Noticias del Ejército Argentino

pulqui

Colaborador
Gracias.

RAsalAe601, ¿ no estaba buena la idea de disponer de una fuerza de rápido despliegue en caso de necesidad ? ¿ Cómo se cubre eso ahora ?
 

Julian5000

Colaborador
Un dato más sobre los Iveco.

Hoy estuve en la concesionaria Aurelia de Panamericana averiguando precios por un camión que ando necesitando y vi estacionado un Iveco 4x4 de los que se compraron para sustituir a los Unimog (palabras del vendedor).
El camioncito es un chiche, es como un Daily pero militarizado y haciéndome el dobolu le pregunté al vendedor en que estaba ese tema. Por ser cliente de la empresa y con posibilidades potenciales de comprar otro equipo, el vendedor me dijo lo siguiente:
"Cada Daily de esos sale U$S 60,000 (sólo el chasis) y el carrozado lo hace una empresa de San Martín (no recuerdo el nombre). Me comentó que toda la operación fué un dolor de huevos (textual) porque antes de confirmarse pasaron decenas de capitanes dando su parecer sobre tal o cual cosa y pidiendo modificaciones específicas. Ya se han entregado unos cuantos de los 55 que compraron y los que faltan se entregarán en este año.
Sostuvo (el vendedor) que Iveco hizo la venta porque da chapa, no porque halla sacado una ganancia económica. Tambien había un bondi del Ejército de los nuevos estacionado esperando para el service."
Como verán, la info que pongo es sólo el producto de una charla de concecionaria, pero me llamó la atención el valor de estos bichos.
Para que tengan una idea le dejo estos precios que son de HOY:
Un Daily 0km sólo chasis(sin caja) sale 115.000 lucas.
Un Cavallino de 320 CV sale 275.000 mangos.
Y el más groso, el Stralis de 380CV sale 350.000 pesos.
Entonces, $190.000 pesos por un camioncito sin chasis solo porque esta militarizado??????¿Tanto sale un autoblocante u la doble tracción?
Y no lo pregunto con ánimo conspirador o sospechando, sólo que me parece un poco mucho nada más por ser 4x4.
Otro dato, en Mayo los precios suben un 3%.
Saludos.
 

Artrech

Colaborador
Colaborador
Muy buena data. Tal vez los Iveco militarizados sean importados y por eso el precio.

Con respecto a la empresa carrocera, ¿No es TATSA?
 

Julian5000

Colaborador
No, son los Daily.
Más altos, con gancho de tiro y un malacate en la trompa sobre el paragolpes.
El interior es como un Daily.
Los de GN son, como vos decis, más cuadradosos, pero este es un Daily seguro.

Artrech, creo que sí, era Tatsa. Creo.
 

Artrech

Colaborador
Colaborador
Los de GN son Iveco 40.10WM, los mismos que utiliza el Ejercito Italiano. Me parece que estos serian mejor que los Daily para el EA.
 

Julian5000

Colaborador
Pulqui:
No me especificaron si eran de diferentes versiones.
Imagino que deben ser todos iguales(gama Daily) ya que son muy pocos para lo que se necesita en el EA. Este debe ser un primer lote de unidades.
Si van a sustituir a los Unimog imagino que deberán ser como..., no sé... 700??
De ahí que los primeros sean todos iguales para luego ir agregando otras versiones.
Pero lo mío es un ejercicio de sentido común(humildemente) ante el reemplazo de una flota de camiones. No sé cual será el criterio que utilicen.
Sólo espero que lo hagan bien.
Saludos
 

Guitro01

Forista Sancionado o Expulsado
Me pregunto quien se quedara con el vuelto? el Iveco Cavallino tiene un valor de mercado de 270.000 pesos por unidad, precio de la semana pasada que estuve haciendo las gestiones para comprar uno ... los van a pagar 330.000 cada uno ... unos 60.000 pesos mas que lo que valen ... es decir que en el camino quedaron 660.000 pesos ... Plop
 

