuada, a principios de noviembre Illia ordenó el levantamiento del alambrado, como un gesto de buena voluntad hacia el gobierno chileno. (4)
Tras la reunión de la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA) en Alta Gracia, entre marzo y abril de 1964, donde los cancilleres de la Argentina y Chile ratificaron su deseo de solucionar por vía pacífica el litigio limítrofe, tuvo lugar un nuevo incidente en la zona de Palena o Río Encuentro. En esta oportunidad, el conflicto fue provocado por la acumulación de materiales por parte de la gendarmería argentina para aprovechar una caída de agua y proveer de luz eléctrica a la región del Valle Hondo, la misma donde se colocara el polémico alambrado que Illia ordenó retirar. Al obligar a dos periodistas chilenos a retirarse de la zona, la gendarmería argentina hizo estallar un conflicto diplomático, expresado en una serie de notas de protesta chilenas y réplicas argentinas. (5)
Por cierto, estos incidentes poco contribuyeron a allanar el camino para una solución bilateral directa, que era la opción que privilegiaba la Cancillería argentina. Finalmente, y a pesar de los esfuerzos diplomáticos argentinos por llegar a un acuerdo directo, la Cancillería trasandina decidió el 24 de agosto de 1964 elevar en forma unilateral el caso al arbitraje de la reina Isabel II de Inglaterra. (6) El gobierno argentino terminó aceptando la mediación británica, como un gesto de buena voluntad hacia las autoridades chilenas. Así, en una nota del 13 de septiembre de 1964 el gobierno de Illia sostuvo que

Argentina no se opondrá, en este caso, a lo que (el árbitro) haga dentro de las atribuciones regladas por el Tratado General de Arbitraje de 1902. En tal sentido debo recordarle que mi gobierno considera que hubo arreglo entre las partes, de acuerdo al Acta Nº 55, del 1º de noviembre de 1955, de la Comisión Mixta Argentino-Chilena, en lo referente a la línea de frontera comprendida, en un sector, entre el hito 16 y la confluencia de los ríos Falso Engaño y Encuentro y, en otro sector, entre el Cerro de la Virgen y el hito 17 en la margen norte del Lago General Paz. En consecuencia, en lo referente a esos sectores habrá que estar a lo que dispone el artículo 2º del Tratado de 1902, cuando dice: “No pueden renovarse en virtud de este Tratado las cuestiones que hayan sido objeto de arreglos definitivos entre las partes.(...) (7)

Como era de esperarse, la aceptación de la mediación británica por parte de las autoridades argentinas, como un gesto de acercamiento a Santiago, cayó mal en los bloques de los partidos de la oposición en el Congreso, que interpretaron este paso como una señal de concesión o debilidad del gobierno de Illia. Así, los diputados socialistas Emilio Carreira y Ramón A. Muñiz presentaron junto con otros un proyecto de resolución expresando su oposición a la actuación de la reina británica como mediador en el conflicto limítrofe argentino-chileno en los siguientes términos:

(...) Es difícil si no imposible explicarse la dualidad de conducta de nuestro gobierno. Por un lado reclama respecto de la medida usurpadora contra el gobierno inglés, al cual ha puesto pleito y por el otro lo acepta o propone como árbitro para que decida en juicios arbitrales sobre los intereses que se vinculan a nuestro suelo, pretendido por otro país.
No podemos disimular la conducta del gobierno británico al tomar en sus manos aquellos pleitos sabiendo que, a su vez, está demandado por una de las partes. Nos parece que enfrentamos un caso de posible prevaricato internacional que estamos en el deber de denunciar e impedir. (8)

