PRIMER NIVEL
Un desafío para la Argentina
"La soberanía sobre la más grande reserva ictícola del mundo, el Atlántico Sur, exige ver la cuestión más allá del conflicto con Gran Bretaña por las Islas Malvinas", advierte el autor. Y agrega que la Argentina debe pensar en extender su dominio marítimo de las 200 millas actuales a 350 millas desde la costa.
Jorge Castro . Presidente del Instituto de Planeamiento Estrategico
Es de enorme importancia para la Argentina ver la cuestión del Atlántico Sur más allá del conflicto bilateral con Gran Bretaña por la soberanía de las Islas Malvinas y adyacencias (Islas Sandwichs del Sur y Georgias).
Lo que está en juego en el Atlántico Sur para la Argentina en este momento es la necesidad de extender el dominio marítimo de las actuales 200 millas hasta abarcar las 350 millas marinas, a contar desde la costa.
Debido a que la Argentina considera que Malvinas y adyacencias son territorio nacional, el nuevo perímetro de dominio marítimo de las 350 millas en el Atlántico Sur debe contarse, necesariamente, desde las costas de las islas y adyacencias hacia el este.
En este sentido, el mapa publicado por Clarín el lunes último sobre lo que significaría el perímetro de 350 millas marítimas alrededor de Malvinas hacia el este, que se apresta a reclamar Gran Bretaña ante la "Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas", muestra con suficiente precisión, aunque con un criterio aproximativo, el espacio marítimo que debe abarcar el reclamo argentino.
La extensión del dominio marítimo de la Argentina en el Atlántico Sur, al llevarlo de las 200 millas actuales a 350 millas, implicaría aumentar en 1 millón de kilómetros cuadrados las aguas sujetas a su soberanía económica, sumándolas a los 2.721.810 kilómetros cuadrados de mar continental que hoy controla.
Lo fundamental en materia de recursos en el Atlántico Sur no se encuentra en un hipotético desarrollo de la explotación del petróleo y el gas, cuya existencia, absolutamente virtual, no se ha podido corroborar en ningún caso, sino en el control de una riqueza extremadamente actual: los recursos ictícolas.
El Atlántico Sur es la mayor reserva pesquera del mundo actual; y su singularidad estratégica reside no sólo en sus actuales y gigantescos recursos ictícolas, sino en el hecho de que éstos han llegado ya a un nivel de agotamiento, consecuencia de la sobreexplotación, en el resto de los mares del mundo; y ante todo en el Asia-Pacífico, donde, con eje en China, está el núcleo fundamental de la demanda mundial.
Antes de 1980, el Atlántico Sur era un mar vacío, en términos geopolíticos, con un único centro de tensión y conflicto ocasionado por la histórica contienda de soberanía de la Argentina y Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas.
Este mar vacío hasta 1980 se ha convertido hoy en una densa trama de intereses internacionales, surgida al volcarse al Atlántico Sur las flotas pesqueras de entre 15 y 20 países de Asia, Europa y América Latina. Entre ellas, las de Japón, Corea del Sur, Taiwán, China, los países Bálticos (Estonia, Lituania), Polonia, España, Chile y Noruega, entre otros.
El vuelco de las flotas pesqueras del mundo entero al Atlántico Sur es consecuencia del extraordinario aumento de la demanda mundial de productos ictícolas, coincidente con la irrupción de China y del conjunto de la región Asia-Pacífico en la economía mundial a partir de 1978.
La diferencia entre el vacío del Atlántico Sur pre-1980 y su plétora geopolítica actual no es la guerra que durante 74 días enfrentó por tierra, mar y aire a la Argentina con el Reino Unido (2 de abril de 1982/14 de junio de ese año), sino el proceso de reformas, apertura y vuelco al capitalismo que desencadenó la República Popular China, con el liderazgo de Deng Xiao Ping, desde finales de la década del 70.
China es, lejos, el mayor consumidor, y también el mayor productor ictícola del mundo. Sus 1.300 millones de habitantes consumen un promedio de 28,4 kilogramos de productos pesqueros per cápita por año.
Su producción fue de 47,5 millones de toneladas en 2004/2005, según la FAO ("Food and Agriculture Organization of the United Nations"). Es el 50% de la producción mundial; y se divide entre 16,9 millones de toneladas de pesca de captura, y 30,6 millones de toneladas de acuicultura.
La acuicultura es el sector de producción de alimentos de origen animal de más rápido crecimiento en el mundo. Aumenta 8,8% anual desde 1970. Pero la FAO estima que, ante todo en China, la acuicultura habría alcanzado sus cotas máximas de producción, lo que abre paso, con la fuerza de la necesidad, al crecimiento de la demanda de pesca de captura.
Por eso, el Atlántico Sur es cada vez más importante en el negocio pesquero mundial. Es la última y más grande reserva ictícola que queda para el desarrollo en gran escala de la pesca de captura.
La FAO estima que ya se habría alcanzado el máximo potencial mundial de pesca de captura; y a partir de él, lo que sucede en el negocio pesquero internacional es un despliegue creciente y a gran escala de la sobreexplotación y de su inexorable contrapartida: el agotamiento, y en el horizonte, la destrucción de la población ictícola en todos los mares del mundo.
El impulso de la demanda pesquera surgida de China/Asia-Pacífico se revela en el crecimiento del comercio mundial de productos pesqueros, que alcanzó un récord de 95 millones de toneladas en 2004/2005, con un valor de venta que superó los 84.900 millones de dólares, un crecimiento de 23% desde el año 2000.
Por eso, se duplicó el comercio pesquero en relación al PBI mundial en los últimos 25 años, y lo mismo ocurrió respecto al PBI agroalimentario.
La cuestión para la Argentina, una vez ampliada su frontera marítima de 200 a 350 millas, no son los títulos jurídicos ni las razones geológicas que la llevan a esta decisión, sino el ejercicio práctico y cotidiano de su soberanía económica en este nuevo espacio de más de mil millones de kilómetros cuadrados.
Se trata, en suma, de una cuestión de poder nacional, no de títulos ni derechos. Lo que le espera, entre las 200 y las 350 millas marítimas, es un mundo de efectividad, no de virtualidades.
Por eso, y al impulso de la necesidad que le fijan sus nuevas responsabilidades, la Argentina está obligada a desarrollar una flota de mar de aguas profundas, una Armada de carácter estratégico, dotada de los recursos financieros y humanos que la tornen un instrumento eficaz.
Es lo que propone para el Uruguay, con sus características específicas, el senador Eleuterio Fernández Huidobro, presidente de la Comisión de Defensa del Senado, integrante del Frente Amplio, y líder histórico del movimiento Tupamaros, que permaneció preso 13 años en las cárceles militares en la década del 70.
Atlántico Sur
"El mar vacío en los 80 es hoy una densa trama de intereses internacionales "
Pesca masiva
"Hubo un aumento extraordinario de la demanda mundial de productos ictícolas"
http://www.clarin.com/suplementos/rural/2007/09/29/r-01508507.htm