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Colaborador
Guitro01 dijo:
Me pregunto quien se quedara con el vuelto? el Iveco Cavallino tiene un valor de mercado de 270.000 pesos por unidad, precio de la semana pasada que estuve haciendo las gestiones para comprar uno ... los van a pagar 330.000 cada uno ... unos 60.000 pesos mas que lo que valen ... es decir que en el camino quedaron 660.000 pesos ... Plop
60mil pesos mas por unidad para "militarizar" el vehiculo me parece una guazada
 

Derruido

Colaborador
Potenciación Táctica del VC TAM
Por el Teniente Primero Esteban José González
Con la premisa de mejorar el vehículo más moderno y potente de nuestras fuerzas blindadas –el vehículo de combate Tanque Argentino Mediano (VC TAM)–, el Escuadrón de Tanques del Regimiento de Caballería de Tanques 12 analizó las características de tanques que se hallan en servicio en países con experiencia de combate actual.
El autor de este artículo, que formó parte del personal de cuadros de la citada subunidad independiente, revela las modificaciones que les efectuaron al TAM tras los estudios y análisis realizados.


Canasto porta equipo

En primer lugar, cabe aclarar que las mejoras se realizaron sin modificar ni soldar la estructura original del tanque. Los trabajos buscaron solucionar la falencia del VC TAM de no poseer un lugar donde la tripulación pueda acomodar su equipo personal (mochila o bolsón porta equipo). En vista de esta dificultad, se comenzó con el diseño de un canasto, que resultó ser la opción que mejor satisfacía las exigencias del personal. No así otras alternativas, tal como la de atar las mochilas a la torre, que limitaba a la tripulación al uso de éstas y descartaba el de los bolsones.
El canasto se construyó sobre la base del que utilizaba el VC Tan Sherman M4, y tiene las siguientes dimensiones: 2 m de largo por 0,50 m de ancho y 0,45 m de alto (foto 1). Para su armado e instalación, se trató de superar dos antiguas limitaciones que presentaban los proyectos anteriores:
- El libre giro de la torre, una vez adosado el canasto y cuando el VC tenga colocados los tanques de combustible suplementarios.
- Las dimensiones del canasto, que no deben sobrepasar ni la altura ni el ancho máximos de la torre.
Estos defectos fueron solucionados, aunque existe una limitación más importante: el impedimento en la observación del Peri RTA del jefe de tanque (J Tan) entre las 0500 y las 0700 –se recuerda que la visión a través del Peri se ve afectada parcialmente por la escotilla del J Tan.
El canasto está sujetado a la torre por medio de una varilla de 12 mm que pasa por las argollas de la parte inferior trasera de la torre (fotos 2 y 3). A esta varilla, se le sueldan cuatro varillas más, que a la vez están soldadas al canasto y sirven de sostén de la parte inferior de éste. De los laterales del canasto se desprenden dos brazos que se sujetan a los protectores de los lanzadores de potes fumígenos sin soldaduras (foto 4) y que mediante una varilla roscada con una tuerca se acoplan al canasto para impedir su movimiento.
En cuanto a la creencia de que el incremento de peso en la torre perjudica el sistema de estabilización del tanque, ésta sólo es justificada si el peso es excesivo; pero la carga del canasto no supera, normalmente, los 150 kg. Además, al probar el sistema de armas estabilizado, se verificó que las modificaciones no afectan la estabilidad de la torre –se ejecutó un ajuste puntual de los sistemas y, luego de un movimiento con el VC, se corroboró que el ajuste no había sufrido alteraciones. Si bien durante las pruebas el equipo no se sujetó al canasto, es recomendable asegurarlo con correas, a fin de evitar su caída.
La capacidad del canasto es de cuatro mochilas y dos bolsones porta equipo completos, y puede incrementarse, atendiéndose a que la altura de la torre puede ser superada y que el uso de correas es obligatorio.
Debe señalarse que el canasto fue probado en distintas exigencias de manejo a través del campo y demostró una prestación y durabilidad excelentes.