Ante los inconvenientes, el 6 de noviembre los cancilleres Miguel Angel Zavala Ortiz y Gabriel Valdés firmaron una declaración conjunta argentino-chilena, en la que ambos gobiernos se comprometían a iniciar conversaciones con el fin de someter el litigio limítrofe a la Corte Internacional de Justicia. (9) No obstante la aceptación argentina de la vía multilateral, según el testimonio de Zavala Ortiz, hasta el momento del golpe que derrocara al gobierno radical, una misión diplomática argentina buscó en Chile la solución bilateral directa, a través de un contacto entre las marinas de ambos países. (10)
Un nuevo momento de tensión en las relaciones entre ambos países se produjo cuando el gobierno de Illia estableció por decreto el 22 de febrero de 1964 como el Día de la Antártida -en conmemoración de la instalación en esa fecha de 1904 del primer observatorio magnético y metereológico en las Orcadas del Sur, y proclamó los “irrenunciables derechos de soberanía sobre la Antártida Argentina”. A la vez, el canciller Zavala Ortiz anunciaba el mismo día desde la Antártida que la Argentina “nunca renunciará a lo que es propio”. (11) Finalmente, la emisión de una serie de sellos postales argentinos sobre la Antártida provocaron la reacción del subsecretario interino de Relaciones Exteriores chileno, Enrique Bernstein, quien sostuvo que estas actitudes del gobierno argentino violaban lo establecido en el Tratado Antártico de 1959. Bernstein subrayó que según el mencionado tratado, “ningún acto o actividad que se lleve a cabo (...) constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida ni se ampliarán las reclamaciones anteriores”. (12)
No obstante estos roces diplomáticos, ambos países lograron un acercamiento durante la reunión de la CECLA en la localidad cordobesa de Alta Gracia, entre fines de febrero y principios de marzo de 1964, oportunidad en que los cancilleres argentino y chileno, Zavala Ortiz y Julio Philippi, emitieron el 6 de marzo una Declaración Conjunta en la que ambas partes remarcaron su decisión de “encontrar solución, por la vía judicial o arbitral” a los problemas pendientes de carácter territorial; se comprometieron a acelerar las tareas de colocación de hitos para “señalar con más claridad y precisión la línea de frontera”; se obligaron mutuamente a “impulsar las medidas necesarias con el fin de facilitar e intensificar un creciente intercambio comercial entre los dos países y de promover el progreso social y económico de ambos pueblos”; a “unir sus esfuerzos para obtener un fortalecimiento del sistema interamericano”, y a mantener “un sistema de consulta y mutua información de carácter permanente sobre todos los asuntos de interés común, con el objeto de coordinar su acción en los organismos internacionales, tanto de carácter regional como mundial”. (13)
Asimismo, a fines de febrero de 1965 el canciller Zavala Ortiz protagonizó con su colega chileno Gabriel Valdés un acto de confraternidad al pie del Cristo Redentor en la provincia de Mendoza, reafirmando mutuamente los deseos de paz y ratificando el camino de acercamiento iniciado unos meses antes en la reunión del CECLA. Vale acotar que el acto contó con una importante presencia de las autoridades eclesiásticas de ambos países, que tenían un fuerte interés en cerrar la antigua disputa limítrofe. Así, el encuentro binacional en el Cristo Redentor tuvo por protagonistas, entre otras figuras, a los cardenales primados de la Argentina y Chile, Antonio Caggiano y Raúl Silva Henríquez. (14)
Como fruto de estos intentos de acercamiento, el 28 de octubre de 1965 se realizó un encuentro entre los presidentes Illia y Eduardo Frei en Mendoza, que también finalizó con una Declaración conjunta efectuada dos días después, donde ambos reiteraban su compromiso con la integración latinoamericana. (15)
Según testimonio del canciller Zavala Ortiz, Frei creía en la posibilidad de unir a las dos naciones, al punto que pensó en Córdoba como capital hipotética de dicho Estado binacional. Pero Frei advirtió a su colega Illia de la oposición de la marina chilena a cualquier concesión territorial y de la necesidad de consultarles antes de dirigirse al Congreso. A pesar del clima de cordialidad que -siempre según Zavala Ortiz- caracterizó a la cumbre presidencial de Mendoza, vale aclarar que ésta se desarrolló en un contexto de creciente presión no sólo de los militares, sino también de los medios de prensa y los grupos nacionalistas de ambos países. En el caso de los militares argentinos, el director de Gendarmería Nacional, general