un poquito largo lo que les mando ; es lo que lei en clarin sobre la realida que afrontan nuestras ffaa y el desinteres que hay del gobierno para abajo ;la verdad que vale la pena echarle un vistazo .lo que no se si ya lo postearon o si es aqui donde habria que poner esta nota me parece que si por que tiene mas que ver con las faa si no es asi que un administrador lo ponga en el lugar qLOS RECURSOS DEL ESTADO: CRISIS Y POLEMICA POR EL MANTENIMIENTO DE LAS AERONAVES
En cuatro años, hubo 20 muertos en accidentes con aviones militares
Desde mayo de 2003 se registraron 15 accidentes y 37 incidentes en aeronaves de las Fuerzas Armadas. Funcionarios y especialistas lo atribuyen a la falta de inversión en mantenimiento, al poco entrenamiento de los pilotos y a graves fallas en la conducción política. Los planes de la ministra Garré.
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Claudio Savoia.
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Las imágenes cortan la respiración: en la primera, el Mirage pasa raudo y bajito sobre los árboles desnudos. En la siguiente, segundos después, un estruendo infernal, una columna de humo que ensucia la tarde y el horror de un accidente sin explicación. Y una víctima, el joven Marcos Peretti. Otra más. En los últimos cuatro años, veinte personas murieron en choques con aviones militares: bienes del Estado que, además de la manifiesta protección soberana, también se usan —y mucho— para asistir a los afectados por las emergencias naturales. Y que vuelan en condiciones muy peligrosas.
En el Ministerio de Defensa, el subsecretario de Fortalecimiento Institucional de las Fuerzas Armadas, Gustavo Sibilla, suspira profundo: "Las cosas no están bien, y hay que hacerse cargo. Hubo un gran desinterés de los gobiernos y los ministros de Defensa, que durante años no ejercieron la responsabilidad de conducir a las Fuerzas Armadas. Los ministros dejaban que los militares decidieran todo, y aunque cada año tenían menos plata tampoco los liberaban de algunas misiones o les ordenaban dejar más aviones en tierra. Entonces todo quedaba a criterio de cada fuerza, de cada jefe. Ellos elegían dónde gastar lo que recibían, qué aviones volar y en qué condiciones, cuáles suspender. Una locura."
Este sombrío panorama no deja bien parado ni al propio gobierno de Kirchner. En 2003, tras su llegada al poder, ocurrieron dos incidentes (siniestros con destrucciones menores al 2% de la nave) con aeronaves militares. En 2004 hubo 3 accidentes graves (destrucciones superiores al 10 por ciento) y 9 incidentes. En el 2005, 7 accidentes y 17 incidentes. En todos ellos murieron once personas. En 2006 hubo 4 accidentes y 9 incidentes. Otros ocho muertos. Y este año ocurrió la caída del Mirage en Tandil, en la que murió el teniente Peretti.
"Está bien, pero desde la llegada de Nilda Garré a Defensa, en diciembre de 2005, las cosas cambiaron mucho", se despega Sibilla. Una mirada a la tasa de accidentes e incidentes cada 10.000 horas de vuelo —estadística clave para evaluar la seguridad de los aviones militares— puede dar una pista sobre esa actitud: mientras que en la década 1994-2003 el promedio fue de 2,61%, en 2004 subió a 4,25%, y en 2006 trepó a 6,16%. El año pasado, la tasa cayó al 3,5%.
"Cuando llegamos, cada fuerza pedía plata para comprar el material que quería", explica Sibilla. "Lo que les daban no alcanzaba para mucho, pero los planes de mantenimiento no los conocía ni los controlaba nadie, y hasta este año las partidas destinadas para esa función ni siquiera estaban discriminadas en el presupuesto. Tras la caída de un avión en Bolivia en marzo de 2006, en la que murieron seis personas, pedimos la primera auditoría externa de la historia sobre el estado de todos los aviones, que están terminando los ingenieros aeronáuticos de la Universidad de La Plata".
El funcionario admite que el informe preliminar de esa auditoría fue preocupante. "Por eso ya intervinimos. Gracias a un acuerdo con el Consejo de Ingenieros Aeronáuticos separamos la autoridad de mantenimiento —militar— de la de control —civil—, obligamos a justificar cada pedido presupuestario según un plan centralizado por el Estado Mayor Conjunto, y si Economía no envía todo el dinero solicitado, el ministerio decidirá dónde se corta. Y mantenimiento no se toca."