Protección de faros de giro

La segunda mejora realizada al VC TAM es la colocación de un protector para los faros de giro delanteros, el cual se construyó con hierro de 4,2 mm (foto 5). Este hierro fue moldeado y soldado entre sí.
Se sujeta a través de los tornillos ubicados en el guardabarros (foto 6) e impide que los faros se rompan cuando el VC ingresa en zonas de arboledas bajas.



Faro para afuste de la MAG

La tercera mejora efectuada al VC TAM es la colocación de un faro en el afuste de la ametralladora del J Tan (foto 7), para lo cual se adaptó un faro perteneciente a los VC Tan Sherman M4.
Se colocó un cable de 2 mm con la correspondiente ficha para su conexión al enchufe para lámpara portátil que el VC TAM posee al costado derecho del J Tan. A fin de evitar su deterioro, el faro debe ser desconectado cuando el J Tan cierra la escotilla.



Portacartas para el J Tan

La cuarta mejora consiste en el agregado de un portacartas para el J Tan, con una parte inferior de chapa y otra parte superior de acrílico, ambas unidas por medio de tornillos con mariposas. La principal ventaja del portacartas es que permite al J Tan descender llevando su carta en la mano –por ejemplo, cuando debe recibir la orden de operaciones.
El frente de acrílico posibilita al J Tan hacer rápidas inscripciones en su carta durante la marcha, pasaje de puntos de comprobación, ubicación de obstáculos no reconocidos, etc.



Otras mejoras factibles
o en ejecución

Algunas mejoras que se pueden realizar en el VC TAM y que optimizarían su rendimiento son las siguientes:
- Sistema de visión termográfica para el apuntador y el J Tan (en proceso de ejecución en el Ejército).
- Sistema de visión nocturna con aparato de intensificación de luz para el conductor (algunas unidades cuentan con este sistema).
- Sistema de visón nocturna con aparato de intensificación de luz para el cargador. Es un sistema similar al del conductor, con la salvedad de que se debe adaptar el aparato al episcopio móvil del recinto de combate del cargador, y debe ser intercambiable a fin de que se pueda colocar el episcopio normal durante el día. Este sistema se alimentaría con el enchufe para lámpara del J Tan.
- Instalación de un GPS, alimentado mediante una fuente de energía conectada a las baterías (o colocación de otro enchufe similar al del J Tan), el cual deberá tener anexada una antena para la localización de los satélites. Algunos modelos permiten rastrear otros GPS que se encuentren en una zona determinada, es decir, ubicar otros tanques dentro de la sección, o de las secciones para el caso del J Esc.



Conclusiones

Estas modificaciones que mejoran la capacidad del VC TAM son algunos aportes que, sumados a una apropiada instrucción de la tripulación, a la predisposición para el mantenimiento, al conocimiento del material y, por sobre todo, al espíritu de tanquista, hacen posible explotar al máximo la capacidad de combate de los tanques.
 

Derruido

Colaborador
Innovaciones en el vestuario y equipo del Ejército
Por el Mayor (R) Sergio Toyos
La Sastrería Militar, aspira en este año alcanzar una producción de 30.000 uniformes. Para ello, ha adoptado técnicas y diseños “aggiornados”, así como también materiales que posibilitan productos que se destacan por su calidad, resistencia, funcionalidad y prestancia.
En cuanto al calzado, el Batallón de Intendencia 601 montó un completo taller en el que se producen borceguíes para ser utilizados en los distintos ambientes geográficos particulares de nuestro país.

