barbarroja, para que no te tomes la molestia de buscarlo, te lo pongo acá:
Si se ahonda en el tan exclamado cambio de calibre necesario para estar a la altura de las tendencias mundiales, las razones expuestas de ésta necesidad sostienen que al cambiar al 5,56x45 tal como sucede en los Ejércitos del primer mundo, el combatiente individual esta-ría en capacidad de llevar hasta un 110% más de munición (210 de 5,56x45 distribuidos en siete cargadores contra 100 de 7,62x51 distribuidos en 5 cargadores) para poder saturar por el fuego al objetivo e imponer superioridad. En términos de logística, implica un menor peso y un menor volumen, generando una gran diferencia a la hora de planificar los abastecimien-tos para elementos de gran magnitud. Sin embargo, analizando las características particula-res de nuestra geografía, dicho calibre resulta inviable. Un ejemplo de esto, es que el proyec-til de la munición SS-109 (actual munición de 5,56x45 utilizada por los países de la OTAN desarrollada por el Reino de Bélgica) pesa solamente 62 grains contra los 150 de un pro-yectil 7,62x51mm. Como tal, resulta muy liviano, y cuando se dispara en el sur de nuestra geografía, o en grandes extensiones en la montaña su trayectoria se ve muy seriamente afec-tada por las corrientes de viento tan habituales en esos páramos. De igual forma, la distancia efectiva alcanzada por un proyectil de mayor peso y con mayor carga propulsora como el 7,62x51 lo torna ideal para su utilización en las grandes extensiones de terreno abierto tan comunes en nuestro país. Si bien el 5,56x45 fue desarrollado para dar solución al combate en las junglas vietnamitas mediante la consecución de una superioridad de fuego por satura-ción en el objetivo, la propia experiencia de los elementos del EA en el monte determina la predilección de usar un fusil menos voluminoso como el FAL PARA cuando se tiene su cu-lata plegada que posibilita el llegar a impactar sobre el objetivo, a pesar de que el proyectil se encuentre en su trayectoria con frondosa vegetación, troncos, etc. no resultando así cuan-do se utiliza el otro calibre al que se está haciendo mención, ya que su proyectil tiende a desviarse en forma notoria al encontrar obstáculos en su trayectoria. El poder de la munición de 7,62x51 queda claramente evidenciado al dar cuenta de que puede tranquilamente atrave-sar camiones de transporte de caudales como se ha visto en años recientes, blindados ligeros y demás estableciéndose por sobre el 5,56x45 OTAN y el 7,52x39 del tan afamado AK-47.
Añadiendo a la defensa del actual calibre con que trabaja el EA para sus fusiles de dota-ción individual, el tener un solo calibre para todas las armas largas determina que sea logís-ticamente mucho más viable por cuanto sólo se debería proveer a las unidades empeñadas solamente dos calibres, el 9mm y el 7,62mm. Además, en el nivel táctico inferior, la rotura o pérdida de cualquiera de las armas en combate, tanto del FAP, FAL, MAG, o fusiles de ti-rador de primera (En su inmensa mayoría son de 7,62x51) posibilitaría el empleo de su mu-nición en cualquiera de las restantes armas. Si se tuviese fusiles que fueran 5,56x54 debería logísticamente tenerse en cuenta el abastecimiento de 3 tipos distintos de munición, ya que el 7,62mm todavía debería seguir siendo abastecido para las armas de apoyo. Las armas de tiro rasante que hacen el apoyo de fuego a nivel sección son para todos los países del bloque occidental, incluso los que adoptaron el 5,56x45, del calibre 7,62mm ya que las armas de apoyo que utilizan el 5,56 son para el apoyo de fuego a nivel grupo de tiradores siendo su más conocido exponente la ametralladora belga de la FN “MINIMI”. Además, la tendencia está revirtiéndose, por cuanto la experiencia de combate y los resultados que la munición de 5,56mm ha dado en Somalia y actualmente en Afganistán e Irak dan cuenta de que muchas veces, incluso con múltiples impactos, el enemigo sigue respondiendo el fuego. La más in-mediata solución que el US Army ha dado a éste problema ha sido el desempolvar sus viejos M14 de calibre 7,62x51 y ponerlos en servicio nuevamente en las manos de los “designated marksman”, o el equivalente para nuestra doctrina: El tirador de primera.
Una solución a más largo plazo, habla del reemplazo del calibre 5,56 por el 6,2 PPC o el 6,8mm que se encuentran ambos en fase de experimentación al momento.Habiendo ya abordado el tema de la no conveniencia de un cambio de calibre para el arma de dotación individual tanto por cuestiones tácticas como logísticas y monetarias, ya que implicaría el renovar toda la línea de montaje y la maquinaria, se seguirá profundizando res-pecto de la necesidad de llevar al FAL a estándares actuales.
Generalmente, cuando se habla de un fusil moderno, a la mayoría de quienes entienden del tema les viene a la mente un Steyr AUG, un FN SCAR, un G36 o un M16A4, pero la ver-dad, es que la diferencia entre la creación del FAL y del M16 (El mayor exponente del 5,56x39)es de apenas unos años.