Julio Alsogaray, ordenó cubrir con tropas la frontera con Chile ante la supuesta presencia de carabineros chilenos en la estancia La Florida, ubicada en terreno alegado como argentino. En el caso de los medios de prensa de ambos países, éstos efectuaron una fuerte campaña provocada por las agresiones entre carabineros y gendarmes y por la alusión de la Cancillería trasandina a supuestos derechos sobre la zona de Laguna del Desierto. En cuanto a los grupos nacionalistas, varios autores citan manifestaciones antiargentinas en las calles de Santiago, tales como la quema de la bandera argentina, el apedreo de la embajada y del edificio de Aerolíneas Argentinas, entre otros incidentes. A pesar del tenso clima existente de uno y otro lado de la cordillera, en el citado encuentro de Mendoza, los presidentes convinieron el retiro de los carabineros. (16)
No obstante lo convenido en la cumbre de Mendoza, la patrulla de carabineros chilenos mantuvo su presencia en la zona de Laguna del Desierto, lo cual inició una nueva etapa de quejas diplomáticas que incluyó un tiroteo entre gendarmes argentinos y carabineros el 6 de noviembre de 1965 y un vuelo rasante de un avión chileno sobre el crucero La Argentina, que navegaba cerca de Puerto Williams, el día 3 de diciembre del mismo año. Como era de esperarse, estos incidentes generaron comentarios de prensa de uno y otro lado de la cordillera, con mutuas acusaciones de expansionismo imperialista incluidas. (17) Del lado argentino, las manifestaciones “antiargentinas” en las calles y medios de Santiago recibieron el repudio de diversas agrupaciones, entre ellas del comité nacional de la Federación de Partidos de Centro (FPC), el Movimiento Juvenil de Agitación y Lucha de la UCRP, la juventud de la UCRI y la rama femenina de la Avanzada Patriótica Argentina. (18)
A pesar de que los incidentes de Laguna del Desierto evidenciaron un contraste entre la actitud conciliatoria del presidente Illia y del canciller Zavala Ortiz y la actitud dura de los militares argentinos, el 5 de diciembre se anunció un sorpresivo acuerdo entre los gobiernos argentino y chileno, decidiendo que la Comisión Mixta de Límites iniciara su XXIV período de sesiones en Balmaceda, localidad ubicada a 300 kilómetros al norte de Laguna del Desierto, con la presencia de los ministros de Defensa de ambos países. Por este acuerdo, carabineros chilenos y gendarmes argentinos prestarían colaboración a los demarcadores. Para lograr este paso, el gobierno de Chile dejó sin efecto su precondición de que los gendarmes se retiraran del territorio de laguna del Desierto. Según Castello, dos posibles razones pueden explicar este paso atrás de las autoridades chilenas: 1) que las mismas hayan recibido algo en compensación por parte del gobierno argentino, posibilidad que éste negó en forma terminante; y 2) que el gobierno chileno adoptara este paso tras una conversación telefónica entre los presidentes Illia y Frei en la que el primero le manifestó que la estabilidad de su gobierno “depende de que podamos llegar cuanto antes a un satisfactorio arreglo” con las autoridades de Santiago. (19)
Respecto del segundo frente de conflicto con Chile -la zona del canal de Beagle-, la gestión de Zavala Ortiz no logró ningún avance concreto. Los “Pactos del Sesenta” acordados con Chile durante la gestión de Frondizi, que sometían a la Corte Internacional de La Haya la cuestión de la soberanía de las islas Nueva y Picton, habían sido anulados por la gestión radical como base de negociación. Para colmo, las autoridades chilenas comenzaron a reclamar el tema de la “costa seca”, teoría según la cual la Argentina no tenía derecho alguno sobre las aguas del Canal, lo cual era equivalente a decir que el límite pasaba por la costa sur de Tierra del Fuego, perteneciente a la Argentina. Como era de esperarse, la tesis chilena chocó con la firme oposición de la marina argentina, cuyos oficiales reclamaban llegar a Ushuaia por aguas propias, insistiendo en una línea divisoria del canal de Beagle. (20)
Junto con los diferendos por las zonas de Río Encuentro y del canal de Beagle, debemos mencionar como otro elemento perturbador de las relaciones bilaterales las declaraciones que el comandante en jefe del ejército argentino, general Juan Carlos Onganía, efectuara respecto de un “pacto” entre la Argentina y Brasil para luchar en forma coordinada contra el comunismo en la región. Estas declaraciones cayeron muy mal en el partido oficialista chileno, la Democracia Cristiana, el cual declaró a Onganía persona no grata. (21)