Un poco de historia

Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, el Ejército Argentino vivía una pujante transformación, que se operaba, en especial, a través de las órdenes y directivas emanadas del Ministerio de Guerra, dirigido enérgicamente por el Teniente General Pablo Riccheri. Entre las muchas medidas que manifestaban la decisión de construir un ejército moderno, tuvo lugar la creación de un organismo técnico particular: la Sastrería Militar, que venía trabajando como tal, en forma embrionaria, desde 1897.
En 1903, por decreto del 23 de marzo, se oficializó, en la ya existente Intendencia General de Guerra, la conformación de un taller de sastrería militar para la confección con cargo de uniformes para los jefes y oficiales del Ejército. Coincidía con esta ordenanza la aparición, un año antes, de uno de los primeros reglamentos de uniformes que contenía ya el espíritu de los actuales sobre el respeto escrupuloso de la vestimenta militar y de su uso.
Se habían hecho otros intentos semejantes con anterioridad; pero las continuas luchas por la organización definitiva del país y un extremo individualismo y falta de sistematización en el diseño, fabricación y uso del vestuario por parte del personal militar, para entonces recientemente organizado en forma nacional, llevaron a la conducción de la Fuerza, a adoptar medidas rigurosas para normativizar y uniformar el ser, hacer y parecer de todo el Ejército.
Hacia 1907, la Sastrería Militar fue separada de la Intendencia General de Guerra y se elaboró un reglamento para su régimen y funcionamiento, que establecía la disposición interna, el capital inicial y una conformación de tipo empresarial. Dieciséis años más tarde, se dispuso que, de acuerdo con la experiencia de trabajo hasta entonces, se constituyera un directorio. Este funcionó hasta 1933, año en que volvió a depender de la Dirección General de Administración. También, ese mismo año, se determinó la reorganización de la Intendencia de Guerra, a través de intendencias regionales, encargadas de fabricar, almacenar y distribuir vestuario y equipo para los elementos ubicados en las respectivas jurisdicciones del Ejército.
Con la gran reestructuración del Ejército, durante la década del ‘60, las intendencias militares fueron suplantadas por las compañías de intendencia, que se ocupaban ya no de producir, sino de recibir, almacenar y distribuir los efectos mencionados del escalón superior, corporizado en el Batallón de Intendencia (B Int). Este, creado hacia 1965 (BCSG Nº 349 de fecha 14 de diciembre de 1964), constituía, y constituye, un verdadero panal de producción, almacenamiento, recepción y distribución de todo lo necesario para vestir y equipar al Ejército y, a la vez contribuía, mediante equipos, instalaciones, talleres y laboratorios especiales, a fabricar elementos de consumo dietario para la Fuerza, incluyendo el ganado, en lo que hace a la recepción, fabricación de provisiones balanceadas y distribución de forraje.
Por su parte, en 1927, el ya muy crecido taller de la antigua Sastrería Militar, en virtud de su desarrollo, debió trasladarse a San Martín 975 y, en mayo de 1930, a las dependencias de la Dirección General de Administración, donde permaneció por tres años, hasta mudarse luego a Bernardo de Irigoyen 171. En abril de 1935 pasó a Chacabuco 146 y, hacia 1940, y durante cinco décadas, estuvo instalado en el señorial edificio de Carlos Pellegrini 877.
Hoy en día se ha trasladado a la calle Clay 3071, donde dispone de ajustadas instalaciones para su actividad productiva, administrativo-contable y de ventas. Cuenta, además, con talleres, depósitos y locales para el diseño, confección y venta de ropa, tanto militar como civil, así como también de armas, equipo militar diverso y artículos de necesidad para el personal de la Fuerza.
Debe agregarse que tiene sucursales en el Estado Mayor General del Ejército, en la Guarnición Militar “Campo de Mayo”, en las ciudades de Mendoza, Córdoba y Salta y, más recientemente, en la localidad de Comodoro Rivadavia.
Además, con equipos móviles y vehículos especiales que funcionan como locales de venta rodantes, recorre periódicamente todas las guarniciones del interior del país para vender no sólo prendas de uniforme, sino también, con un enfoque eminentemente práctico, prendas civiles, tanto masculinas como femeninas, y hasta enseres domésticos de todo tipo.
Para la compleja y minuciosa confección que demanda el vestuario militar, la sastrería posee un equipo de profesionales de primer nivel, siempre escogidos entre los sastres, costureras, bordadoras, cortadores y artesanos de las mejores sastrerías, quienes se disputan el honor de trabajar en el organismo.
De manos del numeroso personal de la Sastrería Militar, ha surgido una nutrida y multiforme producción, entre la cual se cuentan los bordados de las banderas nacionales de guerra de las unidades, el vestuario de uso reglamentario y los uniformes históricos, réplica de los que vistió el Ejército en diversas épocas. También produjo vistosos uniformes para el personal del Servicio Exterior de la Nación, vestuario de época para representaciones teatrales y cinematográficas, y hasta las bandas presidenciales y de los gobernadores provinciales, que han sido confeccionadas en forma ininterrumpida desde 1944. Actualmente, los trabajos muy especializados, tales como bordados, atributos y distintivos del vestuario militar, uniformes históricos, etc., están siendo tercerizados.