Quizás sea porque ya no hay qué tocar. En los últimos años se desplomaron aviones y helicópteros de todas las marcas y modelos, y la permanente danza de aeronaves y barcos que entran y salen de servicio por falta de repuestos, el vencimiento de la vida útil de alguno de sus componentes o las frecuentes reparaciones a las que deben someterse dificulta cualquier arqueo. Pero igualmente hay números. Y son potentes. De los 323 aviones de la Fuerza Aérea sólo están disponibles 157 (48%). De las 73 aeronaves de la Armada están en servicio 45 (61%), y de las 91 que tiene el Ejército sólo se pueden usar 36 (el 39%). ¿Otros ejemplos? De los diez destructores y corbetas tipo Meko —las naves más utilizadas— sólo cuatro tienen un nivel de alistamiento superior al 40 por ciento, por debajo del cual no pueden despegarse del muelle. En el Ejército, la mitad de los vehículos de combate está inútil.
La seguidilla de accidentes, el creciente zumbido de las críticas por el maltrecho estado de los equipos y una cuota de sensatez decidieron a las autoridades a retirar discretamente de circulación viejos aviones que hasta hace meses seguían desafiando a la gravedad. El 7 de enero se dieron de baja los últimos dos IA-50 GII Guaraní, operados desde 1963. Y el 14 de marzo se desactivaron los diez Morane-Saulnier MS-760B que todavía estaban en servicio. Tenían 48 años.
Además, hay otros detalles: "Los aviones de transporte Hércules, los únicos con los que ahora podremos llegar a la Antártida, tienen equipos de navegación antiguos y degradados, que restringen su uso a buenas condiciones meteorológicas", explica alguien que conoce de cerca los aviones militares argentinos. "Una tormenta de nieve los deja en tierra. Los Mirage, que dejaron de volar cuando se cayó el octavo avión, tienen sus radares fuera de servicio y sin chances de reparación por su antigüedad. Y hasta los A4-AR, los últimos que se compraron, tienen sus sistemas degradados por el uso intensivo sin buen mantenimiento", redondea.
¿Por eso se caen los aviones? "Sí, pero hay otro dato fundamental", explica un prestigioso brigadier retirado que vive en Córdoba. "Mire la cantidad de horas que vuelan los pilotos. Hace 20 años eran unas 25 por mes, ahora apenas llegan a 10. Y un piloto mal entrenado reacciona mal ante las emergencias."
Pero las razones de semejante decadencia podrían no ser sólo tecnológicas o presupuestarias. Dos militares que están en actividad y tres ex funcionarios que reportaron en el Ministerio de Defensa durante los últimos cuatro gobiernos coinciden: "Hay mucho prejuicio y desprecio hacia los militares y, aunque menos del 5 por ciento de quienes hoy están en actividad lo estaba hace 30 años, la única política hacia ellos es la humillación por las atrocidades cometidas durante la dictadura. Excepto la franja más recalcitrante de los oficiales retirados, ya nadie resiste ni discute la investigación y enjuiciamiento de la represión ilegal. Si tampoco hay ningún temor a nuevos golpes de Estado, ¿por qué no reequiparlas según las necesidades actuales del país?", se preguntan.
La supuesta vendetta ideológica del Gobierno frente a los militares subyace en muchos de los juicios sobre la política de defensa. Un ex piloto civil que durante años trabajó junto a distintas autoridades de la Fuerza Aérea afirma que "la ministra Garré ni siquiera va a los velatorios y los entierros de los pilotos muertos en los accidentes, sus subordinados directos. Una desconsideración absoluta, y una muestra explícita de su falta de interés, ya no sólo por el equipamiento, sino también por las personas".
Como la ministra no accedió a ser entrevistada, Clarín confirmó esta información con uno de sus propios asesores y otro ex piloto retirado. Hace tres días, sin embargo, Garré y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, recibieron a los familiares de los muertos en el accidente de Bolivia. "Estaban enojados y angustiados, pero se fueron bien", confió un funcionario que participó del encuentro.