NOTAS

Sobre los acuerdos del “Sesenta” ver los trabajos de Miguel Angel Scenna, Argentina-Chile. Una frontera caliente, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1981, pp. 175-177; J.A. Lanús, op. cit., vol. II, pp. 224 y 226, y A.E. Castello, op. cit., pp. 159-160.

Ver al respecto “Chile-Argentina. Límites: Disputa en una zona donde ríos y cerros cambian sus nombres”, Primera Plana, Nº 50, 22 de octubre de 1963, pp. 13-14; “Panorama internacional. Surge un tercer nombre en el pleito fronterizo con Chile: Valle Hondo”, Primera Plana, Nº 51, 29 de octubre de 1963, p. 10 y “Informe especial: Chile: Falta de trabajo, demagogia y el fantasma de la soberanía patagónica”, Primera Plana, Nº 56, 3 de diciembre de 1963, pp. 18-20. Sobre las consecuencias diplomáticas y económicas del incidente de Palena o de Río Encuentro ver los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., p. 177; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267, y A.E. Castello, op. cit., p. 104.

Ver texto de la nota argentina en Clarín, 31 de octubre de 1963, pp. 10-11; La Nación, 31 de octubre de 1963, pp. 1 y 16; y en el trabajo de José Noguerol Armengol, “Argentina-Chile (1963/66)”, Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre 1969, pp. 125-126.

“Argentina-Chile. Ordenó Illia el inmediato levantamiento del alambrado”, Clarín, 2 de noviembre de 1963, p. 5. Ver también los editoriales “Respuesta a Chile”, La Nación, 2 de noviembre de 1963, p. 4, y “Solución de la incidencia fronteriza con Chile”, La Prensa, 2 de noviembre de 1963, p. 6, que rescataron el retiro del alambrado y la búsqueda de negociaciones bilaterales directas como gestos de buena voluntad del gobierno de Illia hacia las autoridades de Santiago.

Ver al respecto los siguientes editoriales “Con Chile se ha producido otro conflicto”, La Nación, 22 de julio de 1964, p. 3, donde se cita la nota de protesta de la Cancillería chilena de julio de 1964 por el retiro por la fuerza de dos periodistas en la zona de río Encuentro por parte de efectivos de la gendarmería argentina; “Contestóse a Chile por el incidente limítrofe”, La Nación, 28 de julio de 1964 y La Nación, 5 de agosto de 1964, p. 16, donde se cita la respuesta argentina del 27 de julio al reclamo diplomático chileno; “El problema territorial entre Argentina y Chile”, La Nación, 5 de agosto de 1964, pp. 1 y 16, donde se cita la nota de respuesta de Chile del 3 de agosto a la nota argentina del 27 de julio, en la que se propone que los cancilleres argentino y chileno se trasladen al lugar de los hechos para adoptar de común acuerdo medidas que eviten la repetición de incidentes en la zona de Río Encuentro. Pero, ante el rechazo argentino de un régimen de statu quo en la zona de Río Encuentro propuesto por las autoridades de Santiago, éstas volvieron a endurecer su posición y el 18 de agosto de 1964 retiraron su propuesta del 3 del mismo mes de efectuar una reunión de cancilleres en la zona de conflicto. “Chile no desea una reunión de los cancilleres”, La Nación, 19 de agosto de 1964, p. 1. Ver asimismo detalles de estos incidentes en los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op .cit., p. 178, y de M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267.

M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 178-179, y M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 267.

Texto de la respuesta argentina a la nota chilena solicitando el arbitraje británico, citado en La Nación, 14 de septiembre de 1964, pp. 1 y 5.

Proyecto de resolución de los diputados Carrera, Muñiz y otros, rechazando el arbitraje británico en el diferendo limítrofe argentino-chileno, Cámara de Diputados de la Nación, Reunión 71º, Septiembre 24 de 1964, cit. en Congreso Nacional, Diario de sesiones de la Cámara de Diputados año 1964, Tomo VI: Sesiones ordinarias (del 16 al 30 de septiembre de 1964), Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1965, p. 4036.