Desarrollos actuales

Tras muchos años de silenciosos y eficientes servicios, los empleados de antigua trayectoria que quedan en el plantel son pocos y, progresivamente, han sido reemplazados, a través de pasantías, por personal de aspirantes a suboficiales del escalafón sastres y, luego, por personal de jóvenes suboficiales sastres y soldados voluntarios operativos no operacionales que, instruidos en el arte y las técnicas del corte y la confección, se dedican a la producción industrial de casi toda la vestimenta del Ejército. Incluso, en forma reciente y con patrones unificados para los uniformes de combate de las tres Fuerzas Armadas, la Sastrería Militar confecciona los uniformes que emplean las tropas argentinas conjuntas que cumplen misiones de paz en el exterior, en el marco de las Naciones Unidas.
Habiendo incrementado su equipamiento y personal, aspira a alcanzar, en 2007, una producción de 30.000 uniformes anuales. Para ello, ha adoptado técnicas y diseños “aggiornados”, así como también materiales que posibilitan productos que compiten en calidad, resistencia, funcionalidad y prestancia con los empleados por los ejércitos más avanzados del mundo. Cabe destacar que, en este complejo campo de la actividad productiva, la Sastrería Militar cuenta con el apoyo técnico del B Int 601, que, a través de laboratorios especializados, verifica la calidad de los materiales que se usan en la fabricación para los diversos rubros que conciernen a estos dos elementos.
Como complemento de estas tareas, se confeccionan chalecos de protección balística en un taller dedicado a ese fin, bajo supervisión del RENAR. Allí, se utilizan técnicas y materiales modernos como el Kevlar, para una producción destinada, fundamentalmente, a las tropas que cumplen misiones de paz en el exterior y, además, a las Fuerzas de Seguridad y Policiales, en virtud del excelente resultado obtenido en la experiencia de su empleo.
Asimismo, se producen en los talleres los componentes del correaje y equipaje de campaña (bolsones porta equipo, porta cargadores, espalderas, cinturones, tahalíes, estuches, bolsas de completamiento, de primeros auxilios y una variada gama de accesorios para otros fines), sirviéndose también en este caso de modernos materiales sintéticos y de diseños semejantes a los de los ejércitos más importantes.


