RACIONAMIENTO
A muchos interesados en malvinas les debe quedar el interrogante de cual es la forma más eficiente para alimentar al personal que está en el frente de combate.
Como ya dijimos está todo previsto en los reglamentos militares. Si se cumplieran al pie de la letra no habría errores.
Un soldado puede estar en combate por 48 horas, no más. Para eso está equipado en munición. Se le puede suministrar más munición, pero física y psíquicamente estaría en desventaja frente al enemigo, que en teoría solo combate por solo 48 horas. Cuando no hay otra solución, se deberá combatir por más tiempo pero las consecuencias pueden llevar al fracaso de las operaciones.
Cuarenta y ocho horas de combate son dos días de racionamiento, es decir que al equipo del soldado hay que agregarle dos kilos de alimentos, uno por cada ración de combate. Y comerá cuando la situación se lo permita. Caliente si la pude calentar o será fría o directamente no comerá a fin de preservar su vida y cumplir con la misión.
Ya ven que comer en combate no es fácil.
Ahora bien qué pasa en la hora 49?. En teoría, el personal debe ser relevado, es decir su puesto de combate (el lugar físico del terreno) debe ser ocupado por otro soldado que viene descansado, alimentado y equipado con la munición necesaria y él otro pasa a la zona de retaguardia donde podrá higienizarse, comer adecuadamente, descansar, reequiparse, escribir cartas, distraerse, meditar o lo que él necesite para mantener alta su moral de combate. Este tiempo también es bueno que exista pues los soldados se van transmitiendo sus experiencias personales lo que, sin dudas, son siempre buenas lecciones que se aprenden rápido.
Esto no sucedió y por ello se complicaron las actividades de racionamiento en el frente. Si bien se intentó realizar el abastecimiento de comida a los soldados que estaban en el frente, esto se pudo concretar a medias.
Recuerdo haberme encontrado con un Subteniente del arma de Intendencia, que tenía como misión llevar las raciones y distribuirlas en el frente. En esa oportunidad volvía con un vehículo menos pues uno lo perdido al ser blanco del enemigo. Allí se perdieron las raciones y hubo soldados que seguramente no comieron como debían. Evidentemente hacer llegar el racionamiento al frente, soldado por soldado es una tarea imposible de lograr con un 100% de eficacia, además del esfuerzo que representa.
Imaginen realizar esto, sólo para 100 soldados. Implica que una persona debe transportar 100 kilos o dos 50 kilos cada una o cuatro con 25 kilos cada una. Que no lo pueden hacer caminando gentilmente en un frente de casi 1000 metros, sino que deberán arrastrase, correr agazapados, etc. Demandaría un tiempo impresionante, desmedido esfuerzo y alto riesgo en personal. Podemos quitarle kilos y agregar personas para simplificar las cosas pero de esta forma llegaríamos a la conclusión de que es preferible utilizar el sistema de reemplazos descripto en los reglamentos. Lo que no se hizo.
Nuevamente, algún teórico pretendió en Malvinas desarrollar su tesis personal sobre el racionamiento en combate. Obviamente los hechos lo han aplazado.
Como enseñanza: HACER CASO A LOS REGLAMENTOS.
Hambre se pasó en la sengunda guerra mundial, donde se comían los borcegos, las botas y los zapatos, y todo bicho que anduviera, incluso las ratas y si no eran bichos también se los comían, pastos y cortezas de árboles. Miren que incluso de ése hambre han tomado experiencias hasta los cheff, pues de descubrieron nuevos platos. Dicen los que saben que la cabeza del cerdo tiene siete sabores distintos. En aquella guerra los que comían el cerdo tiraban la cabeza, ésta hoy es plato preferido para algunos.
También hay que considerar otro aspecto no mencionado hasta el momento. La ansiedad. Esta provoca que uno sienta el deseo de comer a cada momento y esto es independiente del hambre que se sienta. Muchos quizás estén confundiendo sus insatisfechos deseos de comer con el hambre. Lo que son dos cosas distintas. Yo no he visto soldados descalzos en los documentales, señal de que no se comieron los borcegos.