Texto de la declaración conjunta de los ministros de relaciones exteriores de la Argentina y Chile del 6 de noviembre de 1964, citado en Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre 1969, sección Documentos, pp. 162-164. Dicha declaración conjunta de los cancilleres argentino y chileno menciona además de la mutua voluntad de someter la controversia a la Corte Internacional de Justicia, otros temas de agenda, como la integración económica tanto a nivel bilateral como multilateral, a través de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). Ver los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., p. 126; J.A. Lanús, op. cit., vol. II, p. 227; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 269, y J. Paradiso, op. cit., p. 151.

El propio Zavala Ortiz expresó lo siguiente:

En nuestra época se llegó con el gobierno de Chile -hay una declaración conjunta (...) con el entonces canciller Valdez- a un entendimiento para arreglar la cuestión Beagle mediante conversaciones directas y si no, no ir al arbitraje británico como lo estipulaba el tratado de 1902, sino ir directamente a la Corte Internacional de Justicia de La Haya (...) Es decir que había dos posibilidades abiertas y eso se puso en ejecución a tal punto que cuando nosotros fuimos derrocados una delegación de la Marina argentina fue a Chile a tomar contactos con la Marina chilena acercándose a una posible solución directa (...) Luego caímos nosotros y yo no supe cómo siguieron las gestiones, creo que terminaron allí.

Ver al respecto A.E. Castello, op. cit., p. 161, nota 13, y M.A. Zavala Ortiz, op. cit., primera parte, p. 5.

Declaraciones de Zavala Ortiz en “Ratifícase oficialmente la soberanía sobre la Antártida”, La Nación, 24 de febrero de 1964, pp. 1 y 6. Ver también editorial “El Día de la Antártida Argentina”, La Nación, 22 de febrero de 1964, p. 4.

“Declaraciones chilenas”, La Nación, 22 de febrero de 1964, p. 1.

Texto de la declaración conjunta en “Chile y Argentina: Una reafirmación de hermandad”, Clarín, 7 de marzo de 1964, p. 9. Ver también referencias en M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., p. 178.

“Al pie del Cristo Redentor renovóse la fraternidad argentino-chilena”, La Nación, 28 de febrero de 1965, pp. 1 y 16.

Texto de la declaración conjunta de los presidentes de la Argentina y Chile, Mendoza, 30 de octubre de 1965, cit. en Estrategia, Nº 3, Buenos Aires, septiembre-octubre de 1969, sección Documentos, p. 164.

Ver respecto del encuentro Illia-Frei en Mendoza los siguientes editoriales: “La entrevista de Mendoza”, La Nación, 1º de noviembre de 1965, p. 6, que rescata el encuentro Illia-Frei como un paso decisivo en el fortalecimiento de la amistad bilateral. Por cierto, esta percepción medianamente optimista del diario La Nación, contrasta con los siguientes editoriales de la revista Primera Plana: “Illia-Frei: El cuerno de la abundancia”, Primera Plana, Nº 156, 2 al 8 de noviembre de 1965, pp. 10-11 y “Quinto eclipse de la soberanía”, Primera Plana, Nº 157, 9 al 15 de noviembre de 1965, pp. 8-9, donde se evidencia la asincronía existente entre la posición débil del gobierno y la Cancillería argentinos y la dureza de los medios periodísticos y militares chilenos. Ver también sobre este tema los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., pp. 126-127; M.A. Scenna, Los militares, op. cit., p. 290; M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 180-181; R. Etchepareborda, op. cit., p. 73; P. Sánchez, op. cit., pp. 120-121; A.E. Castello, op. cit., pp. 236-238, y L. García del Solar, op. cit., pp. 196-197.