El calzado

En cuanto al calzado, el Ejército, después de muchos años de haber recurrido a talleres civiles, donde compraba las grandes cantidades necesarias para la Fuerza, ha optado por producir en talleres propios las botas, borceguíes y zapatos que provee para distintos empleos y zonas. A tal fin, el B Int 601 montó un completo taller en el que se producen borceguíes de excelente calidad y de confección diversa, para ser usados en la montaña, en la estepa patagónica, en la llanura y en el monte. En función de esto, se adquirió la maquinaria adecuada para cada paso del armado y se contrató a un grupo de artesanos experimentados en la fabricación de este especial tipo de calzado, que, rápidamente, ha dado respuesta a las misiones impuestas por el Comando de Intendencia en virtud de las órdenes impartidas por la más alta conducción de la Fuerza. Actualmente, el B Int 601 aspira a tener una producción diaria de 80 pares de borceguíes, el efecto de mayor demanda por el momento.
Por otra parte, este batallón está montando una planta de fabricación de carpas, que, en la modalidad de “pre-serie”, ya han sido confeccionadas en pequeñas cantidades para ser sometidas a pruebas de calidad y resistencia a la intemperie, con un novedoso y práctico diseño tomado de los sistemas y materiales de acampe más avanzados.
Luego de esta introducción histórica y de la descripción de las actividades de confección, almacenamiento y distribución del vestuario y el equipo, actividades propias de la especialidad de intendencia, es oportuno señalar el notable incremento de sus capacidades y posibilidades y, al mismo tiempo, advertir acerca de la necesidad del mantenimiento preventivo y correctivo que deben llevar a cabo los usuarios y los escalones de mantenimiento superiores, para dar una renovada orientación y vitalidad a escalafones de la especialidad de intendencia que casi habían llegado a desaparecer. Así, todo el personal, cumpliendo con el primer escalón, deberá observar prescripciones y recomendaciones acordes con los nuevos tipos de efectos y materiales provistos, al tiempo que el personal de suboficiales sastres y zapateros, así como de talabarteros, deberá actualizar sus conocimientos y experiencias para adaptarlos a las características de los nuevos equipos en producción.

Los nuevos uniformes
de combate

Hoy se fabrican en su totalidad en los talleres de la Sastrería Militar. Las telas adoptadas son las modernas, prácticas y efectivas tipo rip stop (antidesgarro), fabricadas en el país, con variantes según la región donde van a ser usadas las prendas que se confeccionan. Para las zonas frías (A y B), se emplean telas de satín rip stop de gran densidad de hilado de algodón y poliéster (50 + 50%), complementadas con el empleo de más ropa y accesorios de abrigo que en las zonas templadas (C y D), tales como tricotas, guantes, o gabanes desmontables. En estas otras zonas, se emplea un tipo de tela también de algodón y poliéster (50 + 50%), pero con menor densidad de hilado. Para fines especiales, como las actuales misiones de paz en Haití, se han diseñado y se confeccionan uniformes tropicales de 100% algodón, con pantalones cortos y camisas de manga corta, muy cómodos para el riguroso clima cálido de ese teatro de operaciones. Entre los accesorios que se proveen con estos uniformes, se cuentan los clásicos cubrecabeza celestes, del color de la ONU.
Con patrones y moldería muy semejantes a los que hasta hace poco usaba el ejército de los EE.UU., la confección abarca todos los pasos, desde el diseño computarizado hasta su traslado a la tela. Luego, realizadas las marcaciones sobre las telas, se procede al cortado preciso de cada una de las piezas de vista y componentes de cada prenda, con los confeccionistas organizados en forma de cadena de montaje. El progresivo armado de las prendas es muy veloz y las ruedas destinadas a pantalones, camisolas, casquetes, cubrecuellos, etc., logran un promedio de 220/240 prendas completas diarias, incluidos el control de calidad final, un lavado a máquina para quitar el apresto natural de las telas nuevas, el planchado en tintorería y el embalaje de juegos completos de uniformes (pantalón, camisola, casquete y cubrecuellos) en bolsas plásticas y éstas en cajas de cartón corrugado.