Mucho más discreto, el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, recuerda que "en 1998, por unanimidad de todos los bloques en ambas Cámaras del Congreso, fue sancionada la Ley de Reestructuración Militar, que contemplaba destinar durante cinco años consecutivos y en forma escalonada, unos 100 millones de dólares para reequipamiento militar. La ley nunca se implementó, ni aun en estos últimos años de superávit fiscal. Eso evidencia la desatención que ha tenido la defensa nacional".
Para el ex viceministro de Defensa durante los gobiernos de Alfonsín y de la Alianza, Angel Tello, "las carencias presupuestarias vienen de lejos. Pero aun con las diferencias políticas lógicas, la problemática de la defensa era una cuestión de Estado. Ahora hay un gran autismo por parte del Gobierno, y la ministra —que desconoce el tema por completo— tiene una actitud muy soberbia". En las antípodas ideológicas de Tello, el ex viceministro de Defensa de Carlos Menem, Jorge Pereyra de Olazábal, descarga otra batería de críticas: "El incendio del rompehielos Irízar nos hizo saber dónde estamos. Chile tiene un puente naval y aéreo con sus bases antárticas, y las nuestras están como en Gran Hermano, aisladas del mundo. Hay buques desguazados, falta de repuestos en casi todas las naves. El Gobierno muestra el desinterés habitual, pero también hay falta de exigencia y compromiso por parte de la conducción de las Fuerzas Armadas. Ya se podría hablar de una corresponsabilidad entre militares y civiles".
El coronel retirado Ignacio Osacar, coordinador de la Comisión de Defensa del Centro de Estudios Nueva Mayoría, es didáctico: "Las naves militares son como los autos. Si no se mantienen cuando y como corresponde, los problemas se multiplican y se acumulan; cada vez hace falta más plata para hacer funcionar equipos que a su vez son más viejos, y si eso no se hace, un día te quedás a pie. Esto lo entiende cualquiera". Integrante de varias misiones militares en el exterior, Osacar dice que "acá son tantas las cosas que hay que hacer y tan ridículamente poco el dinero con que se cuenta, que a veces las partidas para mantenimiento se terminan gastando en un asado: 'Al menos mantenemos la moral', escuché decir".
Para el coronel, un buen plan para revertir este panorama debería tener en cuenta factores extramilitares. "Podríamos empezar comprando material que se usa mucho en las emergencias civiles, lo que se conoce como equipamiento de uso dual. Yo estaba en Rosario en 1998, cuando fue la tremenda inundación del Litoral, y en el 2ø Cuerpo no teníamos ni baterías para los camiones. No me animaría a decir que estamos mucho mejor. Si hace tres meses hubiéramos tenido más helicópteros de transporte como los que se incendiaron en el rompehielos Irízar, podríamos haber salvado del agua a miles de vacas lecheras. En estas misiones también podríamos usar camiones pesados, vehículos y buques anfibios, puentes y cocinas móviles, tiendas de campaña. En Nueva Orleáns, tras el huracán Katrina, el Comando de Ingenieros del Ejército logró rescatar a miles de personas, reconstruir puentes y establecer redes de asistencia. Las Fuerzas Armadas son parte del Estado. Son de todos, y están al servicio del país".
El piloto civil y principal pesadilla de las autoridades aéreas nacionales, Enrique Piñeyro, también tiene algo que decir al respecto: "¿Por qué ante una emergencia en el vuelo no todos los pilotos militares logran eyectarse? Porque hay problemas de mantenimiento y sobre todo de repuestos con los sistemas de eyección. La gestión de Garré es la más trágica en la historia del ministerio. Se murieron siete personas, perdió cuatro aviones y tres helicópteros, se le incendió el rompehielos y hubo 200 náufragos, un desastre", dice, sin consultar las estadísticas.
La crisis de la seguridad aérea militar, que a diferencia de la civil ahora sí es admitida por el Gobierno, disparó una serie de planes de recuperación. El subsecretario Sibilla los expone entusiasmado: "Los aviones son viejos, pero con renovaciones en los sistemas tecnológicos tienen una vida útil de unos 60 años. Por eso algunos necesitan recuperación (recambio de repuestos para devolverlos al servicio) y otros modernización (renovación de sistemas). Además hay que comprar material nuevo". La variedad y magnitud de los proyectos ofrecen nuevas pistas sobre el alarmante estado de precariedad de los equipos. En febrero se lanzó un plan quinquenal de recuperación de aeronaves que contempla la inversión de 819 millones de pesos, en asuntos tan variados como la actualización y unificación de software informático, el arreglo de talleres, la compra de herramientas y contratación de mecánicos y, por supuesto, la recuperación de aviones inactivos.