En esta etapa del litigio aparecieron del lado argentino fuertes divergencias entre la Cancillería y Defensa por un lado, y el Ejército por el otro, respecto de los medios más eficaces para manejar el entredicho de Laguna del Desierto. Mientras los dos primeros ministerios optaban por la negociación diplomática sin abandonar los reclamos argentinos en la zona, el Ejército insistía en la ocupación efectiva con custodia armada. La existencia de estas divergencias fue negada por un comunicado conjunto del día 4 de diciembre de 1965, efectuado por los titulares de las carteras de Relaciones Exteriores y Defensa, Zavala Ortiz y Súarez, que señalaba que la gendarmería argentina cumplía en la zona “las medidas de vigilancia que le corresponden, conforme con las instrucciones que le imparte el poder ejecutivo, sin ningún propósito ni intención agresiva”. Sobre los incidentes de Laguna del Desierto y las diferencias de enfoque dentro del gobierno argentino ver los siguientes editoriales “Carabineros en Chile siguen en la zona de Laguna del Desierto”, La Nación, 2 de noviembre de 1965, p. 9; “Siguen las gestiones por el incidente fronterizo”, La Nación, 3 de noviembre de 1965, p. 4; “Gendarmería repelió en el sur una agresión chilena”, La Nación, 8 de noviembre de 1965, pp. 1 y 5; editorial “Lo que se deplora y lo que se afirma”, La Nación, 9 de noviembre de 1965, p. 6, que critica la campaña belicosa del periodismo chileno contra la Argentina; “Atempérase el tono en torno del proceso del conflicto con Chile”, La Nación, 10 de noviembre de 1965, pp. 1 y 20; “La semana política. La crisis limítrofe y la actuación de las fuerzas armadas...”, La Nación, 14 de noviembre de 1965, p. 8; “El país. El precio del candor radical” y “Soberanía: El combate de la cordillera”, Primera Plana, Nº 158, 16 al 22 de noviembre de 1965, p. 12 y pp. 13-16, respectivamente; “El país. La diplomacia de la indecisión”, Primera Plana, Nº 161, 7 al 13 de diciembre de 1965, p. 8. Ver también los trabajos de M.A. Scenna, Argentina-Chile..., op. cit., pp. 182-183; P. Sánchez, op .cit., pp. 124-125; M.L. San Martino de Dromi, op. cit., p. 268 y A.E. Castello, op. cit., pp. 238-240.

“Es enjuiciada la actitud del gobierno de Santiago”, La Nación, 15 de noviembre de 1965, p. 4.

“Constituyóse la comisión de límites de Argentina y Chile”, La Nación, 11 de diciembre de 1965, pp. 1 y 16. Ver respecto de las divergencias entre la actitud conciliatoria de Illia y la enérgica posición de los militares y de las razones del acuerdo entre Argentina y Chile que cerró la crisis de Laguna del Desierto los editoriales “La nación. Es difícil gobernar con discursos”, Confirmado, Nº 27, Noviembre 4 de 1965, p. 10; “La dignidad nacional y el comité “, Confirmado, Nº 28, Noviembre 11 de 1965, pp. 10-11 y “Soberanía. Balmaceda mon amour”, Primera Plana, Nº 162, 14 al 20 de diciembre de 1965, especialmente p. 13 y también los trabajos de Noguerol Armengol, op. cit., pp. 127-128; P. Sánchez, op. cit., p. 125, y A.E. Castello, op. cit., pp. 240-241.

Sobre las dificultades en torno del Beagle y la mediación británica por la zona de Río Encuentro ver el trabajo de J.A. Lanús, op. cit., vol. II, p. 227, y el artículo de Elvira Montes, “Chile y la política exterior argentina”, Estrategia, Nº 4, noviembre-diciembre 1969, pp. 37-38. Ver también el editorial “Empezó en Londres el trabajo arbitral sobre Río Encuentro. Los representantes de la Argentina y Chile expusieron sus respectivas tesis ante el tribunal británico”, La Nación, 30 de diciembre de 1965, p. 1.

“El país. Onganía: reacciones y alarmas”, Primera Plana, Nº 149, 14 al 20 de septiembre de 1965, pp. 8-9.

