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Colaborador
“Egipto ahora es un Ejército que tiene a un país”
El exministro de Inversión egipcio teme por la vida del presidente Morsi
Belén Domínguez Cebrián 11 MAY 2014 - 20:40 CET
El exministro egipcio Yahia Hamed. / santi burgos
Aprieta su mano firmemente para saludar y no vacila al entregar su tarjeta: Ministro de Inversiones de Egipto (Gobierno legítimo del Dr. Morsi), se lee junto a una pequeña bandera roja, blanca y negra con un águila dorada en medio. Yahia Hamed (El Cairo, 1978) dirigió la cartera de inversiones durante el Gobierno de Mohamed Morsi (Hermanos Musulmanes), derrocado en un golpe de Estado el 3 de julio de 2013. Desde entonces, una orden de detención de las autoridades egipcias pesa sobre él y reside, huido, en Turquía. Afirma que Egipto ya no es un país que tiene un Ejército, sino que es el Ejército el que tiene un país.
Yahia Hamed recuerda con cierto orgullo cómo acabó en política. En la universidad —donde estudió filología inglesa y francesa— se unió a varios movimientos ciudadanos. “Era una época en la que no se podía hacer nada. Todo estaba prohibido y te podían detener sin motivo alguno por cualquier cosa. En cualquier lugar”, explica mientras bebe, casi de un trago, un té ardiendo.
Fue uno de los primeros miembros del partido egipcio Justicia y Libertad (FJP, por sus siglas en inglés), donde comenzó a trabajar hace tres años, justo durante la revolución que acabó con Hosni Mubarak. “Queríamos más libertad y la juventud luchaba por ella”, explica. Y continúa, hoy, defendiendo las mismas ideas. “Creíamos en el camino para la democracia y hoy los jóvenes la demandan en las calles”, sostiene. Pero fue durante un máster en Administración Pública (2003-2004) donde se dio cuenta de la verdadera “manipulación” y “corrupción” que desbordaba el anterior Gobierno militar. “El régimen [de Mubarak] definitivamente abusaba de absolutamente todo”.
Con una apariencia que, de primeras, no sería la imagen de un Hermano Musulmán —viste un traje perfectamente planchado, con corbata, gemelos y gafas relucientes para ver de cerca—, Hamed visita España para denunciar el Gobierno “de traidores” (en referencia al mariscal Al Sisi) que ocupa el Ejecutivo del país africano desde el pasado julio. Le acompaña una delegación de otros cinco egipcios expertos en derechos humanos, en relaciones internacionales... que, como este ministro —o exministro en la práctica—, viven en el exilio.
Hamed, con tres hijos de 10, ocho y tres años viviendo a casi 1.500 kilómetros de distancia de Egipto, muestra su preocupación por la situación en el país. El turismo —una quinta parte de la economía— ha caído “un 65% desde noviembre de 2012” y añade que “el 40% de los ciudadanos vive bajo el umbral de la pobreza”.
Y aunque afirma que el Gobierno de Morsi “se equivocó en muchas cosas”, critica la ausencia de garantías individuales. “No sabemos dónde está detenido el presidente [Morsi]. No tiene acceso a abogados ni a visitas de familiares”, expone con indignación. El que fue ministro de Inversión —el segundo más joven en la historia de Egipto— confiesa temer por la vida y la integridad física del último —y único legítimo para él— presidente. “La opresión va mucho más allá de lo que uno pueda imaginar”, sostiene.
Al preguntarle por la posibilidad de que exista otro líder que retome la labor del encarcelado Morsi, Hamed responde con sorpresa: “¿Acaso Nelson Mandela no estuvo 27 años en prisión?”.
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