La prioridad son las aeronaves de transporte. De los 2 Hércules que hoy funcionan, para fin de año se espera subir a 5, aunque la Fuerza Aérea tiene 13. Lo mismo pasa con los Fokker F-27 (hay 9, funciona 1, prometen recuperar otros 4) y F-28 (son 5, anda 1, arreglarían otros 2) y con los Twin Otter (de los 8 que existen hay 2 disponibles y 3 en recuperación). El jueves la ministra Garré también anunció una lluvia de 65 millones de pesos sobre la Armada, que permitirá aumentar un 30 por ciento la actividad operativa, realizar los carenados atrasados de 15 buques, resucitar la Aviación Naval y comprar cuatro helicópteros como los que se incendiaron a bordo del Irízar. Habrá que esperar que los proyectos salten del papel a los hangares. Habrá que esperar que las licitaciones para tantas compras veloces sean transparentes. Ojalá no haya que esperar demoras, tropiezos y fracasos. Ojalá no haya que esperar más muertos.
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ANTES DE LA TRAGEDIA. EL 1° DE MAYO PASADO, EN TANDIL, EL MIRAGE M3 VOLABA DURANTE UN DESFILE. UNOS SEGUNDOS DESPUES SE ESTRELLO, Y EL PILOTO PERDIO SU VIDA. FUE LA ULTIMA DESGRACIA.
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Contra la montaña
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El rol de las Fuerzas Armadas
La polémica por el pésimo mantenimiento de las aeronaves, barcos y pertrechos militares, y la consiguiente encrucijada sobre qué hacer con ellos, dispara una pregunta recurrente: ¿para qué sirven las Fuerzas Armadas? El especialista en relaciones internacionales y ex asesor del Ministerio de Defensa y la Armada, Fabián Calle, no duda: "Pueden y deben colaborar en tareas humanitarias y prestar los servicios que el Estado requiera, pero las Fuerzas Armadas existen para defendernos de cualquier posible amenaza a la seguridad del país. No hay que buscarles misiones esotéricas. El presupuesto de Defensa de Brasil es de 2,2 por ciento del PBI, y el de Chile de 3,8 por ciento. Menciono estos países como ejemplo, porque hoy son nuestros socios y tienen gobiernos de centroizquierda. La socialista Bachelet, por ejemplo, escribió en el Libro Blanco de la Defensa de Chile, de 2002, que su país mantenía abierta la posibilidad de conflictos interestatales regionales de alta intensidad. Hay que tener cuidado. Argentina apenas envía a Defensa el 1,1 por ciento del PBI, del cual un 80 por ciento se destina a gastos fijos. Una proporción razonable sería destinar un 40 por ciento del presupuesto a gastos operativos y de mantenimiento".
Para Calle, "el continuo ahogo presupuestario hizo que no se mantuviera nada. Ahora el sistema colapsó. El año que viene Chile recibe el armamento que lo dejará como el único país de Sudamérica con el nivel tecnológico de la OTAN. Si quisiéramos llegar a eso, deberíamos gastar más de 3.000 millones de dólares y esperar unos ocho años para recibir los equipos. No creo que sea nuestra meta, pero tampoco podemos ignorar ese contraste de recursos".
Además de la asistencia humanitaria, otra función importante de los militares argentinos está en las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU, que hoy realizan efectivos locales en Haití y Chipre. Hasta ellos llegó la crisis: una inspección internacional al equipamiento argentino en Haití denunció en setiembre pasado "déficit de repuestos" y "equipos dudosamente aceptables". Defensa promete volcar sobre ellos 22 millones de pesos, que hasta ahora enviaba la ONU y se quedaba Economía.
10
millones de pesos, calculan, cuesta un Mirage como el que se cayó en Tandil hace 20 días. El precio exacto no se conoce, porque de tan viejos están fuera de mercado.
35
Es la cantidad de sistemas de aeronaves diferentes que operan las Fuerzas Armadas argentinas, sin que nadie haya coordinado su compra ni mantenimiento.
4
helicópteros desplegó el Ejército en las últimas inundaciones de Santa Fe. Además, 116 vehículos livianos y pesados, 11 anfibios y 20 botes de asalto.
ue debe ser .