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Cortina de humo

Para mí lo que muestra la televisión chilena y el sitio de los carabineros no es más que una cortina de humo para tapar el hecho de que el propio gobierno chileno habia acordado el retiro de los carabieneros de territorio Argentino y estos, por motivos que todavia no se saben, no lo hicieron, entonces exaltan la muerte innecesaria del carabinero que ellos mismos habrian evitado de haber cumplido con lo acordado entre gobiernos.
Porque no se retiraron los carabineros si ese era el acuerdo?
O el gobierno chileno acordo con Argentina pero no dió la órden a los carabineros?
O los carabineros recibieron la órden pero no la cumplieron?
El mismo gobierno chileno de ese entonce dijo que habia enviado un avión con personas de "confianza" a la zona para recabar información.
Para mí que los carabineros, en ese entonces, hacian lo que querian y todo termino en una muerte innecesaria que ahora es exaltada como heroica para cubrir los desaciertos y falencias tanto del gobierno chileno como de los carabineros por aquellos tiempos, y de paso, es aprovechado por aquellos sectores anti Argentinos, a los que les molesta la necesaria integración entre los dos pueblos.
 
Fueron 5 contra 4...el resto es desinformación del bando contrario, para generar un clima hostil que los favoreciera y hechar una cortina de humo ante el hecho de que ellos fueron los que habían violado la Soberanía Argentina.

Respecto a quién abrió fuego...las versiones de uno y otro lado son contrarias...pero yo les creo a los Gendarmes..., si viviese alguno de los testigos de la epoca, sería bueno contactarlos para preguntarles ese tema

De todos modos, podrían haber abierto fuego los gendarmes (después de la advertencia) y hubiesen estado en todo su derecho. Pero si es cierto que los carabineros fueron tan temerarios de decirles "los estamos esperando", no me extrañaría que unos tiros siguiesen la intimación.
Se dan cuenta que decir que fueron 90 Gendarmes no tiene sentido? Si tenemos 90 fusiles tirando a una casilla, no hay sobrevivientes. O acaso es tan difícil apuntar a un puesto fijo (y a distancia desde donde uno puede comunicarse verbalmente). Bueno, sigan las consideraciones de Juanma...sentido común. Igual si eran 5 contra 4, no se preocupen, los superaban en número.
 
Estoy de acuerdo con lo dicho por los foristas DK2009 y Matias, los carabineros o por falta de comunicación o porque se quisieron pasar de vivos (era muy comun en esa epoca) les salio mal y lo terminaron pagando muy caro, lo demas son exageraciones chilenas para cubrir sus acciones. Lementable que haya ocurrido una muerte pero como dice el dicho el que juega con fuego se puede quemar y eso paso.

Juanjo
 
Para mí lo que muestra la televisión chilena y el sitio de los carabineros no es más que una cortina de humo para tapar el hecho de que el propio gobierno chileno habia acordado el retiro de los carabieneros de territorio Argentino y estos, por motivos que todavia no se saben, no lo hicieron, entonces exaltan la muerte innecesaria del carabinero que ellos mismos habrian evitado de haber cumplido con lo acordado entre gobiernos.
Porque no se retiraron los carabineros si ese era el acuerdo?
O el gobierno chileno acordo con Argentina pero no dió la órden a los carabineros?
O los carabineros recibieron la órden pero no la cumplieron?
El mismo gobierno chileno de ese entonce dijo que habia enviado un avión con personas de "confianza" a la zona para recabar información.
Para mí que los carabineros, en ese entonces, hacian lo que querian y todo termino en una muerte innecesaria que ahora es exaltada como heroica para cubrir los desaciertos y falencias tanto del gobierno chileno como de los carabineros por aquellos tiempos, y de paso, es aprovechado por aquellos sectores anti Argentinos, a los que les molesta la necesaria integración entre los dos pueblos.

Totalmente de acuerdo, yo me la juego qué fue un problema de comunicación o que se quisieron hacer los "guapos" y le salio mal.

Muchas gracias a todos por la info

Saludos
 
Un ejemplo de que el tiempo todo lo cambia es el hecho que hace algunos años cuando fueron trasladados los restos del Teniente merino Correa, una delegación de la Gendarmería Nacional encabezada por su Director Nacional y una sección de cadetes se desplazó a Santiago de Chile para rendirle honores a este Teniente muerto en el sur por circunstancias que aún pueden discutir unos u otros pero que los hombres de armas respetan a su adversario circunstancial.
 
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