Cuidados que deben observarse con los
nuevos uniformes

La nueva vestimenta producida por la Fuerza y distribuida a sus integrantes significó un verdadero desafío, en cuanto supuso encarar una actividad de tipo industrial inédita. Si bien, años atrás, las intendencias regionales tenían talleres propios donde se hacían los entrañables uniformes marrón terroso que marcaron toda una época del Ejército, diversas razones administrativas y funcionales fueron desplazando y haciendo desaparecer la capacidad de producción propia, y se eclipsaron en forma progresiva los artesanos de los oficios relacionados con el corte y la confección. A la vez, el calzado provisto al personal, en todos sus tipos, había sido comprado siempre a proveedores que lo fabricaban y vendían por licitación. Con el tiempo, la provisión de calzados hechos con materiales sintéticos y suelas de goma fue limitando las posibilidades de reparación y, así, los zapateros de las unidades podían hacer poco y nada.
Los nuevos materiales, modernos, rústicos, resistentes y funcionales, han permitido fabricar una nueva generación de vestuario que, sin embargo, obliga a cuidados no menos metódicos que los ya conocidos y acostumbrados por los integrantes de la Fuerza. A pesar de contarse con telas antidesgarro y con equipamientos antiflama (estos últimos en forma limitada y experimental) para pilotos y tripulaciones de tanques, todavía debe subsistir la figura del primer escalón de mantenimiento, o sea, el que lleva a cabo el usuario. Este puede sufrir en la ropa de las cualidades descritas desteñido y empalidecido de los pigmentos empleados en los colores del mimetizado para llanura/monte o en el patagónico/desértico, roturas, desgaste, desgarros o descosidos. Del mismo modo, el lavado excesivo o inapropiado, el uso continuo en condiciones climáticas adversas y la falta de cuidados elementales atentan contra la vida útil de lo que se viste y calza. Es por esto que el clásico equipo de reparación de costura y mantenimiento debe continuar en uso y estar siempre a mano, junto con el material de campaña, como forma de prolongar la confiabilidad y presentación de la vestimenta.
En este sentido, todas las prendas tienen cosidos en lugares visibles, rótulos o etiquetas con las instrucciones para el lavado, secado y planchado, además de indicaciones sobre las técnicas de reparación que debe conocer el usuario. Especialmente en campaña o en actividades de instrucción, las reparaciones deben efectuarse lo antes posible a fin de evitar el avance del deterioro. A tal efecto, la Sastrería Militar recomienda algunas acciones preventivas y correctivas:

Primer escalón
de mantenimiento
Ante el desgarro de telas de tipo rip stop, se deben unir los bordes de la pieza cortada y, con hilo de coser, preferentemente untado con cera de abeja, atracar primero los extremos y luego coser con repetidas puntadas apretadas en forma de cruz hasta el final del corte, donde se efectúa un nuevo atraque o refuerzo (ver gráfico 1). La pérdida de botones por rotura, enganche o descosido debe controlarse ya que los bolsillos o presillas que sujetan, al quedar abiertos, aumentan los riesgos de enganches y desgarros.

Segundo escalón
de mantenimiento
Recibida en el taller de sastrería de la unidad la prenda ya reparada por el usuario, se procede a descoser lo arreglado para colocar debajo de la rotura un trozo de tela, preferiblemente del mismo tipo (en este caso rip stop). Luego se cose a máquina el parche, que colocado de esta forma queda invisible, y se lo refuerza con sucesivas y apretadas costuras (ver gráfico 2). En las “vistas” u otras partes del vestuario descosidas parcial o totalmente, se recosen y refuerzan los atraques en forma conveniente.


