Continuando con el relato del ALF. EGURZA, se transcribe a continuación desde el momento en que ya se había producido el RESCOM del BIGUA.
Aunque 30 años después suene algo frío, les aseguro que la presión psicológica que recibe un POA es terrible: sabe que es carne cañón necesaria, que casi seguro no recibirá apoyo para un rescate (Por eso nos alegró lo del Bigüá, ya que antes solo se había logrado con el Alf. Blázquez, luego de ser atacado su POA por FFEE inglesas), que de su información penden vidas y materiales propios y del mantenerse despierto, más bajas a personal y material del ENO.
No hacíamos fuego, había heridas aún no curadas de antes (Pero sólo lo sabían el indio Miranda y Beranek, los médicos nuestros, no fuera cosa que por eso nos desafectaran), machuques propios de la marcha:
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El rescate se demoró mucho ya que con la nevada era imposible ubicarlos. Finalmente los hallaron y posteriormente vino a nuestra posición a llevarnos a nosotros también; pero de Puerto Argentino, nos ordenaron mantener la posición y en este momento supimos que no íbamos a tener ninguna otra oportunidad. Era necesario que nosotros nos quedáramos allí para informar cuando el enemigo empezara su avance hacia Puerto Argentino.
Tres días después, ocho “palas” enemigos avanzaron hacia Puerto Argentino por la costa, motivo por el cual volteábamos la carpa, efectuamos la comunicación correspondiente y ocupamos posiciones por si atacaban. Los “palas” enemigos descargaron casi todo su fuego contra otras posiciones muy cercanas a la nuestra donde había una patrullera de prefectura semihundida. Al regresar pasaron sobre nuestras posición. Colocamos las strim a nuestros fusiles y nos aprontamos para recibir el fuego enemigo. Como no les quedaba más armamento, sólo nos pasaron por arriba y se dirigieron rápidamente a Darwin. Esto nos dio tiempo de recoger el equipo de radio y emprender el repliegue a Puerto Argentino.
Apenas habíamos hecho dos kilómetros se vinieron encima de nuestra posición lanzando cohetes. Nos metimos dentro de un pequeño arroyo, nos camuflamos y esperamos que se hiciera de noche ya que venían buscándonos por todos lados.
Una vez que oscureció el soldado que había estado con los civiles recordaba un diálogo que había tenido con uno de ellos, el cual le había dicho que en tal rumbo se encontraba la posición de otro ROA de Puerto Argentino; así que con la brújula y el mapa nos dirigimos al monte Pleasent, en el cual supuestamente deberían estar los nuestros.
La nevada, el frío y el principio de congelamiento habían comenzado a ponernos las trabas para no poder llegar. Avanzamos parte de la noche con los “palas” enemigos constantemente pisándonos los talones, pero no pudimos proseguir ya que había un río correntoso y como la neblina estaba al ras del piso el visor nocturno no tenía gran efectividad.
A las dos horas, cuando amaneció y comprobamos que no era profundo, nos sacamos parte de la ropa y lo cruzamos; nos dañó muchísimo los pies y se agravó el problema del congelamiento en nuestras piernas y pies.
Gracias a que había 0 de techo y no más de 50 metros de visibilidad pudimos proseguir la marcha durante el día. Lo hacíamos por las alturas ya que en las zonas bajas la bruma era mucho menos densa. Pudimos avanzar bastante pero a las 11 de la mañana del día tres de junio y pese a esas condiciones climatológicas se nos vinieron encima y nos tiramos en un barranco escondiéndonos dentro de un arroyo cubiertos con plantas sobre la cabeza.
Nos quedamos allí hasta las 18:00 Hs, habíamos marcado en nuestro mapa el lugar donde nos encontrábamos; le tomamos el tiempo a los helicópteros. Pasaban sobre nuestra vertical y volvían a pasar en sentido contrario. Así podíamos apreciar en donde estaban dejando el personal y equipos.
Sentíamos una gran impotencia ya que con las granadas antitanque, hubiésemos podido hacer estragos, pero hubiéramos sido descubiertos y la información que poseíamos no habría podido llegar a destino.