Lo que sí es diferente, es que el M16 ha sido sometido a sucesivas y regulares actualiza-ciones logrando de ésta forma tener hoy en día un fusil de primera línea que es tanto en peso como ergonométricamente excelente. Sin embargo, el FAL no ha sido sometido a tales ac-tualizaciones, descontando pequeños cambios en su evolución hasta llegar en nuestro país al MOD IV, el último en abandonar la línea de producción por mediados de los años ochenta, pero nunca se lo ha transformado sustancialmente. Entre las modificaciones de carácter im-perativo, aparecen el acortar el cañón, posibilitar el ajuste de la culata en distancia tal como es posible realizarlo con la carabina M16 (aunque manteniendo la posibilidad de plegarla) y dotarlo de un compensador de gases que a la vez cumpla con la función de apagallamas para facilitar la realización de fuego sostenido sobre un blanco sin perder la línea de mira como consecuencia del retroceso del arma. Hay prioridades de segundo orden, como son el colo-car un montaje fijo para mira que tenga su anclaje en los labios laterales del alojamiento del cargador la extensión y modificación de la palanca de fuego/seguro, el cambiar la manivela de carga y descarga por una plegable/retráctil como la de los fusiles PARA 60-64 existentes en los RI Parac (que también tienen el cañón acortado a 18 pulgadas) y llevarla hacia atrás para favorecer la colocación de cargadores acoplados en paralelo para realizar un más rápido cambio de cargador. Otra posible mejoría sería el cambio en la empuñadura de pistola por una que ofrezca más comodidad ergonométricamente.
Respecto del acortamiento del cañón, hay siempre interrogantes que surgen, pero las pre-guntas que prevalecen siempre son:
¿Acortando el cañón no se le quita potencia al proyectil?
¿Acortando el cañón no se le resta precisión al fusil?
La respuesta a ambas interrogantes es: Sí. Sin embargo, llegando a acortar el cañón hasta las 15/16 pulgadas, todavía se conserva más potencia que en la de un 7,62x39 (del fusil AK-47 que es el siguiente en poder de los calibres más usados) y la diferencia en la precisión es ín-fima si tenemos en cuenta que la máxima distancia a la que se abrirá fuego efectivo sobre un blanco con un fusil de dotación individual son los 300 metros. Cabe recordar que el largo original del cañón es de 21 pulgadas y que la única modificación que debería realizarse en el sistema de gases al acortar el cañón, es una pequeña ampliación en el diámetro del agujero que posibilita el paso de los gases desde el cañón hasta el cilindro de gases (dentro del sun-cho de gases). Sin embargo, el “recortar el cañón” es la alternativa menos preferible, aunque la más económica a la hora de lograr un arma más compacta y también más liviana. La Di-rección General de Fabricaciones Militares tranquilamente podría desarrollar cañones nue-vos de 16 pulgadas mediante el proceso de martelado en frío y posterior tratamiento criogé-nico, o incluso recurrir al microestriado. De tal forma, se lograría compensar las deficiencias sufridas por “recortar” los cañones y evitar el sobrecalentamiento y pérdida de precisión en los mismos cuando se efectúa un nutrido fuego en un corto tiempo tal como pasa con los fu-siles actuales.La introducción de una modificación en la culata que permita reducir el largo de la misma responde a la necesidad de lograr un fusil todavía más corto para regularlo según la fisono-mía del usuario o para plegarla a su mínimo largo para el combate en localidades. Actual-mente, la experiencia de uso del FAL en combate en localidades, combate urbano restringi-do o ambientes pequeños da cuenta de que muchos usuarios prefieren colocar la culata por sobre el hombro, quedando el culatín apoyado encima del mismo. Es entonces, que se puede vislumbrar que el usuario, dada la cercanía de los blancos para éste tipo de combate en el cual no se abrirá fuego a más de 10 mts. Prefiere resignar un buen encare del arma por sobre la posibilidad de acortar el largo de la misma por razones de comodidad y manejo en am-bientes muy estrechos donde se volvería prácticamente imposible moverse libremente con un fusil tan voluminoso. Parte de la recorrida integral que deberían recibir los fusiles al llegar a su “centro de reci-clado” (La Fábrica Militar Fray Luís Beltrán) sería entonces el cambio de cañón, proceso in-eludible ya que es la parte que más se desgasta e incluso muchos fusiles ya han sufrido alte-raciones tales en sus rayados internos que han visto seriamente comprometida la precisión de los mismos. El resto de los componentes no ofrecen ese grado de desgaste ni padecen los mismos rigores. La modificación de la culata es posible sin incurrir en prácticamente ningún gasto más allá del trabajo de maquinaria que actualmente se encuentra en forma ociosa y sin funcionar en las instalaciones de la FMFLB. También es así con el resto de las modificacio-nes anteriormente nombradas, que salvo excepciones de muy bajo costo, no requerirían más que trabajo de maquinaria que hoy existe en el EA. De tal forma, se llega a la conclusión de que al recibir un fusil viejo y de voluminosas dimensiones, la inversión sobre el mismo para dejarlo a nuevo y según los requerimientos actuales del combate moderno sería ínfima en re-lación a la adquisición de una nueva arma. Los procesos más costosos serían la introducción de un nuevo cañón fabricado según los estándares anteriormente mencionados, y el pavona-do a nuevo de los mismos. El resto de las modificaciones como la culata y agregados como ser el montaje de mira y el compensador/apagallama son gastos de maquinaria y material muy bajos. Un buen ejemplo de algunos fusiles FAL llevados a los estándares actuales se encuentran en los modelos ofrecidos por “DS Arms”, una empresa norteamericana dedicada a la customización de fusiles FAL. En su página en Internet “http://www.dsarms.com” se pueden apreciar más opciones y variantes de éste excelente fusil adecuado según sus carac-terísticas a los tiempos que se viven.
Una opción interesante para complementar las mejoras en el fusil podría ser la adopción de cargadores de 30 disparos como los que comercializa DS Arms, aunque sería aún mejor, por cuestiones de peso y posibilidad para ver la existencia de munición remanente en el car-gador, la introducción de cargadores transparentes como los del Steyr AUG. Éste tipo de cargadores, e incluso unos de mayor capacidad podrían resultar óptimos para su utilización con los FAP.