Cuidados que deben observarse con las
nuevas botas
de combate
Este tipo de calzado, en cualquiera de sus presentaciones, está confeccionado con cueros de diversos tipos, grosores y funciones (blandos para las cañas, badanas para lengüetas, plantillas y forros interiores, etc.), y suelas tipo London para las suelas y los tacos, así como para las virolas. En la fabricación del calzado, intervienen otros materiales que, en algunos casos, son invisibles para el usuario, tales como clavos, cartones especiales para la parte inferior de las plantillas, hilados sintéticos para las costuras de cada pieza, entre otros. Además, se han adoptado suelas de gomas sintéticas de gran resistencia a la abrasión y a la tracción, y, al mismo tiempo, de poco peso y fáciles de limpiar, teniendo en cuenta las adherencias de barro a las que se ven sujetas en forma permanente. Todos estos materiales reunidos, pegados, cosidos y claveteados funcionan al calzarse y someterlo a la actividad en campaña, con una cantidad de esfuerzos y fatigas difícil de imaginar: inmersión, tracción, adhesión, torción, abrasión, etc., que imponen, al igual que la ropa que se viste, una constante labor de mantenimiento. A tal efecto, el B Int 601 recomienda estas acciones preventivas y correctivas:

Primer escalón
de mantenimiento
A diferencia de lo que generalmente se piensa, el calzado militar de combate puede usarse en terrenos cálidos, secos y abrasivos, con el correspondiente desgaste y resecado, y también puede mojarse, sumergirse, embarrarse, o ser utilizado en terrenos húmedos o nevados. Por esto, al término de su uso en esas condiciones, debe ser lavado, con jabón de glicerina neutro, especial para cueros, y se lo debe escurrir completamente y, luego de quitarle todas las adherencias, dejar secar en lugar cálido, sin exponerlo nunca a temperaturas altas o aproximarlo al fuego. Una vez seco, es necesario untarlo con pomadas que nutran el cuero y le devuelvan la flexibilidad, los colores, la impermeabilidad, aplicando especialmente sobre las costuras abundante cantidad de pomada. Finalmente, se cepilla el calzado para obtener el brillo reglamentario. La observancia de estas medidas contribuirá a aumentar notablemente la vida útil del calzado. Sin embargo, los cortes profundos en la caña o capellada, el descosido de partes o el desclavado de suelas y tacos obligan a entregar el calzado al zapatero de la unidad.

Segundo escalón
de mantenimiento
Recibido en el taller de zapatería el calzado deteriorado, el especialista cose las partes desgarradas o cortadas en la capellada o la caña. El desclavado o rotura de las suelas de goma, aplicadas sobre suelas tipo London, obligan a reemplazarlas completa o parcialmente, previo control del estado de las costuras de la capellada a la suela. Revisada y reforzada ésta, se pone cemento de contacto sobre las superficies de las suelas de apoyo (cuero) y tracción (goma), se deja secar el tiempo necesario, se juntan y presionan ambas partes para asegurar la adhesión perfecta y luego, se cosen y clavetean las dos superficies, sin dejar de verificar que no queden puntas de clavos que asomen en el interior del calzado. Finalmente, se controla el estado de las plantillas, que eventualmente pueden ser reemplazadas, dado el fácil deterioro que sufren como consecuencia de los mencionados esfuerzos, a los que se suman los efectos de la transpiración.


Conclusiones

Estos nuevos emprendimientos de la Fuerza, realizados para limitar los gastos por compra de vestuario y de equipo a proveedores civiles, a través de la fabricación por medios propios no es una novedad. En otras épocas, con más recursos, el Ejército producía la mayor parte de los efectos que vestían, abrigaban, calzaban, protegían y apoyaban a las tropas en las multifacéticas tareas que se llevan a cabo en las unidades, ya sea en guarnición o en campaña, y aun en el desarrollo de operaciones.
La experiencia ha demostrado que el servicio de intendencia, haciendo permanentes esfuerzos para incrementar sus capacidades, conocimientos y rutinas, e investigando en otros ejércitos avanzados, está en condiciones exitosas de fabricar y proveer todo lo que el Ejército emplea en materia de vestuario y equipo, y de adaptar su aparato productivo a las exigencias más actuales y urgentes de un ejército que desea servir de la mejor forma posible en las misiones que le son impuestas.
 
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