Había que pasar desapercibidos y encontrar una batería para poder utilizar el equipo, las luces de avanzada enemiga nos había sobrepasado unos 50 Km, aproximadamente y habiamos cubierto parte del trayecto observando todos sus movimientos. El objetivo era claro: había que proseguir a toda costa. Carecíamos de alimentos ya que lo poco que teníamos, lo íbamos dejando en el camino; había que aligerar el peso, de lo contrario nos retrasaría y los minutos eran fundamentales. El agua la guardábamos en una caramañola que compartíamos entre los cuatro. La obteníamos, cuando teníamos suerte, de algún hilo de agua que corría por pequeños surcos en la tierra, cuando no, en charcos estancados. Luego de muchas horas de permanecer en ese lugar, nuestro cuerpo no resistía más.
Cuando anocheció proseguimos la marcha y llegamos a una casa que quedaba al pie del monte que buscábamos. La rodeamos comprobando que no había nadie y tratamos de conseguir una batería para poder hacer funcionar el equipo de radio. No encontramos nada. Tratamos de probar un enlace con el equipo de mano.Fue en ese momento cuando salió un comunicación entre los ROA que buscábamos y Puerto Argentino.
Tratamos de comunicarnos pero no nos recibían. En ese momento nos dimos cuenta de que habían sido atacados y que estaban replegando hacia Puerto Argentino.
Psicológicamente eso fue peor, porque no podíamos informarles nada acerca de la invasión. Debíamos proseguir adelante, estábamos siendo encerrados entre la primera línea enemiga y su retaguardia. Calculábamos que el ataque se efectuaría en menos de una semana, así que tuvimos que dejar de lado todo el cansancio de muchos días sin dormir, de muchos sin comer. El objetivo era claro, uno de los cuatro tenia que llegar.
A la noche siguiente encontramos una estancia. Luego de una minuciosa inspección del área, comprobamos que allí se encontraban dos vehículos. Habíamos encontrado lo que hacía falta, “la batería”. Luego de cortar la línea telefónica irrumpimos en la casa. Allí vivían dos matrimonios, en ese momento se encontraban muy asustados, pero poco a poco se fueron calmando. Les pedimos batería pero no logramos hacer contacto con Puerto Argentino, entonces decidimos llevarnos el vehículo; a lo cual no se opusieron, previa promesa de que lo cuidariamos ya que era privado. Para inmovilizarlos momentáneamente les dijimos que éramos la avanzada de una compañía que venia detrás, que no intentaran hacer nada.
Seguimos la marcha con las luces del vehículo apagada, le habíamos cortado el cable para que no funcionara el stop de las luces de freno. Con la batería probábamos la radio, pero no logramos establecer comunicación. Los visores nocturnos nos servían como guía para avanzar por el camino mientras estábamos atentos por cualquier ataque de “ palas” enemigos.
Sabíamos que viajábamos dentro de un ataúd con ruedas pero debíamos pasar Fitz Roy y luego de eso, el monte Challenger: propia tropa.
Entramos en el pueblo, nos dirigimos al centro del mismo, pudimos arreglar el equipo y pasamos toda la información que poseíamos, inclusive los sucesivos pasos que habían realizado para tomar Darwin y Pradera del Ganso (Goose Green) y cual eran el modus operandi que estaban empleado para atacar Puerto Argentino; y otros datos de importancia.
Nos ordenaron replegar bordeando la entrada del mar. Les informamos que era imposible ya que estaba ocupada por el enemigo; también nos informaron que el puente había sido volado por nuestros ingenieros. Como no podían enviar un “pala” nuestro para rescatarnos y siendo el pueblo de la contra, nos hicieron esperar nuevas órdenes.
Nuestro equipo se reducía a un fusil cada uno con 20 proyectiles, anteojos nocturnos, anteojos de campaña, equipo de radio, algunas claves, frecuencia y mapas. Cuando amaneció estabamos completamente rodeados por el enemigo. Alcanzamos a destruir el equipo que llevábamos y fuimos tomados prisioneros.
Revisaron el vehículo y por temor a que a que hubiéramos colocados trampa caza bobos, llevaron a mi compañero y le hicieron revisar todo. De allí nos llevaron a una casilla, donde nos interrogaron esa misma noche. En base a los datos pasados, fue cañoneada la zona; les costó muchas bajas y dos días después, éramos llevados a Pradera del Ganso (Goose Green) donde nos encontramos con el resto de los prisioneros."
Un abrazo, QUEKA